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Sangre fácil

Thriller. Cine negro Texas. Una joven casada y muy seductora cae en brazos de Ray, uno de los empleados de su marido. Enterado por un detective privado de la infidelidad de su mujer y obsesionado por la traición, Julian se decide a preparar el asesinato de ambos. (FILMAFFINITY)
Críticas 87
Críticas ordenadas por utilidad
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8
18 de junio de 2009
84 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima de los hermanos Joel y Ethan Coen (“Fargo”, 1996), autores a la vez del guión. Se rueda en escenarios reales de Austin, Houston, Hutto y Round Rock (Texas), con un presupuesto de 1,5 M USD, financiado con fondos aportados por 60 financiadores. Producido por Ethan Coen para Foxton Entertainment y River Road Productions, se proyecta por primera vez en público el 7-IX-1984 (Toronto Film Festival, Canadá).

La acción dramática tiene lugar en Texas a lo largo de varias semanas de 1984. Julian Marty (Hedaya), titular del bar de carretera “Neon Boots” (Texas), sospecha que su mujer Abby (McDormand) mantiene un idilio secreto con el barman de su establecimiento, Ray (Getz). Encarga una investigación al detective privado Loren Visser (Walsh). Las pruebas que éste aporta son positivas y concluyentes, por lo que Marty encarga a Visser que mate a los dos amantes. El peso de la casualidad y del absurdo hace que las cosas se compliquen mucho y no salgan como Marty ha previsto. Marty es serio, callado y mortalmente aburrido. Visser carece de escrúpulos y es demencialmente codicioso. Abby es atractiva, joven e inocente. Ray es joven, apuesto y se lleva muy bien con Abby.

El film suma crimen, drama y thriller. Juega con múltiples referencias clásicas, que desmonta, reconstruye y reinterpreta al servicio de un relato personalísimo, singular y posmoderno. Añade algunas imágenes desorbitadas propias de cintas de terror gore de serie B. El argumento, muy sencillo, desarrolla una historia de infidelidades, engaños, malentendidos y asesinatos. La acción tiene lugar en el contexto de una atmósfera densa, malsana y claustrofóbica, poblada de personajes grotescos, vacíos, infelices, perdedores, patéticos y, sobre todo, inolvidables. La narración se presenta llena de inventiva y de ocurrentes hallazgos visuales y narrativos, como la cámara que evita a un borracho volcado sobre la barra del bar, la que sigue de cerca a ras del suelo los pasos del barman de color, Maurice (Williams), el plano contrapicado de la gota de agua del codo de la cañería, etc.

La narración es pausada, brillante y se da llena de intuición e inventiva. Incorpora referencias de homenaje a películas de Hitchcock, Fritz Lang, Orson Welles, etc. y de películas propias. La demostración de lo difícil que a veces es matar a un hombre evoca a Gromek, de “Cortina rasgada” (Hitchcock, 1966); el azaroso traslado de un moribundo por Ray evoca a Norman Bates, de “Psicosis” (Hitchcock, 1960); la figura del detective Visser recuerda a la de Hank Quinlan, de “Sed de mal” (Welles, 1958). El análisis del primer trabajo de los Coen pone de manifiesto la coherencia estilística de éstos desde el principio, donde ya se contienen numerosos elementos que desarrollan después.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Abundan los lances de humor, especialmente de humor negro y macabro, que en ocasiones se sirven de la burla. Marty es tan serio que da risa, su condición de cornudo es tan patética que suena a guasa. La figura de Visser se asocia con insectos, desde el VW tipo 1 (“escarabajo”) que conduce, hasta los pequeños parásitos que se pegan a su rostro. Aunque abundan los espacios abiertos, los personajes se mueven en escenarios que trasmiten la sensación de un mundo cerrado, claustrofóbico y asfixiante. La oscuridad es la condición habitual del espacio escénico, de tal manera que la luz se convierte en un elemento portador de peligros y amenazas. Un asesinato se produce cuando la presencia de la víctima es delatada por la luz de una bombilla eléctrica.

Son escenas destacadas la del azaroso traslado de un moribundo capaz de disparar, la pared convertida en un colador de agujeros de bala, el terror fantástico de la pesadilla de Abby, la conversación de una pareja en el interior de un coche una noche de lluvia y otras.

