Vals con BashirAnimación
7.5
23,589
Animación. Drama. Bélico
Documental animado sobre la matanza de refugiados palestinos en Sabra y Chatila (Líbano) en 1982. Una noche, en un bar, un viejo amigo le cuenta a Folman una pesadilla recurrente en la que le persiguen siempre 26 perros. Los dos hombres llegan a la conclusión de que la pesadilla tiene que ver con una misión que realizaron para el ejército israelí durante la primera guerra con el Líbano a principios de los años ochenta. A Folman le ... [+]
1 de abril de 2009
1 de abril de 2009
257 de 332 usuarios han encontrado esta crítica útil
Titula una crítica por ahí algo relacionado con la vertiente exculpatoria de la película, algo muy light, eso sí. No es la única crítica que lo menciona, no, pero todas ellas lo hacen de pasada, pero a todos os ha fascinado la vertiente estética y yo debería dejarme llevar por ella más allá de los fríos análisis que pueda realizar, pero no puedo. Y no porque esta parte artística sea desdeñable, ni mucho menos, la animación es espectacular, sublime, el ritmo de la película es más que notable, ayudado por una banda sonora que acompaña en la acción y mejora ciertos momentos de impass, al mismo tiempo que dota de mayor dramatismo cuando así se necesita. El problema está en los objetivos, en el fondo y contenidos del mensaje final, pues un buen sobre no hace más bonita la carta, aunque en principio sí facilita su digestión.
Entiendo que muchos destaqueis la parte artística, de verdad que lo comprendo y lo respeto, incluso a mi me ha hecho subirle la nota y concederle el aprobado, un aprobado a todas luces injusto para lo que ha conseguido indignarme la película en sí, especialmente en tres puntos muy concretos:
-Efectismo, sensiblería fácil. Ari Folman debería ver Bloody Sunday y aprender cómo se recrea la desolación posterior a la batalla sin caer en lo vulgar de recorrer los cadáveres y describir sus formas, debería ver Nuit et brouillard y sentir el lirismo perturbador que envuelve a cada tortura, a cada asesinato injusto, el recuerdo de un hecho va, o debería ir, mucho más allá de la simple determinación de la culpa.
-Aquí puedo mencionar también el propio despliegue artístico de la propuesta, excelente en sí mismo pero desacompasado con el tono de la película. Narrar una matanza no requiere planos a contraluz de una bonita puesta de sol, no, al contrario, requiere oscuridad y requiere crudeza. Si las pretensiones de la película transcurren hacia lo dura que es la guerra y se nos intentan mostrar mediante una bonita animación recreándose en lo estupendo de los encuadres, la denuncia pierde su efecto en pos de la total sumisión a lo puramente estético. Vals con Bashir es antes un ejercicio de estilo que una reflexión sobre el dolor de la guerra y su recuerdo.
-Porque aquí llega el principal fallo de la película, lo que la convierte de decepcionante a absolutamente indignante. Desde el planteamiento de la historia hasta su estructura narrativa, durante los 80 minutos de metraje se nos muestra a un personaje buscando los recuerdos perdidos, los recuerdos de una masacre de la que, en su subsconsciente, se cree directamente culpable.
(y me salto al spoiler por si las moscas)
Entiendo que muchos destaqueis la parte artística, de verdad que lo comprendo y lo respeto, incluso a mi me ha hecho subirle la nota y concederle el aprobado, un aprobado a todas luces injusto para lo que ha conseguido indignarme la película en sí, especialmente en tres puntos muy concretos:
-Efectismo, sensiblería fácil. Ari Folman debería ver Bloody Sunday y aprender cómo se recrea la desolación posterior a la batalla sin caer en lo vulgar de recorrer los cadáveres y describir sus formas, debería ver Nuit et brouillard y sentir el lirismo perturbador que envuelve a cada tortura, a cada asesinato injusto, el recuerdo de un hecho va, o debería ir, mucho más allá de la simple determinación de la culpa.
