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Críticas de Javier Mateo
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Críticas 6
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
17 de junio de 2023
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Critica profesional publicada en la revista cultural Cualia)

Uno de los mayores miedos que muchas personas tienen en esta época es escuchar su voz interior. Aunque parezca mentira, hay quienes temen ser quien son, conocer sus inseguridades y miedos, aquello que puede hacerles sentir vulnerables, imperfectos. En una palabra: humanos. Por eso existen tantos mecanismos que posibilitan esos paraísos artificiales que anestesian, tantas actividades que mantienen ocupada la cabeza para evitar ponerla en funcionamiento en torno a lo verdaderamente trascendente. Quien decida cerrar las puertas hacia todo lo exterior para quedarse en la soledad acompañada, apostará por el sentido común. No son muchos los que dirigen la atención a su propio yo, sólo unos pocos valientes lo consiguen de veras. Y, no sólo eso, sino que con ello llegan a crear algo propio para compartirlo ante los demás, ayudándole a reflexionar sobre lo que debe ser la naturaleza humana.

Cuántas voces quieren hablar con su propia personalidad y no llegan a ser escuchadas, a superar la barrera de la invisibilidad. Más allá de las oficiales autorizadas. Por suerte, otras van haciéndose camino progresivamente, llegando finalmente a hacerse un espacio propio e identitario. Este es el caso del joven cineasta gaditano José Manuel Rebollo, que ha tenido a bien regalarnos una película única en su mensaje y en su personalidad.

Sola (2023) es una historia que pueden ser muchas, pues seguramente gran parte del público sentirá empatía e identificación con los sentimientos que transmite. Y lo hace desde la trinchera del espacio privado, algo verdaderamente valiente. En este caso, su personaje protagonista se ha visto abocado al aislamiento por una serie de circunstancias concatenadas: la pérdida de la familia, el desengaño amoroso o la enfermedad. Todo ello le empuja a la melancolía o, lo que es peor: a la ausencia de deseo e ilusión por la vida.

Poco a poco, ese encerramiento en la casa familiar —un auténtico palacio en El Puerto de Santa María— lo va plagando todo de azules —un aspecto más el simbolismo que inunda toda la película, por su asociación con una parte muy concreta de los sentimientos—, rodeando la existencia de Marta de un ambiente viciado o poco saludable. Todo son recuerdos de un pasado doloroso en lo afectivo. Esa atmósfera enrarecida irá tiñendo de nuevos colores la trama, pasando del drama intimista al misterio, suspense e incluso terror psicológico. Y, de ahí, mágicamente, llegaremos a lo emotivo incluso con toques de comedia.

Sólo un creador con todas las letras es capaz de manejar todos estos géneros hasta el punto de condensarlos en un argumento, llevándonos de uno a otro con total naturalidad. Rebollo lo logra de forma sobresaliente, recordándonos elementos presentes en el suspense de Otra vuelta de tuerca, la Repulsión de Polanski o, por qué no, El fantasma y la señora Muir o el Volver de Almodóvar.

Andalucía y su mística, entre lo religioso y lo profano, siempre esotérico y espiritista —fruto del cruce cultural ya milenario— cala hondo en esta cinta, de estética tan clásica en el mejor de los sentidos. Un regreso a las narrativas que nunca debieron abandonarse —no de forma tan radical—, con un perfecto manejo de los tiempos pausados y de los diálogos bien administrados.

La figura de la madre y del abuelo estarán presentes en ese recuento vital de la protagonista, guiándose en su propia aclaración de ideas. En su banda sonora, predomina acertadamente la fusión del folclore y la dulce melodía de caja de música, distorsionados en ocasiones como en una pesadilla o en una alucinación propiciada por los monstruos goyescos de la mente.

La interpretación se abre libremente para el público, que va poco a poco armando y reconfigurando las piezas de este complejo puzle audiovisual que, precisamente, parte de la sencillez formal —valga la paradoja—. Sobrevolarán asuntos tan cruciales y determinantes como la soledad, la salud mental, los afectos y el planteamiento sobre lo que representa para la sociedad conceptos como lo “normal” o lo “diferente”, en términos de binomio locura-cordura: “Nadie quiere juntarse con un loco, ¿pero acaso todo el mundo tiene los pies en la tierra? […] Imagínate a alguien muy normal. Que tenga un trabajo fijo, que se levante por las mañanas de lunes a viernes para ir a trabajar. Que sea super puntual, que no entre en ningún tipo de disputas, que se afeite todos los días y que no diga tacos. Incapaz de infringir ninguna norma. ¿No crees que tanta normalidad rozaría la locura? ¿No crees que tanta perfección podría ser una manía? Sería tan normal que ya resultaría extraño. Nadie es normal, pero todos somos humanos”.

Las interpretaciones de sus protagonistas son auténticos tour de force dramáticos, más cuando se trata de un reducido elenco que debe enfrentarse a la extensión considerable del film. A destacar, la labor de la actriz principal María Andrómeda, sobre la que se sostiene el peso argumental, sin por ello olvidar a los otros dos intérpretes principales: Mabel Carrión y Asencio Salas.

