Haz click aquí para copiar la URL

Mi vida es mi vida

Drama Robert Dupea, que fue un niño prodigio como pianista, trabaja en unas explotaciones petrolíferas. Cuando vuelve a ver a su hermana, convertida en una famosa pianista, decide volver a sus orígenes y al camino que abandonó. (FILMAFFINITY)
1 2 3 4 >>
Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
3 de mayo de 2006
80 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Símbolo de la rebeldía y desencanto generacional. El protagonista, un talentoso músico, prefiere vivir lejos de su familia, trabajar en una explotación petrolífera (cerveza, bolos, folk, amigos que viven en una caravana...) y convivir con una estúpida camarera antes que volver con su familia de músicos. No se encuentra satisfecho en ninguno de esos dos mundos contradictorios. Esos dos mundos, que representan las diferencias de clase pero también las diferencias generacionales, no le ofrecen salida. No hay lugar para él entre los esquematizados "intelectuales” ni en la más esquematizada aún clase baja (una vida, como así se nos muestra, basada en la familia y tener hijos por tenerlos, pasar las noches por pasarlas...). La película, por tanto, ofrece un convincente retrato de la frustración y angustia del protagonista que encaja muy bien con la sociedad americana de entonces como se aprecia en muchas otras películas similares.

No se libra nadie: las lesbianas contracultura, el sistema que no es capaz de servir dos tostadas sin cortocircuitarse, el propio protagonista que no es capaz de vivir según los ideales del padre ni encontrar su propio camino, los intelectuales plastas...

Hoy en día es aún una película que engancha (sirve fundamentalmente como testimonio muy claro de las inquietudes de una época) y apasiona a ratos gracias, sobre todo, a la interpretación de un Nicholson redondo en el retrato de ese personaje hastiado y sarcástico (Karen Black también se luce a pesar del trazo grueso con que está perfilado su personaje).

Es curioso que este personaje no se perdone ni encuentre a sí mismo y viva en esa constante angustia mientras que los que le rodean (familia, amigos y novia), que son los que le sufren, caigan rendidos ante su innegable encanto. Como si el personaje fuera portador de una desengaño que los demás no comprenden pero intuyen. Especialmente interesante desde este punto de vista es el pánico de K. Black a perder a Nicholson y la dependencia que tiene. Cuestiones que meten al protagonista en un callejón sin salida aún mayor y que encaja muy bien con el final; un final que deja claro que el protagonista no puede hacer frente a nada de lo que se le ofrece.

Algo estaba cambiando en los EEUU. La TV ya plenamente instalada había cambiado la visión de los espectadores, Nixon, Vietnam, los hippies, easy rider, Bob Dylan con guitarra eléctrica (¡satanás!), la cultura popular imponiéndose... Todo se volvía más adulto, más serio, más explícito. El rechazo a los valores tradicionales que empezó a fraguarse en los sesenta. En el cine se diluía lo que se ha dado en llamar estilo clásico y se añadía a los fotogramas una nueva dimensión, la de la búsqueda de un realismo exacerbado (visual y temático). Alguno podría decir que así se perdió también algo de magia, pero es cuestión de opiniones.
Bloomsday
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 de julio de 2006
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta cinta de 1970, primer papel protagonista de Jack Nicholson después de su impactante aparición en Easy Rider, Bob Rafelson nos narra con sencillez y concisión la desventurada vida sin destino y a la deriva de Robert Dupea, hijo de una prestigiosa familia de músicos venidos a menos.

Robert encarna el espíritu rebelde del 69, viviendo la vida a su manera como en un momento de la cinta le espeta a su íntimo amigo y compañero de trabajo en la refinería de petróleo Eltohn (estupendo Billy Green Bush), cuando éste le abronca por no iniciar una vida en familia con su anodina novia Rayette (espléndida Karen Black, no en vano fue nominada al oscar).

Tanto Robert como Eltohn entablan una especial relación de amistad por compartir muchos de los ideales en la vida. En la realidad sucede que cada ser humano se topa con mucha gente pero al final sólo se decide por aquellos que comparten una misma situación (de ilusión, de fracaso, de visión de las cosas, etc...).

