La cacería

No sé si los dinamarqueses son así. No conozco Dinamarca ni ganas tengo de hacerlo, y menos después de haber visto esta película. Por lo que se puede apreciar, se trata de un pueblo muy inculto, de personas reprimidas y muy primitivas. Una niña histérica de unos 5 años de edad domina la trama volviéndole la vida un infierno a un profesor del que se enamora. Parece que los dinamarqueses son tan brutos que ni se enteraron que existió un Freud o un Lacan, y mucho menos que existe algo llamado Psicoanálisis. Son tan brutos que se comunican con mucha torpeza y se esconden detrás de las polleras de sus mujeres, unas gordas histéricas también que están más para internarlas en un hospital psiquiátrico que para sacarlas a pasear. La niña acusa al profesor de haber abusado de ella, pero no se le realiza una pericia psicológica y bajo el prejuicio de que "los niños no mienten" toda la sociedad se vuelve en contra del pobre hombre.
Hay una serie interminable de cosas mal hechas: el profesor no llama enseguida a un abogado, lo golpean varias veces y no lo denuncia, no le hacen una pericia a la niña (como dijimos), al propio hijo del profesor lo agreden unos adultos a golpes y tampoco los denuncia, etc, etc. Así que la pregunta es: ¿tan brutos son en Dinamarca? Mucha nieve y casas lindas pero parecen personajes sacados del año 1800, totalmente anacrónicos. Borrachos, brutos, totalmente superficiales, sin un gramo de cerebro. Una sociedad donde lo que más se festeja es la edad para salir de cacería y el regalo más preciado es un rifle con mira telescópica. La verdad que ante estos tristísimos espectáculos le agradezco infinitamente a mi bisabuelo habar emigrado a Argentina!

La caza va de un tio, un dinamarco para ser más específico, con pintas de mariconcillo que es profesor de guarderia. Un dia, una pava de 4 años, la hija de su alcoholizado mejor amigo le acusa de que le enseña el pene...

Así comienza esta sinpar película. Si les soy sincero, no tenía ni puta idea de que coño era Dinamarca ni sabía nada de sus habitantes salvo de Gravesen, un jugador calvo del Real Madrid (Parecido a Zidane),

Pues con estas ideas preconcebidas me dispuse a ver esta atrevida y descarada película, con sorprendente argumento (que aprendan esos hijos de puta de productores que no producen más que mierda).

Una película entretenida y diferente (como mi excelso pene), que atraerá y gustará a los espectadores inteligentes y sibaritas (como yo), y aburrirá hasta la saciedad a las novias gordas de mis lectores (a ellas les recomiendo vayan a hacer algo de ejercicio, mis lectores lo merecen),


Tras estas sabias palabras una curiosa reflexión: Todos los crítiquillos especializados tipo Charlie Voyero dicen que esta película hace reflexionar al espectador sobre la influenciabilidad de la masa y los peligros de la misma. Yo saqué la siguiente conclusión: los dinamarcos son alcohólicos

Impecable y espléndidamente rodada, guionizada e interpretada, en especial por su protagonista, el próximo Hannibal Lécter, ay, qué ganas, The Hunt comete un error que no puedo perdonar. Como si de una hagiografía se tratase nos relata el sinvivir de un hombre bueno, que sólo tiene una cara, rodeado de los mejores amigos que se pueden tener y que de repente, como en mi amada La calumnia, lo pierde todo, absolutamente todo, por, en este caso, un bulo a todas vistas. Y lo hace de la manera más fría posible, con todo milimétricamente calculado.
Si la cosa quedase ahí, pues bueno, estaríamos ante otra gélida cinta danesa, pero no, su director quiere ir mucho más allá, tocando sentimientos y robando lagrimones. Y es ahí donde la caga pero de manera tremenda, con un epílogo a lo "un año después", de felicidad y colegueo con un atisbo de balazo que le recuerda que es quién es y lo será para siempre en el fondo.
De no ser por ese final que para nada concuerda con el resto de la cinta, ésta tendría un diez en mis notas, porque sus virtudes son tremendas.
Pero un tema así de grave no se puede tratar con tibiezas. Vale, cogido con papel de fumar recién sacado del congelador no sería la mejor forma, y a la española, con griterío gitano y ahorcamientos de por medio seguramente tampoco. Pero ya, tocar casi ambos extremos me resulta vergonzoso.
Una pena.