Mare Nostrum

Mientras arreglan su barco mercante, el capitán Ulises Ferragut (Fernando Rey), se da una vuelta por Pompeya; la reparación va para largo. Este puede ser el prolegómeno de una aventura interesante que nadie querría perderse. Surge un idilio con una misteriosa mujer que se cruza en el camino; ella mantiene un círculo de amistades inquietante y encima, de fondo, un plan oculto nazi.

El argumento no puede ser más prometedor, el caso es que lo visto nos lleva a otras consideraciones. Fernando Rey es un gran actor y lo demostró, aquí y fuera de nuestras fronteras cuando apenas se venía de fuera a nuestra tierra a hacer fichajes, al lado de esa gachí llamada María Félix hay que dar la talla y cumple a pesar que por los tiempos que corrían por aquí falta psique cínica y sobran modales.

Así que hay recursos para el enamoramiento total y absoluto de ella, más o menos atractivos o aunque algo solemnes. Con la tragedia marítima, la trayectoria de la película deriva hacia un dramón tormentoso. Desde mi punto de vista, ha faltado ensañamiento en las intenciones carnales. Sabemos de la limitación por la censura, de acuerdo, pero podía haberse rebajado ese aire de castidad y devoción amorosa con insinuaciones disfrazadas; y sobre todo ha faltado algo de exaltación de la maldad, de apología del nazismo por parte de los espías para dar más nervio y crueldad al entramado, estoy hablando de más secretismo, creo que se me entiende.

Satisface, en todo caso, viéndola como historia convencional, comedida y propia de la época donde queda anclada.

Una adaptación de una obra de Blasco Ibañez que fue un autor que en algunas de sus creaciones literarias carecía muchas veces de sentido de la medida pues siempre eran implacables tragedias las que surgian en la mente del autor. La adaptación propuesta por Suevia Films merece muchos elogios porque puede encandilar todavía a los espectadores amantes del romanticismo clásico colocado dentro de la guerra y del espionaje. Junto a la exquisita sensibilidad que Rafael Gil demostró a veces dentro de su muy irregular carrera se deben destacar las geniales creaciones de Fernando Rey, Guillermo Marín, Porfiria Sanchiz y María Félix que por cierto tuvo algún problema con el director de fotografía ya que este hombre le metió prisa un dia mientras se estaba maquillando y esto no le sentó bien a la estrella dado el peculiar carácter que tenia. Hay diálogos muy buenos como aquel en el que María Félix le dice a Fernando Rey algo así como "que bien conoces este mar" a lo que él contesta "ojalá conociera tan bien a los hombres". Verdaderamente la elección de actores fue estupenda contando también con algunos de los secundarios habituales entonces en el cine de Gil como Nieto o Espantaleón. "Mare Nostrum" es una película muy digna fechada en un momento en el que el cine español renacía lleno de entusiasmo y empuje. La siguiente película de Gil con María Félix que fue "Una mujer cualquiera" resultó igualmente notable mientras que en "La noche del sábado" los resultados fueron más discretos.

Hay películas que pertenecen a su tiempo y a su público, filmadas en función de la estrella, donde todo gira alrededor de la diva, porque eso era lo que esperaba el público, en esta ocasión se trata de la más grande estrella mejicana del cine de los 50. Que no significa que la película sea buena o mala, sólo que rinde pleitesía y servidumbre a un determinado estilo de hacer cine. Primera de las tres películas que rodó la cantante y actriz mexicana María Félix, una mujer de una belleza deslumbrante y una carnalidad seductora, a las órdenes de Rafael Gil, uno de los cineastas más prestigiosos del cine español de entonces (las otras dos serían “Una mujer cualquiera” y “La noche del sábado”) películas que ardo en deseos de ver. Existe, asimismo una versión muda americana de igual título, dirigida por Rex Ingram en 1926.

Mito erótico de su tiempo y espía alemana en esta adaptación de la célebre novela homónima de Blasco Ibáñez, a diferencia de la obra literaria de 1916 que aludía a la 1ª Gran Guerra, aquí la acción transcurre durante la 2ª Guerra Mundial, justo cuando los alemanes invaden Polonia, por actualizarla y por intereses políticos que pretendían dejar claro que España había sido neutral en el reciente conflicto mundial. Sobre las ruinas de Ponpeya que destrozó el Vesubio se construye el pasional amor de dos seres incompatibles pero arrastrados por la fatalidad del destino. La irresistible Freyra (la Afrodita de la cultura germana) luce un nombre de las óperas de Wagner, música que aburre a Ulises, pero el marino español es seducido irremediablemente por la walkiria teutona. En 1939, el mercante español 'Mare Nostrum' entra en el puerto de Nápoles para arreglar una avería. Ulises Ferragut (Fernando Rey), el capitán, aprovecha para pasear por Pompeya en donde conocerá a una enigmática mujer. Pero Freyra es una espía alemana que es capaz de hacer cualquier cosa para conseguir información.

