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Críticas de Marvin_Benson
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Críticas 42
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
1
19 de marzo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente, percibo en el gremio de la crítica una nueva corriente más desprejuiciada con el cine mainstream. Esta nueva corriente que hace sus pinitos en twitter y youtube te meten en sus listas/antologías de pelis preferidas alguna peli de Romero (suelen tener preferencia con “Dawn of the dead” o “Martin”) el “Dune” de Lynch o alguna película de superhéroes entre los habituales títulos de directores elevados como Godard, Antonioni, Pasolini o Fassbinder. Es la nueva tendencia, mucho más cool y guay…pero, francamente, a mí no me engañan, porque esos mismos críticos siguen paseándose por los festivales habituales ensalzando pastiches infumables, pedacitos de tedio que por ese motivo son profundamente inaccesibles para todas aquellas personas que no buscamos en el cine un vehículo de exaltación narcisista, sino simplemente emocionarnos o entretenernos.

Lanthimos es uno de los nuevos apóstoles del esnobismo de arte y ensayo. Bien es cierto que en sus últimas películas percibo un humor negro más elaborado e inteligente y una tendencia a alejarse un poco, stricto sensu, del “cine de festivales”. Disfruté mucho con “Pobres criaturas” (igual me lo tengo que hacer mirar). Sin embargo, este “Canino” me ha generado el mismo estupor y la misma sensación de estafa que siento con la mayoría de obras de estos “autores”.

“Canino” es un ejemplo canónico de “cine de festival”, una película extraña (eso no es malo) y absolutamente tediosa. Es en esa combinación donde los críticos y los esnobs encuentran el placer egoico máximo.

Algunas características que terminan de completar el producto son las siguientes:
- Un guion escrito en dos tardes (con una cantidad de incongruencias que ya se han encargado otros usuarios de desgranar con una gran lucidez).
- Unas actuaciones que rozan el amateurismo.
- Pocos diálogos que además son parcos y ridículos.
- Una fotografía apagada y poco vistosa.

La idea de partida de “Canino” no deja de ser interesante e ingeniosa, pero no está justificada por parte de los personajes. Los padres que deciden aislar a sus hijos del mundo exterior creando una fantasía artificial y unos códigos propios, no está argumentada ni explicada. ¿Por qué lo hacen?

Otras películas que tratan este tema de manera similar o tangencial, se me ocurren a bote pronto “El bosque” o “La habitación”, se preocupan de establecer un contexto o una resolución de la historia que nos permite humanizar las acciones de los personajes y dotarlas de sentido no solo narrativo sino también humano.

Lanthimos se dedica a filmar una serie de escenas absurdas sin contexto ni humanidad, quizás para plasmar una misantropía extrema o bien porque no ha sabido contar la historia de otra manera. No hay conexión emocional con los personajes porque no vemos a seres humanos, vemos a títeres al servicio de una alegoría misántropa que funciona única y exclusivamente como recipiente de algunas imágenes (no muchas) ciertamente impactantes y a las que les atribuyo el único ánimo de “provocar” que como todos sabemos es una magnífica propaganda.

No se aprecia tampoco (o al menos yo no soy capaz de hacerlo) el más mínimo sentido del humor, que muchas veces puede ser una justificación lo suficientemente estimulante para deshumanizar a los personajes o despojar de sentido sus actos. La película es aburrida sin paliativos, un ladrillo tremendo que al menos (y ésta es la única virtud que encuentro en ella) sólo dura 90 minutos, que al igual que en el Bernabéu se hacen muy muy largos.

Y con todo esto, pues normal que se llevara un premio en Cannes…

En resumen, un sobrevaloradísimo pastiche tedioso, inclasificable e irritante…lo que viene siendo un auténtico bodrio.
Marvin_Benson
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7
16 de enero de 2024
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El asesinato de JFK es una de las claves de bóveda de la política mundial del siglo XX. La teoría de la conspiración acerca de este magnicidio (teoría bastante plausible por la poca verosimilitud de la teoría oficial) ha sobrevolado el cine americano en multitud de películas, a través de referencias más o menos explícitas.

