Nefarious: La palabra del Diablo

La película transmite, una vez más, la realidad de la presencia del bien y del mal en el mundo. En la “extraordinaria” entrevista entre el convicto Edwards, poseído por el demonio Nefarious, y el psiquiatra ateo, aquél va revelando a éste aspectos de su vida que en absoluto tenía por qué conocer, y que constituyen momentos de alta carga emocional para el doctor en plena sesión, no exentos de misterio.

“Sé más teología que la que ningún ser humano sabrá jamás”, es una de las frases impactantes que Nefarious escupe en un momento de la entrevista. Con lo que se evidencia que el cúmulo de conocimientos no es factor ni para entrar el Reino de los cielos ni en el infierno, al que Nefarious pertenece, según manifiesta él mismo. Y es sólo la bondad o la maldad, en su caso, decidirá el destino de los hombres -como decidió el de los ángeles o demonios, en el evo de los tiempos- y por lo que sus almas acabarán, bien el reino celestial o en el infernal.

La revelación a lo largo de la entrevista de los planes que el invisible mundo demoníaco tiene para con el ser humano al que odia, como criatura de Dios, no deja de sorprender por lo creíble de la argumentación de una realidad tan bien conocida por una parte de la humanidad como poco conocida, ignorada e incluso negada, por otra.

Más que una película, ésta ahonda en las realidades más trascendentes del hombre, es profunda y no deja indiferente. Aunque sí deja ese hormigueo en el cuerpo -y en el alma- porque nos interroga sobre cuál es la verdadera dimensión de nuestra existencia. Si somos más de lo que parecemos y si existe, por tanto, un futuro con esperanza o si estamos perdidos. La respuesta, sin duda, está en ese “carpintero” -Jesús de Nazaret- al que tan obsesivamente el demonio Nefarious nombraba de forma impersonal y despectiva en la entrevista. Tal vez es el pavor que le daba nombrar al Hijo de Dios, que se hizo hombre por amor al hombre.

Es más que una película, además de darnos la oportunidad de aprender y conocer.