-Aquí puedo mencionar también el propio despliegue artístico de la propuesta, excelente en sí mismo pero desacompasado con el tono de la película. Narrar una matanza no requiere planos a contraluz de una bonita puesta de sol, no, al contrario, requiere oscuridad y requiere crudeza. Si las pretensiones de la película transcurren hacia lo dura que es la guerra y se nos intentan mostrar mediante una bonita animación recreándose en lo estupendo de los encuadres, la denuncia pierde su efecto en pos de la total sumisión a lo puramente estético. Vals con Bashir es antes un ejercicio de estilo que una reflexión sobre el dolor de la guerra y su recuerdo.
-Porque aquí llega el principal fallo de la película, lo que la convierte de decepcionante a absolutamente indignante. Desde el planteamiento de la historia hasta su estructura narrativa, durante los 80 minutos de metraje se nos muestra a un personaje buscando los recuerdos perdidos, los recuerdos de una masacre de la que, en su subsconsciente, se cree directamente culpable.
(y me salto al spoiler por si las moscas)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todos los testimonios que recibe son de indulgencia hacia sus acciones, de comprensión hacia sus decisiones y lo que en su día pasó, en definitiva, de autocomplacencia. Todos y cada uno de los personajes que desfilan ante el protagonista se muestran totalmente ignorantes de lo que allí ocurrió, de su grado de implicación en el asunto y acaban por convencer a Ari de que la culpa tampoco es suya. Bien, pasando por alto un hecho tan grave como que todo lo anterior es completamente incierto (el Tsahal y el jefe del Estado Mayor, Ariel Sharon, fueron declarados culpables por la comisión abierta por el propio gobierno israelí), lo cual ya es mucho pasar por alto a mi modo de ver las cosas, tenemos que la película vuelca sus esfuerzos en intentar convencer al sufrido Ari de que su pesar es excesivo ya que su pasividad en aquel momento, igual que la de todos los soldados presentes, fue correcta, y lo que es más, que no debe sentir remordimientos por aquello porque no pudo hacer nada.
Bien, creo que con esto último, mi postura al respecto queda totalmente clara, a cada minuto que pasa estoy más indignado y me parece más increíble que sea el único de todos los que han escrito de Vals con Bashir que desprecie totalmente su mensaje y provoque en mi auténtico rechazo, por no decir asco. Y es que es verla y me duele el alma al saber que a alguien se le puede ocurrir cómo encontrar justificación a la pasividad ante tal masacre.
Finalmente, dejaré un par de cuestiones que me ha suscitado la película y que me gustaría que alguno de los que tan bien la ha puntuado me contestara:
Si su fin es puramente estético, ¿a qué vienen los 30 segundos del final? ¿A qué viene sacar a las víctimas cuando el punto de vista es el de los verdugos? ¿No es contradictorio sacar víctimas como tales cuando se ha instado al protagonista a que en sus recuerdos tome el papel de testigo?
¿De dónde nace el empeño de todos los que rodean a Ari de intentar que éste no se sienta culpable? ¿No es ésto contradictorio con lo que el amigo psiquiatra le dice sobre la posibilidad de fabricar recuerdos?
¿Está realmente justificado el despliegue estético que se realiza? Es decir, ¿es éste el enfoque adecuado para hacer memoria? ¿No resulta esta manera de hacer memoria ciertamente superficial?
Y por último, ¿de verdad es lo más remarcable de la masacre de Sabra y Shatila el trauma que ésta generó en el pueblo israelí? ¿De verdad?
Estoy abierto a recibir respuestas en el buzón, correo o donde ustedes prefieran, pero primero piensen sobre ello, creo que no se ha analizado lo suficiente en esta página lo que transmite la película.
Bien, creo que con esto último, mi postura al respecto queda totalmente clara, a cada minuto que pasa estoy más indignado y me parece más increíble que sea el único de todos los que han escrito de Vals con Bashir que desprecie totalmente su mensaje y provoque en mi auténtico rechazo, por no decir asco. Y es que es verla y me duele el alma al saber que a alguien se le puede ocurrir cómo encontrar justificación a la pasividad ante tal masacre.
Finalmente, dejaré un par de cuestiones que me ha suscitado la película y que me gustaría que alguno de los que tan bien la ha puntuado me contestara:
Si su fin es puramente estético, ¿a qué vienen los 30 segundos del final? ¿A qué viene sacar a las víctimas cuando el punto de vista es el de los verdugos? ¿No es contradictorio sacar víctimas como tales cuando se ha instado al protagonista a que en sus recuerdos tome el papel de testigo?
¿De dónde nace el empeño de todos los que rodean a Ari de intentar que éste no se sienta culpable? ¿No es ésto contradictorio con lo que el amigo psiquiatra le dice sobre la posibilidad de fabricar recuerdos?
¿Está realmente justificado el despliegue estético que se realiza? Es decir, ¿es éste el enfoque adecuado para hacer memoria? ¿No resulta esta manera de hacer memoria ciertamente superficial?
Y por último, ¿de verdad es lo más remarcable de la masacre de Sabra y Shatila el trauma que ésta generó en el pueblo israelí? ¿De verdad?
Estoy abierto a recibir respuestas en el buzón, correo o donde ustedes prefieran, pero primero piensen sobre ello, creo que no se ha analizado lo suficiente en esta página lo que transmite la película.
23 de febrero de 2009
23 de febrero de 2009
193 de 205 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una verdad a medias. Eso es la historia de la estupenda “Vals con Bashir” donde narran la masacre de los campamentos de refugiados palestinos Sabra y Chatila, localizados en las afueras occidentales de Beirut. Israel participante activo en esta masacre, bombardeó con aviones la ciudad durante dos días, violó el pacto con EUA de no ocupar Beirut occidental, se ocupó de cercar los campos de refugiados impidiendo que pudiera salir o entrar cualquier persona sin su consentimiento, bombardeó los campos con tanques, permitió la entrada de los falangistas cristianos, iluminó por las noches cual “estadio de fútbol” los campos con bengalas para que los falangistas siguieran con su matanza particular e hizo oídos sordos a las masacres de civiles. Su Ministro de Defensa, años más tarde, fue para colmo, primer ministro de Israel: Ariel Sharon.
Y no nos engañemos, cuando uno termina de ver esta película se queda con las sensación que el único pecado de Israel es moral y su implicación es secundaria, de simple observadores ante las atrocidades cometidas por los falangista cristianos en represalia al asesinato del mandatario electo libanés Bashir Gemayel cuando realmente tuvieron en sus manos la posibilidad de impedir que ocurrieran estos hechos.
Lo que tiene de estupenda esta película es lo bien construida que está. En como va trenzando la historia a base flashbacks arañados al doloroso recuerdo. El guión de Folman, tiene mucho de Memento (C. Nolan, 2000). Ari en lugar de perder la memoria como Leonard por un impacto en la cabeza, inhibe sus recuerdos dolorosos para su propia supervivencia.
Forman empieza con un portentoso inicio, con una estupenda abertura a esa caja de truenos llena de cicatrices. A partir de aquí, el protagonista, indaga en sus propios recuerdos, durante muchos años ausentes, completando un puzzle cruel y conmovedor.
El efectivo recurso del final lo usa el director para que el espectador despistado no saliera del cine con la sensación de haber visto una película de animación, sino unos hechos que realmente pasaron. Ari Forman, soldado en las Fuerzas de Defensa de Israel cuando sucedió la invasión del Líbano, crea un documental de animación para revivir la tragedia. Una fusión de géneros (pionera) con un estupendo guión que suple la ausencia de imágenes de archivo de aquellos hechos, al tratarse en su mayoría, de los propios recuerdos del realizador.
Los recuerdos cohibidos, por muy escondidos que estén, siempre nos estarán alimentando, siempre seguirán rondando en nuestra vida, y basta un pequeño incidente, un inoportuno trampolín, para que salten de nuevo a escena y nos llenen el cuerpo de cicatrices. Y esto es lo que Ari Forman nos ha contado. De una manera conmovedora, en una de las mejores películas del 2008.