Es lógico, nunca un hecho de este calibre, fue documentado visualmente de esta manera. Y hasta ese momento, nunca un hecho con tantas lagunas y tantas preguntas sin respuesta fue entregado al debate de la opinión pública a través de un medio como la TV que empezaba a convertirse en un auténtico instrumento de control y propaganda. Todo esto es una semilla perfecta para la creación de un misterio y de un mito en una sociedad como la norteamericana tan proclive a generar historias e histerias colectivas y venderlas al resto del mundo a través del cine.

Acción ejecutiva es una película inteligente y por supuesto, muy manipuladora, desde un punto de vista político y también artístico. Combina el thriller de ficción con imágenes de archivo reales que están insertadas de manera muy orgánica en la propia narración. Es una especie de documental ficcionado o de ficción documental, tremendamente eficaz y entretenido. Posee las características del cine de los años 70, duro, áspero, sin demasiadas concesiones al espectador y muy influenciado en su aspecto visual por la televisión.

A mí me gusta muchísimo el cine norteamericano de esta década ya que se juntaron diferentes fenómenos muy interesantes que sentaron las bases del Hollywood de las siguientes dos décadas, cine con el que muchos hemos crecido y disfrutado. Sin perder el sentido del espectáculo, los thrillers setenteros entregaban productos ásperos, cínicos pero también adultos. No todas las tramas quedan resueltas ni todas las preguntas contestadas, ni siquiera hay héroes intachables ni malos monocromáticos, todo es complejo y enrevesado…como la vida misma.
Y así se nos presenta esta trama, en la cual unas personas muy poderosas (no sabemos en ningún momento quienes son realmente, aunque lo podamos intuir) conspiran para asesinar al presidente de la nación más poderosa del mundo y así tomar el control de las decisiones políticas más importantes. Pero no lo hacen desde un búnker secreto ni utilizando superespías, ni robando armas nucleares, lo hacen desde casas de campo no demasiado ostentosas y desde discretos despachos.
Ni siquiera los asesinos tienen especial carisma ni glamour y tampoco hay un antagonista que intente impedirlo. La narración fluye hasta su inexorable final y su cometido de entretenernos y sembrar la semilla de la teoría de la conspiración es sobradamente cumplido.

Ideal para amantes del cine setentero y del thriller conspiranoico.

Muy interesante.
Marvin_Benson
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6
1 de junio de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué importante es enfrentarse a determinadas películas en el momento adecuado. Hace muchos años cuando frecuentaba la filmoteca y empezaban mis escarceos con el cine de autor, tuve el impulso de sumergirme en determinadas filmografías. De ahí surgieron amores profundos y estables como Rohmer, Bergman, Melville… relaciones fugaces como Rosellini o Visconti, relaciones pasionales pero inestables como Haneke o Truffaut o infinidad de polvos insatisfactorios de una noche (Godard, Ozu, Jarmusch…y muchos otros). Quizás si en aquella época me hubiera atrevido con Erice, mi opinión de esta película estaría marcada por un montón de adjetivos hiperbólicos como los de otros usuarios.

Sin embargo, nos hacemos viejos. En mi caso, el peso de las manecillas del reloj y de la biología han supuesto un desarraigo (en algunos casos doloroso, no lo vamos a negar) de aquello que caracterizó ciertas etapas de mi vida. Ese “aquello” no es otra cosa que el hecho de intentar alcanzar el deleite a través del refinamiento intelectual. No sé cuando dejé de intentar esto, supongo que ha sido un proceso paulatino e inexorable. Ciertos productos artísticos que me llamaron la atención en su momento ahora me parecen insufribles, pedantes e impostados. Auténticos ejercicios de onanismo intelectual destinados al deleite de una selecta minoría, encantada de ser una “selecta minoría”.

Eso no quiere decir que sea inmune a un producto artístico inteligente y bien acabado y, por supuesto la película de Erice lo es. Así que soy capaz de apreciar ciertos aspectos hermosos en “El espíritu de la colmena”. Soy capaz de entender ciertas metáforas, de disfrutar de unas imágenes poéticas maravillosamente filmadas y de algunos detalles sutiles de relaciones humanas y de sentimientos profundos que desgraciadamente quedan solo sugeridos. También soy capaz de disfrutar de la prodigiosa actuación de Ana Torrent y del idealizado relato de la imaginación en la infancia.