El film plantea reflexiones incómodas. Muestra un mundo sórdido en el que abunda una violencia dura, despreciable y envilecedora. Presenta la náusea que produce el mundo del crimen. Contiene referencias críticas de la América profunda. Ofrece una visión desesperanzada del matrimonio y de las relaciones de pareja estable. Habla de la incomunicación, del peso de la casualidad y de la fuerza del absurdo.

La banda sonora, de Carter Burwell, colaborador habitual de los hermanos Coen, aporta una partitura minimalista, sencilla, intensa y obsesiva, de gran eficacia. Con las notas recurrentes del piano crea sentimientos de inquietud y terror. La fotografía, de Barry Sonnenfeld ("Arizona baby", 1987), hace uso de una película de alta sensibilidad que permite trabajar a niveles muy bajos de luz. De ese modo se hace posible filmar escenas nocturnas llenas de sombras, que producen sensaciones de encierro y angustia. Abundan los planos cortos, los travellings, los encuadres de detalle. La narración es visualmente grata y atractiva.


Cf. Tonio ALARCÓN, “Joel y Ethan Coen”, ‘Dirigido por’, nº 382, págs. 42-61, octubre 2008.
Sergi SÁNCHEZ, “Sangre fácil”, ‘La Razón’, 15-IX-2000.
9
28 de mayo de 2006
83 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Óptima ópera prima de los Cohen, quienes en esta ocasión firman esta estupenda cinta que sin llegar a la categoría de obra maestra, sí que es indicativa del camino a seguir por estos talentosos artistas de origen judío.

Sin llegar a la apoteosis artística de cintas posteriores tales como Fargo, El Gran Lebowski y sobre todo muerte entre las Flores, la cinta arranca con un ritmo trepidante teñida de negro azabache.

A la voz en off de un detective sin escrúpulos, entonada con el típico acento texano, filosofando sobre la individualidad del ser humano y del texano en particular, le sigue la narración de los hechos acontecidos durante el horizonte temporal en el que tiene lugar la trama (algo parecido a lo que ocurre por ejemplo en su obra maestra posterior El Gran Lebowski); En la penumbra de una lluviosa noche, un hombre, Ray (John Getz) y una mujer Abby (Frances McDormand) entablan dentro de un coche, una enigmática conversación que pone en antecedentes al espectador, arrebatándoles todo viso de concentración e interés.

A partir de entonces se desencadenan toda una serie de trágicos sucesos rebosantes de un apabullante humor negro con el inconfundible distintivo de la factoría Cohen.

Como muy bien dice la voz en off a modo de prólogo de la obra: "...a veces en la vida, en determinadas circunstancias sucede algo que hace que las cosas se compliquen aún más...".

Y de eso es precisamente de lo que va esta película, la cual revestida de ese por momentos hilarante y absurdo humor negro de los Cohen, adquiere altibajos de paroxismo incontenido y tragedia que inundan la retina del espectador con inolvidables fotogramas puntuales, tales como el Bar de carretera "Neon Boots" propiedad del marido Julian (Dan Hendaya), y escenario de algunas de las situaciones más grotescas jamás filmadas por cámara cinematográfica alguna..., un viaje de noche a través de las solitarias carreteras texanas y con un muerto en el maletero, mientras un radio-predicador alerta a los oyentes sobre el anticristo en tiempos de alianza de naciones (¿les suena ésto?)..., grotescos detectives sin escrúpulo alguno cuya única motivación parece ser la avaricia, saltándose los límites de lo legal y movidos únicamente por un impulso egoistamente individual tal y como se comentaba en el prólogo de la cinta....

Y sobre todo una buena película que sin llegar a la consideración de obra maestra sí que al menos elucubra la sólida carrera aún por cimentar de esta pareja de talentosos artistas hermanados por algo más que un vínculo fraternal; el gusto por el buen cine independiente, estilosamente elegante y sobre todo reinventando un género (cine azabache) que empezaba ya a languidecer después de pasar el apogeo de los grandes tiempos del cine negro.

Para no perderse.
7
9 de junio de 2011
50 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Huele a talento desde el principio esta obra. Imperfecta, pero es un buen catálogo de todo lo que los Coen (sin hache, que me tenéis 'arto') entregarían después. Un gran debut, sobre todo en la dirección más que en el guión. Planos buenísimos, dobles sentidos que solo pillan ellos y un buen puñado de detalles, como las balas del revólver (en todo momento tenemos presente cuántas hay en el cargador) o los pescaítos.