Y no nos engañemos, cuando uno termina de ver esta película se queda con las sensación que el único pecado de Israel es moral y su implicación es secundaria, de simple observadores ante las atrocidades cometidas por los falangista cristianos en represalia al asesinato del mandatario electo libanés Bashir Gemayel cuando realmente tuvieron en sus manos la posibilidad de impedir que ocurrieran estos hechos.
Lo que tiene de estupenda esta película es lo bien construida que está. En como va trenzando la historia a base flashbacks arañados al doloroso recuerdo. El guión de Folman, tiene mucho de Memento (C. Nolan, 2000). Ari en lugar de perder la memoria como Leonard por un impacto en la cabeza, inhibe sus recuerdos dolorosos para su propia supervivencia.
Forman empieza con un portentoso inicio, con una estupenda abertura a esa caja de truenos llena de cicatrices. A partir de aquí, el protagonista, indaga en sus propios recuerdos, durante muchos años ausentes, completando un puzzle cruel y conmovedor.
El efectivo recurso del final lo usa el director para que el espectador despistado no saliera del cine con la sensación de haber visto una película de animación, sino unos hechos que realmente pasaron. Ari Forman, soldado en las Fuerzas de Defensa de Israel cuando sucedió la invasión del Líbano, crea un documental de animación para revivir la tragedia. Una fusión de géneros (pionera) con un estupendo guión que suple la ausencia de imágenes de archivo de aquellos hechos, al tratarse en su mayoría, de los propios recuerdos del realizador.
Los recuerdos cohibidos, por muy escondidos que estén, siempre nos estarán alimentando, siempre seguirán rondando en nuestra vida, y basta un pequeño incidente, un inoportuno trampolín, para que salten de nuevo a escena y nos llenen el cuerpo de cicatrices. Y esto es lo que Ari Forman nos ha contado. De una manera conmovedora, en una de las mejores películas del 2008.
1 de diciembre de 2008
1 de diciembre de 2008
104 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Vals con Bashir" es un film comprometido, arriesgado, profundamente emocional, que lleva al espectador a su terreno de manera ejemplar. Con un portentoso acabado técnico, se nos educa sobre un hecho histórico que muchos ignorarán, como es la matanza de refugiados en Líbano sucedida en 1982. Mediante un personaje principal, vamos descubriendo su vida, su historia, fundiendo imágenes oníricas con secuencias duras por su intensidad, por su realismo y su veraz forma de mostrar las secuencias.
Es un film de animación que trasciende de su "género": consigue emocionar, es informativo y lo hace de forma neutral, sin intentar modificar la opinión del espectador. No plantea dudas, no las resuelve: sólo muestra las cosas como fueron y es el espectador quien debe decidir. De quedarme con sólo una escena, sería indudablemente una en la que tres soldados salen caminando del agua lentamente mientras la ciudad, destruida, es iluminada con varias bengalas que caen del cielo. Una secuencia demoledora, tanto o más que las últimas imágenes, las que cierran el film de forma contundente. Ari Folman ha conseguido una nueva joya, un film que merece ser visto más de una vez, que se disfruta desde el minuto uno, que se convierte en uno de los mayores alegatos antibelicistas de los últimos años. Y ante todo, en una de las mejores obras cinematográficas de 2008. Un clásico instantáneo que, además, cuenta con una banda sonora que quita el habla.
Es un film de animación que trasciende de su "género": consigue emocionar, es informativo y lo hace de forma neutral, sin intentar modificar la opinión del espectador. No plantea dudas, no las resuelve: sólo muestra las cosas como fueron y es el espectador quien debe decidir. De quedarme con sólo una escena, sería indudablemente una en la que tres soldados salen caminando del agua lentamente mientras la ciudad, destruida, es iluminada con varias bengalas que caen del cielo. Una secuencia demoledora, tanto o más que las últimas imágenes, las que cierran el film de forma contundente. Ari Folman ha conseguido una nueva joya, un film que merece ser visto más de una vez, que se disfruta desde el minuto uno, que se convierte en uno de los mayores alegatos antibelicistas de los últimos años. Y ante todo, en una de las mejores obras cinematográficas de 2008. Un clásico instantáneo que, además, cuenta con una banda sonora que quita el habla.
