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Amor a la siciliana

Drama. Comedia Ambientada en la época de la llegada de los estadounidenses a Sicilia durante la II Guerra Mundial. Arturo (Pierfrancesco Diliberto) tendrá que alistarse en el ejército de Estados Unidos si quiere ganarse el corazón de su amada Flora. (FILMAFFINITY)
Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
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7
4 de agosto de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida, ágil y sensible comedia italiana que conjuga, con muy buen equilibrio narrativo y visual, la comicidad, el dramatismo y el romanticismo, todo con la guerra como telón de fondo. Muy inteligente y entretenida interpretación de Pierfrancesco Diliberto.
El director, coguionista y protagonista Pierfrancesco Diliberto (La mafia solo mata en el verano, 2013) se las ingenia para que desde un humor repleto de ingenuidad y efectividad contar una arista desconocida de la Segunda Guerra Mundial, cuando los aliados acordaron ingresar a Europa por Sicilia de la mano de un acuerdo con la mafia.
La narrativa es muy cambiante e ingeniosa, muy bien combinada con la sensibilidad y el dramatismo, todo atravesado por una importante cuota de gracia que se apoya en pintorescos personajes y una banda musical que encaja a la perfección.
Con el Premio David Giovani en los David di Donatello, la atractiva comedia italiana consigue divertir y le incorpora una fuerte impronta siciliana repleta de ironía burlona y sensibilidad profunda, como la selfie, el vuelo en burro o la relación entre el cojo y el ciego.
Tal como si se tratara de un Forrest Gump italiano y en un tono de comedia cotidiana ácida como las del maestro Ettore Scola, la propuesta de Pierfrancesco Diliberto (también conocido como Pif) se aprovecha de los mejores recursos del cine italiano picaresco y realista, desatando alocadas aventuras que atrapan y entretienen de principio a fin.

Calificación Fanaseriecine: 7 ½ sobre 10
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La historia se mete en la vida de Arturo (Pierfrancesco Diliberto), un camarero italiano que vive en los Estados Unidos y que esta perdidamente enamorado de Flora (Miriam Leone), una bella joven italiana que esta comprometida con el hijo de un capo mafia de Nueva York.
Para poder casarse, Flora le pide a Arturo que viaje a Italia para solicitarle a su padre la mano; pero él no tiene un peso y no se le ocurre mejor idea que enrolarse en la milicia y viajar con las tropas estadounidenses que quieren derrotar al fascismo en Europa.
Tras el desembarco, Arturo se pone bajo las órdenes del teniente Philip Catelli (Andrea Di Stefano); pero mientras cumple con sus tareas de soldado intentará encontrar al padre de Flora y conseguir la autorización para el casamiento, aunque los mafiosos neoyorquinos ya se han contactado con los sicilianos para eliminarlo.
8
1 de agosto de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que a muchos ha decepcionado la segunda película del palermitano Pierfrancesco Diliberto, que firma sus obras con el acrónimo PIF. Desde luego, era difícil volver a repetir el éxito de su deslumbrante debut “La mafia sólo mata en verano” (2013) pero, en el fondo, Pif va a lo suyo e insiste en el territorio jocoso e irónico con esta farsa, suerte de prólogo, en cierto modo, a su primera película, situada ahora en las vísperas del desembarco del ejército estadounidense en la isla de Sicilia en 1943 durante la segunda guerra mundial.

Cada vez estoy más convencido, a pesar de su escasa producción, de que Pif trata de ser el heredero del gran Luigi Zampa, por su espíritu de comedia irreverente y crítico, que jamás pierde la sonrisa irónica y comprensiva hacia las debilidades humanas. Narrada mediante una voz en off, Pif repite personajes –al menos, los nombres de los protagonistas, Arturo Grammaresi y Flora Guarnierison, son los mismos que en su primera película- como si quisiera unir ambas historias. Es, de nuevo, una historia de un amor imposible y una historia sobre la mafia, llena de ingenio e inteligencia que, si bien no lleva al último punto de depuración alcanzado en su debut, al perder el desparpajo y la amarga dulzura de la misma, sí sabe transitar con habilidad entre la comedia y el drama, por esta historia de los diversos enjuagues que tuvo que hacer el ejército americano para que la mafia siciliana no le diera problemas en su intento de invasión de Italia.