Pero nada de todo esto que ocurre me llega a interesar de verdad, nada de todo esto me llega a conmover.

He leído con placer algunas críticas de otros usuarios que aportan ideas muy interesantes acerca de la esencia de esta película. Con algunos estoy de acuerdo y con otros no tanto, en cualquier caso, si lo que buscas en una película es escudriñar los mensajes ocultos, proyectar una interpretación ideológica o recrearte en la enésima revisión sobre la guerra civil y la posguerra, evidentemente, “El espíritu de la colmena” se presta a ello. Y si lo que buscas es un producto de “slow cinema” perfectamente filmado y fotografiado donde los silencios, las miradas, las simetrías y los planos fijos sean los auténticos protagonistas de la función, el deleite está asegurado.

En mi caso, yo ya no busco estas cosas, ni disfruto especialmente con ellas. Se me ha pasado el arroz y si me acerco a este tipo de películas es porque aún tengo curiosidad, aún conservo una micra de esperanza en alcanzar la emoción verdadera y auténtica en estas obras tan encumbradas.

No me ha pasado esto con “El espíritu de la colmena”, pero sigo sin tirar la toalla.
Marvin_Benson
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7
22 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente, me ha dado por revisitar a ciertos autores y ciertas películas que me impactaron en su momento. Comprobar el paso del tiempo, no sólo en las películas sino también en ti mismo, puede ser un ejercicio un tanto desconcertante, ya que algunas opiniones y algunos recuerdos permanecen extrañamente inmutables mientras que otros se han modificado de manera radical o directamente se han desvanecido.

En este punto estoy con el cine de Visconti, un “autor” en toda la extensión de la palabra con todo lo que eso conlleva. Y aunque es verdad que sigo apreciando ciertos aspectos de verdadera genialidad en su cine, también observo ciertas dosis de ampulosidad e histrionismo con los que no termino de conectar del todo.

Sin duda, es culpa mía. Me estoy haciendo viejo.

Noches blancas de Dostoyevski es uno de esos relatos que han cincelado mi educación emocional. Lo he releído en multitud de ocasiones y creo haber llegado a entender muy bien la esencia y los matices de la historia y los personajes. Llegué a él, paradójicamente, a través de la recomendación de un amigo y del visionado de esta película. Recuerdo el impacto que me produjo y como al día siguiente compré la edición publicada por Alianza editorial en donde se incluía este relato junto con “El pequeño héroe” y “Un episodio vergonzoso”. De alguna forma he completado un extraño círculo de ida y vuelta, que ha cambiado, en parte, mi opinión acerca de esta película.

Creo que pocos autores han diseccionado el alma humana y sus pulsiones más profundas con tanta compasión y tanta elegancia como Dostoyevski. Adaptarle no es sencillo, aunque sea tentador. Y es que, aunque hay algo de cinematográfico en su literatura, que permite trasladar a imágenes de manera más o menos fiel los elementos básicos de sus relatos, lo verdaderamente importante de sus obras no está en su argumento, sino en el dolor que atraviesa a sus personajes. Ese mundo emotivo es transitado por los propios personajes y por el lector con intensidad pero también son sutileza.

Y de aquí viene mi pequeña decepción con este revisionado de la película de Visconti. Creo que le falta sutilidad y delicadeza. Ya sé que una película y una obra literaria tienen lenguajes diferentes y que las adaptaciones aspiran a tener una vida propia. Lo entiendo y lo acepto, pero eso no quiere decir que me tenga que alinear o me tengan que gustar ciertos cambios que afecten a la propia esencia de dicha obra.

Para empezar, creo que Noches Blancas es una obra difícilmente extraíble de la época en la que se escribió. Es un texto de mediados del siglo XIX que recrea una manera de entender la vida muy concreta y totalmente contextualizada a esa época. En 1848, las decisiones que se tomaban en la vida tenían un peso específico: los trabajos eran para toda la vida, coger cualquier resfriado te podía costar la vida y encontrar el amor también se convertía en una decisión de por vida. Es decir, la vida tenía un cierto componente trágico asociado a la irrevocabilidad de las circunstancias.
Sacar a la obra de ese contexto y trasladarlo a la Italia contemporánea es un riesgo artístico que desvirtúa, en cierta medida, el peso existencial que encierra este pequeño y maravilloso relato.

Tampoco me parece acertada la elección de Mastroianni para el papel protagonista. No siento una especial simpatía por este actor (es cosa mía) pero más allá de eso, creo que, objetivamente, no es el actor indicado para interpretar a un personaje caracterizado por la timidez, la melancolía y la soledad.

Maria Schell está correcta, sin más. Tampoco es una actriz que me entusiasme, tengo que decir, y quizás su actuación es un poco exagerada también, casi expresionista, al modo que tenían que ser las actuaciones (por ejemplo) en el cine mudo. Hay algo extraño en su personaje y en su actuación que no me terminan de convencer, pero, sin duda, es capaz de trasladarme y hacerme conectar mucho mejor con la inocencia y fragilidad de su réplica literaria de lo que lo hace Mastroianni con la suya.

Tampoco conecto con la teatralidad de la puesta en escena, ni con la introducción de ciertos elementos como la cargante escena del bar y todo ese “momento baile” que me sacan completamente de la historia.

Digamos, por sintetizar, que los primeros 80 minutos de este revisionado me han parecido erróneos, cargantes y superfluos...

...Pero entonces es cuando se produce el milagro...

Pasa algo un tanto inexplicable en ese final de tintes excesivos y melodramáticos que me llevan a la más pura emoción. Visconti consigue, con ese final, redimirse y atrapar la esencia misma del relato jugando con elementos narrativos y expresivos completamente distintos a los que utiliza Dostoyevski.

La composición casi pictórica de esta secuencia, junto con las actuaciones de Schell y Mastroianni (que aquí sí están inmensos) terminan de construir uno de los finales más bellos y desgarradores de la historia del cine.

Gracias a ese final, recordé porque me había fascinado esta película en su momento.

Y es que hay veces que la parte da sentido al todo.

Simplemente por eso y porque al fin y al cabo, nuestra mente tiene una extraña obsesión por almacenar aquellos instantes que te dejan una huella emocional, pongo un notable a esta película fallida e irregular pero profundamente conmovedora.
Marvin_Benson
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9
8 de marzo de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de título largo y misterioso, con una premisa argumental muy atractiva y un desarrollo sutil, delicado y en algunos momentos desconcertante. Ese mismo desconcierto que se apodera de Marta ante la posibilidad de reciclar la angustia, la soledad, de remendar el vacío a través de los ojos de alguien, ese alguien por el que ha decidido dejarlo todo, sin condiciones ni certezas.

Lili Horvát apuesta por polarizar el fondo y la forma hasta convertirlos casi en antagonistas. Por un lado, tenemos una historia trazada desde el romanticismo más hiperbólico y por otro lado, el ritmo de la narración es pausado y en algunas ocasiones distante, aderezado con la sutileza (cuando no parquedad) de los diálogos y de las actuaciones.

El resultado es una delicada obra de orfebrería emocional, en donde algunas partes del puzzle han sido omitidas. Estos huecos en la historia, esas partes no contadas ni expuestas son una alegoría perfecta de como nuestra mente, nuestra imaginación completa a su antojo el retrato del ser amado/idealizado que es esculpido y tallado a la medida de nuestros deseos y necesidades.

“Preparativos para estar juntos…” es una película compuesta de momentos, de detalles de una sensibilidad realmente hermosa. Esa dualidad, antes mencionada, queda expuesta en uno de esos detalles, no menor, que tiene que ver con la identidad de los personajes. Tanto Marta como Janos son neurocirujanos, no parece casual, la elección de la profesión de ambos. Su trabajo consiste en resolver, arreglar, recomponer las ideas y los recuerdos de otras personas a golpe de bisturí, mientras ellos están atrapados en sus propios laberintos, inseguridades e insatisfacciones, y en esa dualidad se reconocen y se alejan dando pie a algunos momentos realmente conmovedores.

La excelente fotografía, la fotogenia de Budapest y la exquisita selección de piezas clásicas en su banda sonora, terminan de empaquetar una obra orgullosamente imperfecta, un regalo maravilloso y fascinante para los sentidos y para el alma.

En resumen, me atrevería a decir que “Preparativos para estar juntos…” es una película hermosa y única…

…O quien sabe, a lo mejor es que me ha pillado en uno de esos días…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Marvin_Benson
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