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España España · Zaragoza
Críticas de VirtualBoy
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
4
21 de septiembre de 2014
27 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ciencia ficción es un género difícil de desarrollar en España por dos razones diferentes. La primera razón es cultural: la sci-fi en cualquiera de sus subtipos no tiene una tradición sólida en nuestro país si no es combinada con la comedia; como en el caso de Acción Mutante; o, en su caso, utilizada como mera ambientación para contextualizar alguna reflexión del director (Los Últimos Días). La segunda razón es presupuestaria: la ciencia ficción es un género caro y España no es precisamente Hollywood: aquí tanto las productoras como las administraciones están mucho más limitadas económicamente y eso en la práctica acerca el resultado más a la serie B que a las grandes superproducciones estadounidenses. Es por eso mismo por lo que siempre miro con buenos ojos la valentía de creadores que, como Gabe Ibáñez, deciden romper con la tradición cinematográfica de nuestro país, mucho más cómoda con el costumbrismo "azconiano" que con los replicantes de Blade Runner, y ofrecer una nueva propuesta. Sin embargo, de la buena intención a la ejecución exitosa de la idea hay un largo camino lleno de obstáculos que el cineasta debe solventar con éxito si quiere que su película sea reconocida. En este caso no ha sido así por las razones que expondré a continuación, e imagino que muchos de vosotros compartiréis mi opinión.
En primer lugar la pobreza del guión, después de un primer acto interesante, se deja notar conforme avanza la trama.La historia es la siguiente: Antonio Banderas interpreta a un vendedor al servicio de una compañía de seguros que ha monopolizado la venta de robots doméstico-laborales; robots que han sustituido la mano de obra humana en un planeta semideshabitado y post-apocalíptico. La razón por la que la compañía ROC ostenta el monopolio del mercado de la Inteligencia Artificial no es otra que asegurar la lealtad de los robots a la especie humana a través del sometimiento obligatorio de todos sus productos a dos de las leyes de la robótica de Isaac Asimov, es decir: "los robots no pueden matar a un ser vivo" y "los robots no pueden mejorarse a sí mismos". Sin embargo, en un momento determinado, algunos robots empiezan a aplicarse reparaciones a medida, lo que vaticina que los protocolos de seguridad han sido quebrantados y que los robots van a evolucionar exponencialmente hasta convertirse en la forma de vida dominante. Al margen de que, como en toda película neo-noir que intente serlo, la aseguradora funcione más como una especie de subcuerpo policial armado que como una compañía de seguros de verdad; el planteamiento de la película es sugerente, pero el guión pierde solidez en cuanto se atisban las grandes preguntas, que ni se plantean ni se contestan; y lo que podría haber sido una película maravillosa sobre cómo el ser humano reflexiona sobre su extinción termina siendo solo una breve declaración de intenciones.
En segundo lugar la relativa falta de presupuesto es más que evidente. Digo relativa porque, a pesar de contar con un presupuesto muy superior al filme español medio (cinco millones de euros), esa cantidad no basta para llevar a término lo que se había planteado el director. Es cierto que se puede hacer buen cine de ciencia ficción con una producción pequeña, como lo hizo Tarkovsky con sus dos obras maestras (Solaris y Stalker), pero para eso hay que bajarse del carro de los hologramas y del neón y pasarse al de los diálogos. Gabe Ibáñez aquí opta por algo intermedio y solo le sale bien a medias, y es que mientras la primera parte de la película es muy competitiva técnicamente, a partir de la media hora cambian los focos, la iluminación se atenúa y la acción sustituye el escenario cyberpunk de la ciudad por un descampado sosísimo. Tal vez se habría podido remediar este tipo de carencias recurriendo más a la insinuación que a la exhibición directa de decorados, pero en cualquier caso al final uno tiene la sensación de estar viendo más una película de "directa a DVD" que otra cosa. Por todo esto opino que Autómata tiene sus luces (más bien pocas y muy concentradas en la puesta en escena) y sus sombras, pero posiblemente habría ayudado a mejorar el resultado final otro reparto. A mí me gusta mucho Antonio Banderas, que además del protagonista es uno de los coproductores de la cinta, pero no he terminado de creerme su papel. Y es una lástima porque él ha admitido en numerosas ruedas de prensa que estaba encantado con su personaje y que el proyecto le entusiasmó desde el primer momento. Sin embargo no ha sido capaz, con independencia de su talento profesional, de transmitirme todo lo que me habría gustado encontrar en Jacq Vaucan. Y me da pena porque como he dicho profeso un gran afecto por nuestro actor más internacional, pero las cosas como son.
En definitiva, Autómata propone mucho y se queda solo en eso: en una simple propuesta. Tal vez siente un precedente en nuestro cine, pero hoy por hoy solo se la recomendaría a un espectador que quiera pasar un rato entretenido sin muchas pretensiones o a un amante de la ciencia ficción deseoso de cazar cameos a Blade Runner (la mujer de Banderas en la peli se llama Rachel), Yo, Robot, etc. Un cuatro (regular). No le pondría menos, pero tampoco más.
VirtualBoy
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4
20 de abril de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Filmo material de archivo y luego lo edito. Al editarlo, ante mis ojos las cosas cambian y veo qué cosas se pueden hacer y cuáles no. Mi actitud (a la hora de hacer una película) es seguir rodando". -Terrence Malick-