Una magnífica fotografía de tonos crepuscularmente ocres y amarillentos que enfatizan los momentos de desorientación, incertidumbre y deriva en la vida de Robert, completan esta más que correcta cinta de Rafelson sobre un alma desasosegada e inconformista.

Nicholson apunta maneras aunque aún le falte un largo trecho para destaparse como uno de los mejores actores de siempre.

Interesante película costumbrista y existencialista. Meritoria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
burton
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9 de noviembre de 2009
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Five Easy Pieces fue el segundo largometraje de Bob Rafelson. Con un coste de solo 800.000 dólares en principio se trataba de una película personal y minoritaria, pero se convirtió en un titulo bastante popular y taquillero, que recibió varias nominaciones al Oscar.

La película muestra a un hombre y una cultura divididos. Robert Eroica Dupea es conocido como Bobby, lo que oculta tanto la ironía implícita en su nombre completo (rara vez se muestra heroico) como la referencia a la famosa sinfonía de Beethoven. Solo hacia la mitad de película se descubre que ha rechazado su pasado, representado por su familia (todos aficionados o profesionales de la música clásica) y ha dejado de desarrollar su talento como pianista, que se revela en una sorprendente y asombrosa escena, cuando encuentra un piano en lo alto de un camión abierto, y se pone a tocarlo de una manera brillante. Bobby es un hombre dividido a todos sus niveles, vive con Rayette, una camarera de clase obrera, pero el hecho de que pase su tiempo escuchando country irrita a Bobby, cuyos gustos musicales siguen siendo más refinados de lo que el mismo querría.

Bobby no encaja en ninguno de los dos ambientes, distanciado de su aburguesada familia, decide vivir en una caravana, aceptar los empleos mas diversos y estar siempre en movimiento... aunque sin dirigirse a ningún sitio en concreto, "Simplemente me alejo de las cosas cuando empiezan a ir mal" dice en un momento en concreto, ni en el obrero representado por Rayette, ni en el mas refinado representado su familia, busca su lugar en el mundo, y ese lugar solo puede estar al norte, en Alaska, como nos muestra el bellísimo plano final (genial fotografía de Laszlo Kovaks), que es uno de los mejores del cine americano de los 70. La composición de Nicholson, la mejor de su carrera. Obra maestra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Iñigo Montoya
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
26 de diciembre de 2007
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una realización muy vigorosa, un guión directo y descarnado, con muy buenos diálogos Bob Rafelson realiza un drama muy convincente en el que plasma las contradicciones de un ser humano que busca su lugar en el mundo.
A todas estas buenas cualidades hay que añadir una excelente e impecable interpretación de Jack Nicholson que nos muestra a su personaje en toda su amplitud.
Una buena fotografía sobre todo de exteriores y la música para piano dan mayor empaque si cabe a este film.
El contexto del film ( los años 70 ) resulta sumamente interesante y es el telón de fondo a traves del cual se puede entender aún más si cabe al protagonista.
Un drama enmarcado en una época y en una sociedad cambiantes pero realizado a la manera clásica siendo este entre otros su mayor acierto.
Un saludo, Efelson.
efelson
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7 de noviembre de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exilio de rebeldía. La incapacidad conformista en un mundo vulgar. Desubicación de talento. Suicidio del alma. Toxicidad rebotada. Lamentos de inmadurez perdidos en un océano de sueños desmotivadores. Repelente amargura que todavía ama.

Rob Rafelson elabora una obra pequeña y difícil. Crea personajes con cierta complejidad, encerrados en un mundo de desolación. Unos se rebelan ante vidas planificadas y otros se resignan ante la desdicha.

Su discurso es sutil, pero identificable. Brechas generacionales, sueños en descomposición, diferencia de clases, egos escarmentados, futuros fantasmales y caprichos carnales. Todo ello con la suficiente credibilidad sentimental que ofrece un reparto en estado de gracia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
La puerta de Tannhäuser
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow