Impecable y espléndidamente rodada, guionizada e interpretada, en especial por su protagonista, el próximo Hannibal Lécter, ay, qué ganas, The Hunt comete un error que no puedo perdonar. Como si de una hagiografía se tratase nos relata el sinvivir de un hombre bueno, que sólo tiene una cara, rodeado de los mejores amigos que se pueden tener y que de repente, como en mi amada La calumnia, lo pierde todo, absolutamente todo, por, en este caso, un bulo a todas vistas. Y lo hace de la manera más fría posible, con todo milimétricamente calculado.
Si la cosa quedase ahí, pues bueno, estaríamos ante otra gélida cinta danesa, pero no, su director quiere ir mucho más allá, tocando sentimientos y robando lagrimones. Y es ahí donde la caga pero de manera tremenda, con un epílogo a lo "un año después", de felicidad y colegueo con un atisbo de balazo que le recuerda que es quién es y lo será para siempre en el fondo.
De no ser por ese final que para nada concuerda con el resto de la cinta, ésta tendría un diez en mis notas, porque sus virtudes son tremendas.
Pero un tema así de grave no se puede tratar con tibiezas. Vale, cogido con papel de fumar recién sacado del congelador no sería la mejor forma, y a la española, con griterío gitano y ahorcamientos de por medio seguramente tampoco. Pero ya, tocar casi ambos extremos me resulta vergonzoso.
Una pena.