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La leyenda del gran judo

Aventuras. Acción. Drama 1883, a principios de la era Meijii. Sanshiro Sugata es discípulo de Shogoro Yano, un maestro de judo. A lo largo de su aprendizaje y de sus combates aprenderá los principios y valores primordiales de una filosofía que le permitira guiar sus pasos en la vida. (FILMAFFINITY)
Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
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6
28 de mayo de 2008
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sugata Sanshiro" es un film que me ha gustado mucho, porque en ningún momento recae en el sentimentalismo más pobre (me parece excelente la conversación maestro-alumno antes del combate de Sugata contra Murai), porque el carácter de nuestro protagonista (esa honestidad de la que hace gala, me encanta cuando confiesa quien es ante la hija de Murai, sin temor a nada, o esa testarudez que muestra en un inicio, y que luego va puliendo) se me antoja sumamente sincero, veraz y porque el modo de rodar los combates que tuvo Kurosawa es tan interesante como hábil.

Aun y así, también recae en algunos errores el genio nipón, como el de caracterizar a los rivales de Sugata de un modo tan estereotipado (esos rostros duros y hieráticos que muestran sus oponentes, excepto el maestro Murai, el momento de la ceniza y la flor, la soberbia de la que hacen gala, etc...) o el de no ofrecer a sus minutos iniciales un cauce más adecuado, más entendible, para que la historia resulte atrayente de buenas a primeras.

De todos modos, todo ello queda paliado de forma fabulosa por, como dije, la gran técnica al rodar los combates, con esos planos cuasi estáticos y esas salidas de la pantalla, con esas prácticamente imperceptibles coreografías donde ambos contrincantes dan pasos, se observan y actúan en consecuencia, como grandes estrategas. Todo pese a esos inverosímiles vuelos que por aquí se mentan, y que restan algo de valor.

En pocas palabras, notable film para disfrutar en más de una ocasión y que, gracias a lo escueto de su metraje, resulta de lo más ameno y agraciado.
6
6 de diciembre de 2006
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta historia, tal y como la adapta Kurosawa, humaniza al héroe al tiempo que exalta los conceptos de valentía y bondad. Asistimos al proceso de aprendizaje de un joven judoka con talento pero sin ideas claras, descentrado. El amor y un buen maestro le ayudarán mucho.

Lo mejor: una historia de amor preciosa; la edición del duelo final.
Lo peor: combates poco realistas en los que Sugata pone en órbita –"literalmente"– a sus contrincantes.

Algunos críticos la tachan de nacionalista, pero la única metáfora que se ve al respecto es la de un malo con traje y bombín –¡buah, menudo panfleto descarado, no sé si podré soportarlo!–. No se engañen, Kurosawa nunca fue un vendido. Él tenía muy clarito lo que quería, lo que sabía hacer y lo que le gustaba, y eso le trajo problemas con una censura antioccidental.
7
6 de abril de 2010
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La modernización del Japón comenzó con la era Meiji, en 1867. Mutsuhito, quien se auto-proclamó el Emperador Meiji (lealtad a la regla) al subir al trono, dió comienzo a una serie de significativos cambios que incluyeron la abolición de privilegios, concedió el derecho a llevar un apellido (hasta entonces privativo de samuráis y la nobleza) y abrió las votaciones para elección de gobernantes, entre otras medidas que iniciaron el ocaso de más de 250 años de feudalismo, para dar paso a la democracia Meiji que iría hasta 1912, y que dejaría abierto el camino para que el Japón comenzara a convertirse en una sociedad, sin duda, más equilibrada.

Sugata Sanshiro lleva con orgullo su nombre. Hombre del pueblo, asiste a una escuela de Jiu Jitsu, arte marcial del cual derivaría el Judo, un camino que depura las riesgosas técnicas del, paradójicamente, llamado arte de la suavidad. Pero, cuando conoce la destreza del maestro judoka Yano, Sanshiro decide convertirse en su alumno y entonces enfrenta los retos que le darán un lugar en el nuevo instituto.

Lo que sigue luego, son las circunstancias de la vida que prueban al hombre ante sus ideales y le dan ocasión de precisar la fuerza de sus inclinaciones. Pues es con cincelazos que se pulen las piedras preciosas y es con fuego que se demuestra la resistencia del metal. Pero hay cosas que pesan en el hombre, como el amor que nace y al que jamás se quiere hacer daño, y es entonces, cuando el ser humano se ve abocado a la difícil elección entre el interés personal o aquello que beneficia al grupo.