2 de diciembre de 2008
2 de diciembre de 2008
71 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una conmoción. Un dolor intenso en el estómago. Ganas de leer a Rousseau y cobijarse en su creencia de que el ser humano es bueno por naturaleza. Acabas de ver Vals con Bashir, un excelente documental animado, sí, como suena, un documental animado, con sus fondos azules y sus bustos parlantes: vivir para ver. ¿Y si no puedes vivir lo suficiente? Así es la vida, así somos las personas: depredadoras y destructivas por naturaleza.
Vals con Bashir es un relato descorazonador que indaga en la misma naturaleza del ser humano, que analiza los mecanismos de la memoria, y cómo el horror y la culpabilidad afectan a la misma. Es un cuento film autobiográfico que se transforma en un bello canto comunal, la culpabilidad del propio Ari, da paso a la del pueblo israelí en primera instancia, y a la del alemán en segunda.
Maravillosos cinco minutos iniciales, a continuación un arranque un poco dubitativo, Folman sacrifica una parte para obtener el todo, deja que el espectador se pierda por el inmenso bosque que presenta, para después clavarle un puñal en el corazón y decirle: aquí estamos, yo, mis monstruos y mi inmensa capacidad para impactar con alguna de las imágenes más apabullantes de los últimos tiempos. ¿Y quién es Bashir? Bashir no fue más que la excusa, el fantasma que planea el relato, el líder carismático mancillado por sus propios seguidores. ¿Y el vals? El vals es la locura del pueblo, el sin sentido de la violencia. ¿Y el resto? ¿Qué es el resto? El resto es historia, historia de Oriente Próximo, del cine y de la humanidad.
Vals con Bashir es un relato descorazonador que indaga en la misma naturaleza del ser humano, que analiza los mecanismos de la memoria, y cómo el horror y la culpabilidad afectan a la misma. Es un cuento film autobiográfico que se transforma en un bello canto comunal, la culpabilidad del propio Ari, da paso a la del pueblo israelí en primera instancia, y a la del alemán en segunda.
Maravillosos cinco minutos iniciales, a continuación un arranque un poco dubitativo, Folman sacrifica una parte para obtener el todo, deja que el espectador se pierda por el inmenso bosque que presenta, para después clavarle un puñal en el corazón y decirle: aquí estamos, yo, mis monstruos y mi inmensa capacidad para impactar con alguna de las imágenes más apabullantes de los últimos tiempos. ¿Y quién es Bashir? Bashir no fue más que la excusa, el fantasma que planea el relato, el líder carismático mancillado por sus propios seguidores. ¿Y el vals? El vals es la locura del pueblo, el sin sentido de la violencia. ¿Y el resto? ¿Qué es el resto? El resto es historia, historia de Oriente Próximo, del cine y de la humanidad.
5 de septiembre de 2008
5 de septiembre de 2008
61 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuve la suerte de poder ver esta joya en Francia en verano de 2008 y estoy deseando que la estrenen en España para volver a disfrutarla, esperemos que no tarde mucho....
No diré más, id a verla porque realmente merece la pena. En mi humilde opinión se trata de una de las mejores películas de los últimos tiempos. Eso si, no se os ocurra llevar a vuestros hijos pequeños porque por momentos puede resultar dura. Muy recomendable sin embargo para los adolescentes y para todos los interesados por el conflicto arabe-israeli.
También en Israel hay gente comprometida y el valiente director Ari Folman merece una ovación más allá de su talento cinematográfico.
No diré más, id a verla porque realmente merece la pena. En mi humilde opinión se trata de una de las mejores películas de los últimos tiempos. Eso si, no se os ocurra llevar a vuestros hijos pequeños porque por momentos puede resultar dura. Muy recomendable sin embargo para los adolescentes y para todos los interesados por el conflicto arabe-israeli.
También en Israel hay gente comprometida y el valiente director Ari Folman merece una ovación más allá de su talento cinematográfico.
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