Si la idea de esta película, con aires de documental (los niños parecen entrevistadores), es mostrar al espectador una escalofriante realidad como es la decadencia de los adolescentes en sus diferentes variantes, lo consigue.
Si por contra busca llegar más lejos, desde luego fracasa. Muestra el robo, la violencia, la homofobia y sobretodo el sexo sin precaución pero con consecuencia a través de las vivencias de un grupo de imberbes descerebrados en el que cada miembro de la banda reúne todas las ''virtudes'' anteriormente citadas y algún que otro añadido como el desprecio a su madre. Con estos ingredientes la película podría ser una demoledora crítica a esta subcultura existente en las grandes urbes pero se queda en intento fallido ya que la panda de pubescentes no deja de hacer auténticas gamberradas una tras otra, en un periodo de tiempo continuado y siempre los mismos. Yo no me lo creo. Estos vándalos paseándose por la pantalla escupiendo tacos me hacen concluir que unos buenos ingredientes, intento de cocktail explosivo-concienciador, se quedan en el fondo del vaso, reconcentrados y me producen agudo dolor estomacal.

Versión americana de la aclamada serie israelí ''Be tipul'' donde de lunes a jueves un importante psicólogo (genial Gabriel Byrne) recibe a cuatro concretos pacientes, uno por día. El viernes es el propio psicólogo, Paul, quien va a terapia.
Cada capítulo es una sesión. 25 minutos de diálogos. Plano, contraplano. Pocos más son los ingredientes de esta serie que pese a su aparente simpleza e incluso tedio al desarrollarse siempre en el mismo escenario consigue atrapar al espectador al desmenuzarnos las miserias, desgracias, vivencias y pasiones a través únicamente de las descripciones de los protagonistas. Aquí no hay flashbacks ni ningún recurso fuera de la palabra y las miradas y gestos de los personajes. Emociones en estado puro.

No es fácil hacer una serie sobre un tema tan manido como es la dura vida del estudiante en un instituto anglosajón. Todo está visto y explotado al máximo en series y películas de dispar éxito. Alcanzó la excelencia en la añorada ''Freaks & Geeks'' y el bochorno en su mayoría de intentos como ''Popular'' y otra larga lista de melocotonazos.

Está claro que las cosas han cambiado mucho entre ese instituto de los 80 y este que nos presentan aquí en pleno siglo XXI. Bien es cierto que no es lo mismo EEUU que Gran Bretaña en cuanto a sistema de enseñanza pero si nos centramos en sus alumnos la cosa no es muy diferente. Adolescentes son y como tales comparten gustos, aficiones, maneras de comportarse y situaciones. El caso es que aquí sí que parece que esos adolescentes son reales. En The Inbetweeners (y creo que esa es su gran baza) hablan chavales, con su jerga, con sus barbaridades e insultos. La lengua es importante y trata de plasmar lo más fielmente posible la forma de hablar de los adolescentes de hoy en día.

Puede que el argumento sí que suene a televisión, las situaciones a ya vistas en otras series anteriores e incluso mejores desde un punto de vista formal pero la frescura que aportan estos actores, su forma de hablar y actuar, que te arrancará carcajadas inesperadas, hacen a esta serie británica diferente y especial. Basta ya de actores con bigote afeitado y espinillas de pega, sudaderas del equipo de fútbol y buenorras en descapotables. Estos chicos tienen talento y lo demuestran porque son tíos de verdad, creíbles y... patéticos.

Un argumento pobre, acción por un tubo y mucho humor. En estos tres ingredientes se puede resumir la receta de esta peli que funciona en lo que a entretenimiento se refiere. Echarás unas risas con las situaciones inverosímiles de las que salen indemnes (o no) sus protagonistas y disfrutarás con unos más que aceptables efectos especiales.
Mezcla un poco distintos ámbitos de acción con secuestros, asesinos a sueldo, luchas latinas bajo supervisión asiática.
Entretenida pese a su estupidez.

Lo último de HBO nos presenta a un entrenador de baloncesto/profesor de instituto pasándolas canutas: está divorciado, su trabajo apenas le da para vivir acumulándosele las deudas y para colmo se le quema la casa. Un vecino cabrón y la crisis de los cuarenta tampoco ayudan. Para afrontar el pago de sus deudas y la reparación de su casa nuestro protagonista decide aprovechar lo único bueno que le queda: su enorme miembro viril.
A partir de ahí deberá combatir sus problemas cotidianos con la prostitución como vía de escape tanto económica como psicológica.

Los ingredientes son interesantes pero se queda a medias. En los veintitantos minutos que dura cada capítulo no tienes sensación alguna de complicidad con el protagonista o cualquiera de los secundarios. Le falta profundidad, todo queda muy superficial y vacío. Si el metraje de cada episodio midiera como el pene de nuestro entrenador la sensación de vacío quizás fuera reemplazada por la de ''penitud''. Pero no es así y resulta como una eyaculación precoz.
Pese a todo se deja ver y entretiene y la música a veces es realmente buena. No podría ser de otra manera, es HBO ¿no?