La historia no es muy compleja: una pava cornea a su pavo con otro pavo. Hay otro pavo con sombrero tejano y de repugnante transpiración que contratan para espíar a la parejita y hala, a enredar la maraña entre los cuatro hasta donde sea posible.

Es una historia resultona y entretenida, con varias situaciones cumbre, pero en algunos momentos desesperante, sobretodo por la bajada de azúcar permanente que sufre el tal Ray y sobre la cual divulgaremos en el spoiler.

La BSO es molona, el ritmo es pausado pero seguro y la ambientación está bien lograda. Se respira Texas en cada plano. A mí, Texas me gusta mucho. Pero desde mi casa. Las interpretaciones son un poco de cartón-piedra, pero bueno, son los Coen y es Texas. Muy potable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Pues eso, el tal Ray con tal de no pronunciar más de 6 palabras seguidas y tener que realizar el sobreesfuerzo de tragar saliva, enreda la maraña con su churri al volver de enterrar al hombre que se muere a ratos. Esa escena es desesperante, ahí es donde se produce la principal confusión que sirve de agarre a la trama pero es que cuesta horrores creerse la conversación que ambos mantienen a base de metáforas, frases inacabadas, preguntas sin respuesta y telepatía. Esta es una de las cosas que más me molestan de las pelis, pero bueno, cada uno a lo suyo.

Está claro que la única salida que tiene esto es que los Coen querían disertar sobre la falta de comunicación de un modo muy exagerado. Sangre fácil, comunicación difícil.

Otra escena que es grandiosa pero tiene un momento desesperante es cuando el zombi empieza a jugar a la ruleta rusa individual con el bueno de Ray y este se acerca a quitársela como el que va a encender la luz al llegar de juerga a las 5 de la mañana. ¡Más sangre, Ray!

Aún así, película muy recomendable para los amantes del cine negro y para los amantes a secas, así saben a qué atenerse.
6
5 de mayo de 2006
61 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película original y endiablada como para realizar una crítica con algo de lustre. Todos los que la han visto (incluida mi lista de amigos para los que en ninguno de los casos -once en total- baja del siete), convendran conmigo en que si obviamos el alargamiento innecesario de muchos silencios y recorridos técnicos con la cámara... pues la trama se quedaría en media hora de film. Al estar más pendientes de cómo rodar que del rodaje en su totalidad (lo que incluye mejorar el guión, los giros, el climax o los diálogos) pierde fuerza y te deja con la sensación de que te han querido enseñar un cuadro sobre el arco iris y se han olvidado del verde y del rojo.

Lo que sí me pone, es la manera en la que comienzan muchos de los distintos planos que componen la historia, los distintos encuadres y el sabio uso de la iluminación. Que sea una ópera prima o no, pienso que ni sube ni quita, y también pienso que a los fans de Memento (aunque poco tenga que ver con ella) les gustará más que a mí. Resumiendo, mucha técnica y mucho cuadro pero poca chicha con el guión.

PD. Lease la crítica número 2 del amigo Bloomsday.
9
30 de julio de 2008
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribir sobre “Blood Simple” en FilmAffinity es un hermoso comienzo. Es mi “bautismo” en este portal, tal y como lo fue en el cine la primera película de unos creadores que para mí son fundamentales. Comenzaron a hacer cine en los años ochenta, cuando empecé a tener conciencia cinematográfica y cuando desarrollé mi gusto por el cine. He visto prácticamente todas sus películas y ninguna de ellas me ha disgustado (pese a que alguna supuso una ligera decepción). Todo lo contrario: la mayor parte de ellas me entusiasman, y en particular las que se acercan al género que creo que mejor dominan: el negro o thriller. Porque quienes disfrutamos con sus películas, sabemos muy bien la personalísima lectura que hacen del género, y el magnífico aderezo en clave de humor que impregnan muchos de los fotogramas. Esto es lo que ofrece “Blood Simple”: una historia de adulterio, celos, avaricia y crimen, que en manos ajenas hubiese podido dar lugar a un bodrio pero que en el caso que nos ocupa se convierte en un exquisito ejercicio cinematográfico.