La galería de personajes es, de nuevo, extraordinaria, desde el propio personaje principal interpretado por Pif, con su inocente mirada infantil, suerte de Cándido contemporáneo, pasando por secundarios inolvidables como la pareja del ciego y su acompañante, siempre famélicos, el indignado capitán o Don Caló, el todopoderoso mafioso.

Sin pretenciosidad y fiel a su estilo, Pif nos deleita con otra obra si no mayor si notable y muy divertida.
5
5 de noviembre de 2017
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En guerra por amor… o cómo sepultar chispazos de humor entre ráfagas de tragedia. El actor, director y guionista Pierfrancesco Diliberto (más conocido como Pif) se nutre de toda de una estimable tradición burlesca patria para pergeñar una obra tragicómica que mezcla la farsa con el drama pero sin lograr que convivan de forma armónica y coherente. La parodia acaba siendo demasiado tosca y la desdicha demasiado impostada, siendo el laureado guión su punto más débil y fallido. Este desequilibrio entre lo caricaturesco y lo reflexivo acaba lastrando el resultado final, que deviene en un pastiche simpático y festivo, a ratos ácido y sangrante (lo mejor de la función), a ratos patético y extravagante (lo peor y más deslucido del conjunto).

Cada vez más, el cine que vemos estrenarse en nuestras pantallas adolece de un buen punto de partida – es decir, si nos limitamos al resumen de la trama, resulta vistoso e interesante, lleno de posibilidades y sugerencias – pero plasmado luego tan sin brío, originalidad y convicción que genera irritación por quedarse tan por debajo de sus oportunidades e intenciones. Es como si los productores se contentaran con dar luz verde a unos proyectos que parecen albergar el embrión de una buena cinta, pero desdeñaran el esfuerzo de supervisar y controlar si el guión definitivo y la realización postrera están a la altura de la idea primitiva que se les ha vendido con tanto entusiasmo como embuste. Un buen propósito se queda en nada si no se le arma de contenido y se le dota de sustancia, limitándose a ser en un simple esbozo intrascendente abocado al consumo rápido y al olvido.

Sin duda, la película contiene algunos logros nada desdeñables: la recreación de la agónica postrimerías de la II Guerra Mundial en suelo siciliano, la ácida crítica de la connivencia de la mafia local y de la Democracia Cristiana naciente que marcará toda la segunda mitad del siglo XX italiano, la importancia de los inmigrantes en el devenir plural y caleidoscópico de los EEUU, la parodia de los rasgos idolátricos del fascismo mussoliniano, el microcosmos disparatado y fallero de la vida en un recóndito poblacho de provincias que sirve de lanzadera para el feliz golpe mortal al nazismo… Pero todo ello queda asfixiado bajo una obstinada avalancha deslavazada y caótica de fingida comedia de costumbres – entre romántica, quijotesca e ingenua – que ni resulta creíble, ni resulta simpática, ni resulta graciosa. A lo sumo despierta una sonrisa condescendiente fruto de la indulgencia y la exasperación.