Y, en fin, eso es básicamente lo que el genio tejano ha vuelto a hacer. Grabar dos horas y media de planos enrevesados sin guión, adornarlos con la música que le ha salido del cipote y montar una película alrededor de una trama improvisada y que no lleva a ninguna parte. Ojo, y no es que tenga nada en contra de esta manera de hacer cine. Wong Kar Wai hace exactamente lo mismo y le sale de putísima madre, tron. Pero es que el hongkonés es divertido y Malick simplemente es un petardo.

Y eso que, de todas formas, Malick como persona me cae bastante bien. Es un tipo introvertido al que le gusta la naturaleza y que saca una película una vez cada milenio (gracias a Dios). Un buen hombre, joder. Pero es que sus películas no hay quien las aguante. En esta ocasión la historia gira alrededor de un ¿escritor fracasado? y de su relación con dos mujeres diferentes. En principio la trama aborda el desgaste de las relaciones humanas con el paso del tiempo y de cómo, quizás, algunas emociones pueden volver a brotar cuando ya parecían olvidadas. O por lo menos así me lo pintaban en la sinopsis, el resultado final es muy diferente: la verdad es que la historia podría significar cualquier otra gilipollez. La crítica especializada ve lo que quiere ver: Un Malick conocedor de la naturaleza psicológica del hombre y un cineasta de culto. Yo, en realidad, lo que veo es un hombre que hace películas con toda su ilusión sin saber muy bien lo que está grabando. Menos mal que las actuaciones de Ben Affleck, Bardem y, especialmente, Olga Kurylenko salvan la papeleta y al final el resultado es medianamente fumable.

En fin, To the Wonder es como un cuadro de arte moderno en el que uno realmente ve lo que quiere ver. Ese es el juego de Malick: hacer películas tan ambiguas que no signifiquen nada en sí mismas y que dependan absolutamente de la colaboración del espectador, eso sí, con una estética tan cuidada que den para cien trailers distintos y espectaculares. Vamos, un coñazo muy bonito de ver pero muy aburrido al mismo tiempo. Regular de cojones.
VirtualBoy
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7
23 de abril de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Michelle Williams se queda preñada de un chuloplayas de instituto interpretado por Mike Vogel, solo Ryan Gosling sacrifica sus expectativas vitales y sus sueños para compartir su vida junto a la de la promiscua adolescente. "Las mujeres buscan toda su vida un príncipe azul, pero cuando no lo encuentran solo se aferran a un tipo con trabajo".
En fin, así comienza el feliz matrimonio de esta pareja del cine indie: una relación amigable, basada en la conveniencia de la novia, que muy pronto se resquebrajará como consecuencia del paso del tiempo y del aburrimiento que el buenazo de Gosling le produce a la pava de su mujer. La película, en definitiva, es el último intento de un marido desesperado por recuperar la atención de una mujer inteligente y ambiciosa que cometió un error en el fragor de la juventud del que ahora se arrepiente y del que no puede escapar. Las interpretaciones de los dos protagonistas son, sin excederse, bastante buenas y la película logra retransmitir lo mucho que los sueños frustrados pueden llegar a repercutir en los matrimonios sin necesidad de incurrir en melodramas trillados, bandas sonoras empalagosas ni situaciones fuera de contexto. Un siete y todo mi respeto para el director, Derek Cianfrance, del que no sabía absolutamente nada. Estoy seguro de que a partir de ahora este hombre dará mucho de qué hablar.
VirtualBoy
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