Libertad (Miniserie de TV)

Enrique Urbizu tiene una virtud a la hora de crear, pero también un hándicap, la virtud es que es el director capaz de crear mejor fotografía en sus series, hace un trabajo excepcional con el vestuario, las localizaciones, la imagen.
El hándicap es que a sus series siempre les falta lo mismo, vida, corazón, alma...Les falta que te provoquen cosas, y esta no iba a ser menos, pero es que además la elección actoral para mi ha sido tremendamente fallida, Bebe es todo lo contrario como actriz a su faceta como cantante, no te dice nada, tampoco el resto del equipo hace trabajos memorables. Es una pena, porque esta historia bien contada sería muy interesante, pero no, no está a la altura de lo que se esperaba de ella.

Es una auténtica pena que una serie con una tan buena producción y con unos oficios cinematográficos tan buenos caiga en errores de guión tan burdos.

Cuando un expectador medianamente culto quiere hacer "la suspensión de la realidad" para disfrutar de la historia le es imposible. Los personajes parecen muñecos articulados preciosistas que responden a la estética y visión cinematográfica de Urbizu, pero carecen de alma.

Tenemos un nuevo género, el "Western de bandoleros" es la mayor aportación del director, descubrir unos paralelismos históricos evidentes y llevarlos a sus últimas consecuencias.

Decía John Huston que eras un buen director cuando habías descubierto donde poner la cámara para que se vea la galopada recortada contra el horizonte, Urbizu lo sabe y si cuida el guión tal vez pueda hacer una obra maestra del género.

El casting es harina de otro costal, hay actores solventes y con un oficio increíble junto a debutantes bastante poco duchos en el arte del cine. Lo de Bebe huele a que el director no ha sabido o no la ha dejado hacer otra cosa que poner cara de pocos amigos o de madrecita, dos matices dos.

Los actores jóvenes no eran conscientes ni de la época ni del papel, no basta con utilizar el vos y ponerse lo que diga vestuario, hay que entender la motivación del personaje y eso se logra entre el director y el actor.

Hay novedades interesantes mezcladas con fiascos y personajes incomprensibles en la historia.

Por último la dirección de casting, seguramente ayudada por la producción ejecutiva se han cargado algo que podía haber estado muy bien.

Lástima.

El gran Urbizu pincha de nuevo en serie. Esta Libertad sigue la tendencia de la segunda temporada de su anterior serie Gigantes, que hundió los aparentemente sólidos cimientos de la primera a base de empalmar escenas supuestamente impactantes ligadas con un guión totalmente incoherente. Libertad cuenta una historia desdibujada, caótica y por momentos risible protagonizada por unos personajes (especialmente los principales, comenzando por Bebe, a la que no trago por su presunta "naturalidad" ante la cámara que a mi me parece pura pose) tremendamente huecos bajo su atractiva puesta en escena. Pero así son las series actuales.

Hasta la fecha, en la humilde opinión de este admirador de nuestro Folclore e Historia española, el tratamiento cinematográfico y televisivo de los bandoleros fue, generalmente romántico, épico y bienintencionado en el sentido de estar presentados con una cierta aureola glamurosa y simpática de héroes altruistas que eran admirados por el pueblo, (José María "El Tempranillo", Curro Jiménez, Pasos Largos) que luchaban contra la opresión, refugiándose en las sierras o montañas más cercanas a los parajes donde actuaban, ya fuera Andalucía o Castilla. En esta estupenda serie Enrique Urbizu, cineasta acreedor a mucha más valoración artística de la que se le concede, se decanta por un hiperrealismo y una fisicidad paisajística y humana muy cercana a lo antropológico.

La serie es en su estética un western con su iconografía más reconocible sin olvidarse de la idiosincrasia española, mezclando el clasicismo de Ford o Vidor con la estética violenta del Peckinpah más explicito, la influencia del paisaje y las virtudes y defectos más primitivos de la condición humana. Urbizu ha utilizado su cinefilia, mas todos sus conocimientos y experiencias dentro de su extensa carrera, donde destacan films como "La caja 507" o "No habrá paz para los malvados", fiel muestra del cine policíaco y la corrupción social e institucional. Como es habitual en el cine de Urbizu, la violencia y lo sórdido se palpa en toda su crudeza, la degeneración moral es lasciva, todos tenemos un precio, el ser humano es susceptible de caer en la tentación debido a sus circunstancias.

Estamos ante un relato cruel y fibroso de sabor áspero y brutalidad pasmosa, pero repleto de sugerencias. Lo que me ha impresionado no es la historia, sino cómo la cuenta Urbizu, la sobriedad de sus diálogos, la puesta en escena descarnada, la luz tenue y tenebrosa de las escenas nocturnas que recuerdan las pinturas de Goya, muy parecida a lo que Kubrick buscaba en Barry Lyndon, verosimilitud con la época histórica. “Libertad” presenta a una serie de personajes en busca de su libertad, tanto la personal de La Llanera, una madre coraje que intimida, como la peculiar del Lagartijo, bandido huraño, rencoroso y despiadado, pasando por la que el Aceituno reclama, siendo un rufián sin principios y sin futuro en el horizonte que determine sus fechorías. Pero también la del hijo de La Llanera, que desde su nacimiento en la prisión, se vio privado de toda libertad, hasta el día de su liberación, junto a su madre.

El destino de estos cuatro personajes, así como otros secundarios como son los representantes del poder establecido define el desarrollo, giros y subtramas hiladas a lo largo de cinco episodios, durante la invasión napoleónica de España. Urbizu propone segundas lecturas personales insinuando cierta homosexualidad, saliéndose de los estereotipos en las tramas de asaltadores de caminos. Las caras de los actores están cinceladas por la cámara que las expone sin tapujos, son de otra época con todas sus imperfecciones y arrugas de la vida nómada que practican. Los actores en manos de Urbizu se convierten en personajes que rompen con la imagen preestablecida que el espectador tiene de ellos, todos están verosímiles y perfectos, eso sólo lo consigue un gran cineasta.

Lo que más me sorprendió fue su ecléctica ambientación... sin buenos resultados. La construcción de algunos de sus personajes está lograda, mientras otros parecen sacados de un pequeño atelier dramático.

Voces impostadas, peinados y ropajes artificiosos, nada creíbles para la vieja España del siglo XIX que trata de recrear. Argumento injustificable, con multitud de detalles que no se han cuidado suficientemente.

Quien ha visto mucho cine, sabe a lo que me refiero, pero encontraremos espectadores agradecidos que disfrutan y se asombran, sin entender las importantes lagunas que presenta esta serie, pretendidamente "Libertaria".