“Blood Simple” es un modelo dentro del propio cine de los Coen, y también un modelo de hacer buen cine: contar historias usando una narrativa milimétrica, desmontar tópicos desde los mismos tópicos, manejar los recursos de los que se dispone para conseguir un producto de calidad, construir imágenes que perduran en la retina y se visionan con gusto una y otra vez. No es la primera película que vi de su filmografía, pero me ilusionó mucho ver su primera creación, y comprobar que todo lo que había leído y comprobado por mí mismo era cierto. Tuve la suerte, además, de verla en gran pantalla, gracias a la valentía de una sala alicantina que tras su primer cierre por motivos económicos trató de orientar sus proyecciones hacia el cine de calidad atemporal y no a los estrenos. Y en versión original, todo un milagro por estas tierras y una verdadera delicia tratándose de un reparto en el que destacan unos actores y actrices no demasiado conocidos (muchos son secundarios de solvencia y capacidad sobradamente reconocida) que trabajan dejándose (o metiéndose en) la piel en (de) los personajes.

“Blood Simple” es la declaración de intenciones de unos tipos que se nota que disfrutan haciendo películas. Si todas las personas que se dedican a hacer películas hiciesen lo mismo, si el cine no fuese también industria, no tendríamos lo que habitualmente tenemos. No, tendríamos mucho más. Habría cantidad de películas buenas y eso, como todo, entraría en el terreno del exceso. Y bien sabemos que los excesos pasan factura. Qué lástima.

Vean “Spoiler” por favor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-Ray: ¿Quién era?
-Abby: Él.
-Ray: ¿Quién?
-Abby: Mi marido.
-(risa incrédula de Ray).

Esta escena, en la que el pobre Ray recibe la noticia de una "nueva resurrección" del adúltero marido de Abby, es, en mi opinión, la clave de toda la película, el momento en el que todo espectador que haya sobrevivido a las trampas del argumento y haya tratado de "comprender" qué clase de embrollo nos han montado, se da cuenta de que asistimos a la odisea de unos personajes sumidos en una tragedia cotidiana (sí, ya en los años ochenta sucedía esto): la falta de comunicación entre las personas. Y a estas alturas, ya casi completada la primera década del siglo XXI, por mucha red de redes y telefonía celular, seguimos inmersos en un modelo de sociedad, la occidental para no irnos muy lejos, en el que la comunicación real entre las personas sigue siendo prácticamente nula, como mínimo en los asuntos más importantes y en los momentos más cruciales de nuestras vidas.

Los Coen comenzaron con brío su carrera, y lo hicieron analizando una de las constantes de muchos de sus filmes: el cuasi-autismo psicopático de los personajes de sus historias más negras. Esta película tiene, posteriormente, tres revisiones, en cuanto a temática, hechas por ellos mismos: "Fargo", donde incluso dentro de la familia no hay lugar para el entendimiento, y en la que la cegadora estupidez de ciertos personajes se hace más patente; "No Country For Old Men", en la que rizan el rizo respecto a lo ya comentado: el asesino encarnado por Bardem simbolizaría el tótem de este arquetipo, el incomunicado por excelencia, el ser más solitario (y a la postre exterminador) sobre la faz de la tierra. No olvidemos “The man who wasn’t there”, en la que con otros colores, otra época, un estilo más refinado y poético (¿fantástico?), nos pintan la misma patología dentro de un colectivo social, narrada por el propio protagonista, el más silencioso de todos.

En las cuatro, los Coen reflexionan sobre este gravísimo problema social que amenaza con volvernos a todos idiotas, de manera que acabemos liquidándonos unos a otros cuando ya no sepamos "descifrar" el sentido de lo que un semejante hace, y veamos amenazada nuestra vida con cualquier movimiento o expresión facial que no comprendemos y no nos de la gana esforzarnos en comprender. Estas cosas suceden en "Blood Simple", y es la irónica manera que los Coen tienen de avisarnos de lo mal que están las cosas en América* y lo fácil que es derramar sangre cuando se sacan las cosas de quicio, la que lleva este film al ático de la calidad.

* No digamos en el mundo: también, al principio, cuenta irónicamente en off el detective que en Rusia cada uno va a lo suyo...”el mundo está lleno de quejicas”; genial, a todas luces.
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