Amar
4.8
2,427
Romance. Drama
Laura y Carlos tienen 17 años y se quieren con la locura del primer amor. Se aman como si cada día fuera el último, con una intensidad furiosa, casi enfermiza. Incluso Carlos fabrica dos máscaras de gas unidas por un tubo para que puedan respirarse el uno al otro. Pero su pasión tendrá que enfrentarse a las inseguridades y a los celos, y será entonces cuando se hagan daño. Ópera prima de Esteban Crespo, director de siete cortometrajes, ... [+]
24 de marzo de 2017
24 de marzo de 2017
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
La "oda al primer amor" es algo que hemos visto antes en el cine unas cuantas veces y puede que de primeras ya aburra a alguien. No es mi caso. Le tengo muchas ganas a la peli, de hecho.
'Amar' se deja ver. No se me hace aburrida en ningún momento. Los primerizos María Pedraza y Pol Monen derrochan carisma en pantalla y su química es innegable. Natalia Tena sabe sacarle jugo a su papel y el resto del reparto cumple muy bien. Pero aun con todo esto, la película no me resulta lo suficientemente sólida.
Las escafandras, las palmeras, la escena del ascensor... hay muchos elementos que sobre el papel podrían intuirse llamativos pero en pantalla nunca resultan lo suficientemente impresionantes o memorables. También parece que se hace un paralelismo entre lo que es el amor para Laura y lo que es para su madre, pero ni se saca una conclusión ni se me da pie a mí para que la saque. La fotografía capta planos chulos pero tampoco se aprecia un estilo uniforme en todo el metraje y, en mi opinión, se abusa de la cámara en mano (llegándose incluso a recurrir a los estabilizadores digitales en algún plano).
No me cabe la menor duda de que Esteban Crespo va a seguir en esto y va a aprender de sus errores para futuros proyectos. Espero de verdad que su segunda película sea tan impactante y redonda como su laureado corto 'Aquel no era yo'.
'Amar' se deja ver. No se me hace aburrida en ningún momento. Los primerizos María Pedraza y Pol Monen derrochan carisma en pantalla y su química es innegable. Natalia Tena sabe sacarle jugo a su papel y el resto del reparto cumple muy bien. Pero aun con todo esto, la película no me resulta lo suficientemente sólida.
Las escafandras, las palmeras, la escena del ascensor... hay muchos elementos que sobre el papel podrían intuirse llamativos pero en pantalla nunca resultan lo suficientemente impresionantes o memorables. También parece que se hace un paralelismo entre lo que es el amor para Laura y lo que es para su madre, pero ni se saca una conclusión ni se me da pie a mí para que la saque. La fotografía capta planos chulos pero tampoco se aprecia un estilo uniforme en todo el metraje y, en mi opinión, se abusa de la cámara en mano (llegándose incluso a recurrir a los estabilizadores digitales en algún plano).
No me cabe la menor duda de que Esteban Crespo va a seguir en esto y va a aprender de sus errores para futuros proyectos. Espero de verdad que su segunda película sea tan impactante y redonda como su laureado corto 'Aquel no era yo'.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La idea de introducir la prótesis genital fue algo que me sorprendió mucho. Creo que ese tipo de artilugios pueden jugar un papel interesante en la vida de las que denominamos "parejas de ahora" y mola que se introduzca de una manera tan natural sin ser el centro de la narración. Sin embargo, la idea da poco o nada de sí, más allá de provocar (sin saber tampoco para qué) que se especule sobre la sexualidad del protagonista.
6 de julio de 2017
6 de julio de 2017
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que amar es sufrir y gozar, sentir y follar, dar, regalar, no saber si reír o llorar lo sabe hasta el apuntador.
Una ofrenda, una plegaria, una perdición y una absolución. También una maldición. Fiesta, celebración, repetición. Es nuestro hogar y nuestra aventura, religión, superstición y conjuro. Es absurdo, temblor, delicia y delicada oración. Es lucha, fuerza, impulso y dolor. Eso dicen que es el amor los que más saben de esto, ellos.
¿Y el cine? Forma, expresión, cien minutos de vellón, un enorme sangrado, costurón. Una historia, unos personajes, unas invenciones. Un cuento sin solución.
¿Y cómo se pasa de lo primero, tan inaprensible, sutil y harto visitado, a lo segundo, el arte de la (casi) nada creado? ¿Cómo se narra o representa este sindiós, tanta imaginación? ¿Qué se elige o descarta? ¿Cómo se traduce ese ímpetu biológico, ese adorno cultural, esa determinación física, esa ansia irreductible, la necesidad ineludible, el penar balbuciente, el desgarro inevitable? ¿Cómo se se atrapa todo ese caos impreciso y líquido, tan vulnerable y suma del todo dicho? ¿Cómo lo hicieron en este caso?
Pues a través de dos pipiolos bastante sosos y romos. Juguetes, guapetes, bonitos de mirar. Pero se nos quedaron pequeños, la empresa les vino demasiado grande, tanto por edad o experiencia como por humanidad, por no estar terminados de hacer para tanto amanecer. Por tratar de aparentar una dinastía y una intensidad que no te podían dar.
Ni la historia o el mismo guion bien o adecudadmente lo supieron expresar.
Se aprecian sensibilidad y buenas maneras, un manierismo virtuoso y sustancioso que se acerca peligrosamente al spot publicitario. Y nada más. Lo que no es poco. Lo que no encontramos es madurez, verdad o mucho alcance. Hay atisbos, fogonazos, momentos, algo de estilo. Quizás suficiente y hasta admirable. No lo necesario para hacer una gran película, una buena siquiera. Hay mimbres, falta lo demás. Habrá que esperar (más).
Buena fotografía, iluminación, elección musical y demás. Bien arropada esta pequeña obra tan imperfecta y renqueante.
Una ofrenda, una plegaria, una perdición y una absolución. También una maldición. Fiesta, celebración, repetición. Es nuestro hogar y nuestra aventura, religión, superstición y conjuro. Es absurdo, temblor, delicia y delicada oración. Es lucha, fuerza, impulso y dolor. Eso dicen que es el amor los que más saben de esto, ellos.
¿Y el cine? Forma, expresión, cien minutos de vellón, un enorme sangrado, costurón. Una historia, unos personajes, unas invenciones. Un cuento sin solución.
¿Y cómo se pasa de lo primero, tan inaprensible, sutil y harto visitado, a lo segundo, el arte de la (casi) nada creado? ¿Cómo se narra o representa este sindiós, tanta imaginación? ¿Qué se elige o descarta? ¿Cómo se traduce ese ímpetu biológico, ese adorno cultural, esa determinación física, esa ansia irreductible, la necesidad ineludible, el penar balbuciente, el desgarro inevitable? ¿Cómo se se atrapa todo ese caos impreciso y líquido, tan vulnerable y suma del todo dicho? ¿Cómo lo hicieron en este caso?
Pues a través de dos pipiolos bastante sosos y romos. Juguetes, guapetes, bonitos de mirar. Pero se nos quedaron pequeños, la empresa les vino demasiado grande, tanto por edad o experiencia como por humanidad, por no estar terminados de hacer para tanto amanecer. Por tratar de aparentar una dinastía y una intensidad que no te podían dar.
Ni la historia o el mismo guion bien o adecudadmente lo supieron expresar.
Se aprecian sensibilidad y buenas maneras, un manierismo virtuoso y sustancioso que se acerca peligrosamente al spot publicitario. Y nada más. Lo que no es poco. Lo que no encontramos es madurez, verdad o mucho alcance. Hay atisbos, fogonazos, momentos, algo de estilo. Quizás suficiente y hasta admirable. No lo necesario para hacer una gran película, una buena siquiera. Hay mimbres, falta lo demás. Habrá que esperar (más).
Buena fotografía, iluminación, elección musical y demás. Bien arropada esta pequeña obra tan imperfecta y renqueante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La última parte, quizás un tercio, decae gravemente. Da(n) la clara sensación de no saber qué hacer, qué contar o cómo terminar. La aparición del Moro, tras la lamentable, mal explicada separación, el encuentro, la difícil reconciliación, todo eso es mal mogollón, indiscriminado chapucero aluvión, está metido con maltrecho calzador, impropio de lo anterior, hecho con más tiento y cuidado, a pesar de que, sí, es cierto, previamente ya había ciertos detalles introducidos únicamente con la intención de hacer avanzar una trama que amenazaba con estancarse a cada rato, muerta de inanición.
Es como un agonizante este amar, como un moribundo, un enfermo terminal que se nos muere en cada esquina de tanto penar. Cada poco en el sopor, el arnés, la noche infiel o el joyero del revés. Mil ardides para que suspire un poco más este amor sin vida, insano y nada esplendoroso, más bien artrítico, reumático y narrativamente bilioso, casi en coma el pobre de tan achacoso.
Es como un agonizante este amar, como un moribundo, un enfermo terminal que se nos muere en cada esquina de tanto penar. Cada poco en el sopor, el arnés, la noche infiel o el joyero del revés. Mil ardides para que suspire un poco más este amor sin vida, insano y nada esplendoroso, más bien artrítico, reumático y narrativamente bilioso, casi en coma el pobre de tan achacoso.