En definitiva, un producto tan bien hecho como prescindible, tan afectado como tramposo, tan trivial como alienado. Otra oportunidad malversada.
5
2 de noviembre de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Haré como que no la he visto (oído). Me refiero a esta versión doblada. Atroz. Que se pierde en la uniforme, e infame, traducción mucha parte de la gracia que aporta el juego de idiomas; inglés, italiano y siciliano y sus continuas bromas a este respecto verbal.
Haré, imposible, como que la oí original y subtitulada (como debiera ser en un país mínimamente civilizado, no tan cafre).
Haré como que sí que me enteré. Y por fin diré. Que cambia y al final sorprende. Que al principio, durante una buena parte, aburre, cansa y aturde, no dice nada y padece un costumbrismo de humor blanduzco y atontado, triste, sin gracia ni dicha o chicha, pero que más tarde, según avanza y se acerca a su inspirado final, torna, se transforma y muda de piel: se hace política, denunciante y certera, lúcida y hasta, por momentos, incluso graciosa.
Lucky Luciano amenazaba tormenta mafiosa. Y la hubo. De modo inesperado y retorcido, pero ahí estuvo.
Estamos en la Segunda Guerra Mundial, la Italia de Mussolini y los aliados con los americanos al frente que quieren recuperarla para la buena causa. Concretamente el sur de Italia. Conquistado. Eso es los macroscópico o gran desfile de la Historia.
En lo microscópico o Intrahistoria vemos a Arturo Giammaresi enamorado de una bella dama. Vive en Nueva York, emigra a Sicilia y lo deja todo por amor.
Lo grande y lo pequeño, la anécdota y lo maravilloso se van uniendo/superponiendo de forma suave y delicada hasta ser la misma cosa apenas diferente.
Un ciego y un cojo como pareja recurrente, más un teniente del ejército americano más bueno que todos los amaneceres que en el mundo han sido y un paisanaje nativo de espanto completan el reparto. Nuestro protagonista es un buen muchacho de pocas luces y mucho corazón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Nosotros somos la democracia (la democracia, como Dios, de hecho es nuestro Dios occidental actual, todos los días le rezamos junto a Messi y a Cristiano, sirve y explica todo, vale para avalar las mejores posibilidades y derechos y, también, para justificar las mayores barrabasadas y atropellos), berrea el cacique mafioso en su discurso inaugural como alcalde recién nombrado y local, sabe de lo que habla. A eso llegamos después de un repaso en el que vemos cómo los americanos delegan en la gente más corrupta y asesina el control del poder en el sur del país, con las consecuencias funestas que todos conocemos durante décadas. Así querían asegurarse la paz y el rechazo de los temidos/postulados comunistas (política exterior siempre se ha llamado en cínico eufemismo, con Kissinger como mito primero).
Por lo tanto, cierra con una crítica feroz tanto a los unos, poder estadounidense cediendo/exaltando a lo más abyecto, como a los otros, italianos en manos de los más rufianes, con la Democracia Cristiana que andaba por ahí, entregados, rendidos al horror primero.
Interesante a pesar de todo, de tanta tontada durmiente.
Termino con la libre reproducción de una bella y sabia conversación.
El cojo, en un arrebato de deseada sinceridad, le dice al ciego después de una estrecha y casta relación que dura ya más de veinte años (son dos pícaros supervivientes, tiernos y vencidos, dos grandes amigos):
- Me encuentro muy bien contigo.
- A mí me pasa lo mismo.
- No, es más, tú me gustas mucho.
- Eso es bueno.
- No, yo en verdad te amo.
- Yo soy ciego y tú eres cojo. Bastante tenemos que aguantar por parte de los demás con/por ello. No podemos ser además maricones. No nos lo podemos permitir. Está por encima de nuestras raquíticas posibilidades semejante lujo asiático.
Silencio comprensivo y muy compasivo. Siguen durmiendo inmaculados, sin pecado nefando, sin tacha, puros, contenidos, reprimidos, como niños, amigos.
Hoy los tiempos han cambiado y ese diálogo ya no tiene cabida. O quizás todavía sí. En términos imaginativos parecidos. Otras palabras y otros hechos. Muy diferentes circunstancias. Se mantiene la esencia. Que es eterna.
- Tú eres de Trump y yo de Putin, solo nos faltaba ser, para más inri, machistas o muy masculinistas, quizás heteros orgullosos al fin y al cabo. No nos lo podemos permitir.
10
23 de noviembre de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película preciosa, para enamorarse, que te hace reír, pensar, te emociona y te recrea la vista con las imágenes impresionantes de Sicilia. Muy bien actuada, excelentemente dirigida, son dos horas de un recorrido mágico, donde la pueden disfrutar todos aquellos que todavía no están contaminados de "sabelotodismo", un descanso para la rutina y una posibilidad de reflexionar sobre la guerra desde otro punto de vista.
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