Creo que, “LA LEYENDA DEL GRAN JUDO”, fue un buen inicio para el maestro Kurosawa. El filme denota sentido humano, defiende las reglas y el interés colectivo, como debe ser, pero también comprende el significado del amor y la compasión, y los exulta como se merecen. El director se muestra bastante distanciado con las escenas de violencia, y aunque seguro pesaron y pesarán hoy más que nunca, esto da clara cuenta de que su objetivo central era el sentimiento y no la fuerza física. Al cabo, es en el ser y no en la dominación, como el hombre puede conocer el Sí mismo, y como dice el maestro Yano: “La vía es la búsqueda de la verdad que rige la naturaleza del hombre, pues esto es lo que nos dará una muerte apacible”.

Debe haber sido que este primer filme fue bien acogido en las taquillas puesto que, dos años después, la tercera película de Akira Kurosawa, proseguiría la historia con el título “La Nueva Leyenda del Gran Judo”. Sólo queda lamentar que a una obra tan valiosa, con momentos de indudable belleza plástica, y que se compromete con una visión positiva de la existencia, la torpe censura nipona de la época (¿acaso habrá una censura que no sea torpe?), le haya cortado cerca de 600 pies, que quizás no se recuperen nunca y que dejan la película de alguna manera inconclusa.

Contra todo, pienso que ningún seguidor del gran cineasta japonés, debería privarse de contemplar este notable debut.
6
16 de enero de 2008
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta obra es la primera película dirigida por Akira Kurosawa. Los títulos de crédito iniciales nos explican que fue realizada en 1943, y estrenada en marzo de ese año. En su reestreno en marzo de 1944, fue victima de la censura de la época. La obra experimento diversos cambios y se le cortaron 600 metros de película. Fue durante la guerra y nadie ha podido encontrar las escenas cortadas.

Si duda es una obra de gran valor, es la primera de un genio, pero está muy lejos de sus obras maestras reconocidas. Habría que haber visto la obra original, seguro que estaba dotada de mucha más profundidad. Aún así, "La Leyenda del gran Judo" está dotada de imágenes poderosas y de estudiados encuadres que daban más fuerza al film y a su personaje protagonista. Las coreografías de los combates, tampoco es que destaquen, más bien son curiosas.

De todas las actuaciones me quedo con la del gran Takashi Shimura, y sin duda guardaré en mi memoria esa cancioncilla tan melódica que cantaban los niños sobre Sugata Sanshiro: "Mirad quien se acerca, es Sanshiro. Contemplad quien se apresura, es Sanshiro. No os acerquéis por nada, huid sobretodo. Tened cuidado, es Sanshiro".
6
17 de abril de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Akira Kurosawa forma parte de ese reducido grupo de maestros del cine que han acertado a forjarse una trayectoria profesional y artística fundamentada en un profundo dominio de los diferentes ámbitos industriales, artísticos e intelectuales que rodean la creación cinematográfica. En el caso del cineasta japonés, este dominio queda reflejado en su personal estilo de narrativa fílmica. Un estilo que le permitió a lo largo de los años un discurso de alto nivel expresivo y muy personal. “La leyenda del judo” fue su primer film, tras haber trabajado como guionista y ayudante de dirección.

Un modesto film que narra cómo el joven Sugata Sanshiro llega al gimnasio de jiu-jitsu Shinmei con la intención de aprender artes marciales. En esos momentos existe una gran rivalidad con la escuela de judo del maestro Shogoro Yano para determinar cuál de las dos disciplinas es la más importante. La lucha entre estas dos formas de entender la práctica y el estudio será, a su vez, una lucha por conseguir un puesto dentro del departamento de policía. Tras ver en acción al maestro Yano, Sanshiro decidirá que sea éste quien le enseñe todos los secretos del arte del judo.

Adaptación de la novela homónima de Tsuneo Tomita, el film fue cercenado en parte por la censura japonesa de la época, 1943, y presenta una tosca realización en algunos momentos, especialmente en los enfrentamientos rodados en interiores. Por el contrario, las escena de lucha en localizaciones exteriores destacan sobremanera, incluyendo la mítica escena final. También resultan destacables ciertas aportaciones técnicas y lingüísticas: un montaje brioso con gran variedad de planos, panorámicas, “travellings” y cortinillas. Y sobre todo, temáticas que irán apareciendo durante toda su obra posterior, tales como el aprendizaje maestro – alumno de carácter paterno-filial. En ese sentido destaca la representativa secuencia nocturna de Sanshiro en el estanque y su metafórica toma de conciencia vital, donde se compara este proceso en pos de la madurez con la forma en que se abren las flores de loto en el estanque. Una película sin grandes pretensiones que fue bien recibida por el público, en medio de un clima nacionalista que se traducía como un mensaje patriótico sobre la cultura nipona.
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