Sola se presenta como la ópera prima de Rebollo, tras una extensa experiencia como realizador de cortometrajes —como Laura (2015) o Historia de una flor (2019), con los que logra quedar finalista en el festival Notodofilmest, o Tú (2021), con el que obtiene el premio AC/E al mejor talento español por el cortometraje—. El 19 de mayo llegará a los cines, por lo que recomendamos encarecidamente al respetable público —desde este humilde púlpito— que tome la decisión de apostar por este ejemplo de genuina calidad.

Copyright del artículo © Javier Mateo Hidalgo. Reservados todos los derechos.
Link: https://cualia.es/critica-sola-2023-viaje-hacia-el-interior-de-uno-mismo/
Javier Mateo
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6
13 de diciembre de 2022
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Seguimos fascinados con Francisco Regueiro. Después de “Historia de un ciprés”, “Me enveneno de azules” y “Duerme, duerme, mi amor” llega “Carta de amor de un asesino” (1972). Una historia compleja y por ello fascinante, en torno a una bibliotecaria de provincias (Serena Vergano) que recibe la carta de amor de un socio de la biblioteca (y, para más inri, poeta) (José Luis López Vázquez) que acaba de asesinar a sangre fría a cuatro hombres. Se desconocen las causas de esta acción. La destinataria de estas cartas crípticas comienza a sentir sentimientos de rechazo y atracción hacia este personaje. Las pulsiones de deseo y de destrucción afloran en torno suya, a través de metafóricas y surrealistas imágenes (cuerpos de reses, un pez que acompaña a la protagonista en su casa) y de la relación que ésta establece con otros personajes (como el interpretado por el magnífico secundario José Calvo). Llama la atención la presencia nuevamente de López Vázquez (que tres años después protagonizará un nuevo film de Regueiro, el citado “Duerme, duerme, mi amor”), en este caso interpretando un papel absolutamente dramático y apenas participativo (tan solo como espectro de lo que fue o como narrador de las cartas). Producida por Elias Querejeta y con fotografía del impecable Luis Cuadrado, el proyecto se encuentra liderado por Serena Vergano, actriz italiana y musa de la Escuela de Barcelona. Destaca también como intérprete sobresale Rosa María Mateo, a quien con el tiempo se conocería más por su faceta televisiva. La música, renacentista española, contribuye a dar al film un velo todavía más esotérico y claustrofóbico. El film no llegó a estrenarse comercialmente e igual que “Me envenenó de azules” pasó a convertirse injustamente en maldito. Esperemos que poco. Poco se reivindique la figura del gran e inconmensurable Regueiro.
Javier Mateo
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6
12 de diciembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Me enveneno de azules” (Francisco Regueiro, 1969) se considera una de las películas malditas del cine español (su director cuenta con unas cuantas de éstas, por su originalidad y personal visión). Parte de una propuesta bien interesante, cuenta con unos intérpretes extraordinarios (Charo López, Antonio Casas, María Fernanda Ladrón de Guevara e incluso Antonio Morales “Junior” hace una más que encomiable interpretación). Los escenarios dan una gran importancia al espacio arquitectónico (puede considerarse un film de gran valor por la filmación en arquitecturas pérdidas como los maravillosos Laboratorios Jorba —la “Pagoda”— de Fisac), la música con que se ambienta es encomiable (incluyendo el “Alegretto” de la séptima sinfonía de Beethoven, el “Magnificat” de Bach). El título también parte de una premisa culta, como es el verso suelto del poema que Rafael Alberti dedica a Tintoretto en su libro “A la pintura” (“Me enveneno de azules Tintoretto”). Para los curiosos, hay cameos de Jaime Chávarri y de Antonio Gasset (adjunto fotogramas). el argumento parece más que interesante (un joven vuelve de París y se reencuentra con su antigua amante, que ahora va a casarse con su padre). No obstante, la narración se hace excesivamente lenta y los personajes no terminan de perfilarse (se echan en falta diálogos más concretos y menos vagos). El resultado, una propuesta interesante pero de la que podía esperarse más. No obstante, resulta de recomendado visionado para cinéfilos y curiosos.
Javier Mateo
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9
4 de marzo de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda de las versiones cinematográficas de la obra teatral de Gaston Baty, "Dulcinea" resulta todo un hallazgo dentro del cine español de la década de los sesenta. Una coproducción con Francia e Italia donde la protagonista, Millie Perkins, se convierte en digna continuadora de la misión de Don Quijote. Un personaje bueno y honesto, ingenuo si se quiere, como una nueva Juana de Arco que rápidamente se gana la empatía del espectador. Valiéndose de una fotografía bergmaniana, casi innovadora, unida a una música mágica, Escrivá refleja la dura psicología de los personajes y envuelve a la historia en una atmósfera onírica. Intérpretes como Folco Lulli o Cameron Mitchell completan el reparto.
Javier Mateo
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8
4 de marzo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria fábula surrealista plagada de imágenes memorables y estética única, muy cercana al cómic, donde los efectos especiales logran un extraordinario resultado. De entre los personajes, cada uno con su peculiaridad, destaca un Luis Ciges pletórico y unos Janfri Topera y Tomás Sáez superlativos. La fotografía de Javier Aguirresarobe es magistral. Es, al fin y al cabo, el tercer milagro fílmico de Javier Fesser, tras sus cortometrajes únicos "Aquel ritmillo" y "El secdleto de la tlompeta". A pesar de que en ocasiones, la historia puede llegar a saturar por la acumulación de elementos sorprendentes, mantiene un excelente pulso narrativo. Muy recomendable.
Javier Mateo
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