”Mare Nostrumes un producto de prestigio pero tambén comercial, fue producida por Cesáreo González, el hombre que se erigió en la alternativa al colosalismo de Cifesa, precisamente triunfante en aquel momento, y estaba destinada a ese ectoplasma jamás convertido en un cuerpo real que es el mercado suramericano, pues la novela era muy popular por aquellos lares. De ahí la presencia de Maria Félix como cabecera de reparto, de Porfiria Sánchez y de la película misma, con ese tono de barniz cultural que le confiere el jugar a moderna versión del mito de Ulises. Fernando Rey demuestra lo gran actor que era, adquiriendo seguridad, aplomo y un rostro noble.

La revisión de la película resulta interesante, no únicamente para los aficionados a la mitología, también para los cinéfilos. Para espíritus dispuestos a descubrir momentos mágicos o misteriosos, fruto de una reconsideración de la filmografía española desde unos criterios que no sean estrictamente políticos o ideológicos. Cabe pues la sorpresa, aunque la trayectoria de Rafael Gil más bien nos incline a sospechar que todo quedará reducido a una pulcra pero desustanciada demostración de academicismo. Los entusiasmos culturales son preferibles a los reproches populistas, pues había quien recordaba, en tono airado, la filiación republicana de Blasco Ibáñez. El Círculo de Escritores Cinematográficos le entregó el premio a mejor director a Rafael Gil por esta producción y a Fernando Rey el de mejor actor, por su parte el Sindicato Nacional del Espectáculo le otorgó una Mención Especial como mejor película del año.

Interesante y digna película española de la época que adapta la novela homónima de Blasco Ibáñez, con una bellísima María Félix que cruza el charco para hacer un buen papel de "mujer fatal" y enredar, cual sirena, al capitán Ulises F. en el Mediterráneo, de Nápoles a Alejandría. A la morena María Félix le sienta fenomenal el cine en blanco y negro y con claroscuros, como es el de esta película.

Lógicamente para el estado del cine español de la posguerra, donde más se resiente "Mare Nostrum" es en sus decorados de cartón piedra y sin casi escenarios naturales. También llama la atención como los malos son los nazis alemanes, algo que unos años antes hubiera sido difícil que se viera en el cine español.

Con todo, una entretenida historia escrita por Blasco Ibáñez que, como suele pasar en estos lares, tuvo más fama fuera de España. No nos olvidemos de las dos adaptaciones de "Los cuatro jinetes del apocalipsis".

Curiosa y en líneas generales bastante amena adaptación de la novela de Vicente Blasco Ibáñez, coproducción entre España e Italia.
Es una producción por parte española de Suevia Films, esto es, de Cesáreo González, y si digo que resulta curiosa es por ver a muchos intérpretes españoles haciendo de italianos, con acento algo parecido al transalpino. No molesta, pero hace sonreír un poco.
Posee una preciosa fotografía en blanco y negro, a cargo de Alfredo Fraile, y la música de Juan Quintero pues suena como sonaban casi todas las pelis españolas de los años cuarenta, esto es, muy rimbombante.
Destaca también por existir dos o tres cortes de escenas algo abruptas, sobre todo una, que no se entiende bien al pasar una del corte que le pega María Félix a Fernando Rey diciéndole que no quiere saber nada de él, a la siguiente escena, donde aparece ella todo enamorada y él entregado. ¿Qué ha pasado ahí? Misterio.
Por lo demás, la unión de los géneros meramente romántico, con el thriller político y de mero espionaje, está bien llevado, aunque no resulta creíble.
Lo mejor son la puesta en escena de Rafael Gil, que sabía dirigir, no cabe duda, y las buenas interpretaciones, sobre todo de Fernando Rey, ganador del premio al mejor actor, otorgado por el Círculo de Críticos de Cine Españoles del año 1948. En cuanto a María Félix (haciendo de alemana), tan bella que es completamente creíble que un hombre caiga enseguida rendido a sus pies. Le basta una mirada para derretir a cualquiera.
En fin, que no aburre nada y es distraída en todo momento, amén de que se agradece que en aquella época se intentara llevar a la pantalla obras de esta magnitud y argumento.
Por lo demás, el paso del tiempo no le ha hecho ningún bien, pero tampoco la ha machacado. Se puede seguir viendo sin problemas.

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