29 de enero de 2018
29 de enero de 2018
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que en pleno 2017 este sea el concepto de amor que se nos quiere transmitir desde el cine. O eso o el director no ha conseguido transmitir su mensaje como debiera...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los últimos minutos de la película son la muestra perfecta de cómo esta película nunca debería titularse 'amar' porque lo que menos hay es amor. Se trata de un mito del amor romántico elevado a la enésima potencia en que volverte loco, llamar a la policía y dar un aviso de bomba y luego hacerte el triste te es recompensado con sexo al mínimo chasquido. No conformes con esto, y por si no nos había parecido suficiente, ese sexo al mínimo chasquido se rodea de tequieros y moñerías. Es una pena que en pleno siglo XXI sigamos pensando que esto es amor.
11 de julio de 2019
11 de julio de 2019
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se aloja en un contraste desequilibrado, donde alternan la pasión desmedida, con la confusión y la búsqueda de esa identidad esquiva durante los años de la adolescencia, en la cual los excesos son norma y vértice.
Buen casting... Acertada elección del protagonista masculino Pol Monen, que encaja en el roll de amante emocionalmente inestable y una María Pedraza gestionando con veracidad su papel disperso y desorientado.
Casi podría llegar al seis. No se lo doy porque las subtramas empobrecen globalmente la historia.
Buen casting... Acertada elección del protagonista masculino Pol Monen, que encaja en el roll de amante emocionalmente inestable y una María Pedraza gestionando con veracidad su papel disperso y desorientado.
Casi podría llegar al seis. No se lo doy porque las subtramas empobrecen globalmente la historia.
10 de octubre de 2017
10 de octubre de 2017
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay clichés del amor romántico con los que podemos disfrutar tanto en el cine como en la realidad. En la ficción, si tienen cierta gracia y ternura, disfrutan todas, feminazis (entre los que me incluyo), incluidas. Suele ser más fácil que funcionen en la comedia y más complejo en el drama, necesitan de mayor habilidad e inteligencia (y quizá cierta militancia) para que cuelen bien y no huelan a viejo. Además el romanticismo, que no su interpretación conservadora, es poderoso, intenso, es pura vida. Y creo que casi todo el mundo, al menos yo, es lo que busca en las películas: vivir. Pero claro, para que te salga bien, tienes que haberte planteado estas cuestiones, aunque sea un poco, antes de escribir el guión. O al menos que te suene de qué coño hablo.
Da igual que la dirección de esta peli sea solvente, incluso a veces brillante, porque el guión no solo carece de esa fuerza romántica clásica (porque a la pareja le falta el hervor y la sensibilidad de los protas de "Las ventajas de ser un marginado", por ejemplo) sino que es un cúmulo de los peores clichés del amor romántico más peligroso que te puedas echar a la cara. Encima con un tono indi y naif que los hace más lamentables. Sobre todo en la construcción de los personajes, en quién siente la culpa y quién siente la ira. Y a pesar de ese desprecio, hay alguien que en lugar de poner las cosas en su lugar, va y pide perdón. Y vuelve a querer. ¿Os suena? Estoy seguro que no hay maldad, claro que no, es el clásico desconocimiento masculino, el clásico desinterés masculino porque lo que, afortunadamente, desde hace años se viene escribiendo y filmando sobre los roles de género. No muchos años, ahora sí por desgracia, porque esta es una revolución reciente, pero sí los suficientes para que esta película haya nacido vieja: búscate una asesora de gafas moradas la próxima vez.
Da igual que la dirección de esta peli sea solvente, incluso a veces brillante, porque el guión no solo carece de esa fuerza romántica clásica (porque a la pareja le falta el hervor y la sensibilidad de los protas de "Las ventajas de ser un marginado", por ejemplo) sino que es un cúmulo de los peores clichés del amor romántico más peligroso que te puedas echar a la cara. Encima con un tono indi y naif que los hace más lamentables. Sobre todo en la construcción de los personajes, en quién siente la culpa y quién siente la ira. Y a pesar de ese desprecio, hay alguien que en lugar de poner las cosas en su lugar, va y pide perdón. Y vuelve a querer. ¿Os suena? Estoy seguro que no hay maldad, claro que no, es el clásico desconocimiento masculino, el clásico desinterés masculino porque lo que, afortunadamente, desde hace años se viene escribiendo y filmando sobre los roles de género. No muchos años, ahora sí por desgracia, porque esta es una revolución reciente, pero sí los suficientes para que esta película haya nacido vieja: búscate una asesora de gafas moradas la próxima vez.
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