Fuimos a la sesión especial de Mantícora en el Phenomena. La sala estaba hasta arriba y casi todo el mundo se quedó al coloquio de después con el director y la actriz protagonista.

La película va de muchas cosas. Primero, la historia de amor entre Julián y Diana. Toda la película sucede con una inmensa tristeza y sobriedad, pero es muy tierna esta pareja y la química que desprende. Sinceramente, me molestó mucho el final, porque creo que soy más humana que cinéfila y aunque entiendo cómo se unen y se cierran dos historias... (sigo en spoilers). Después, la pedofilia de Julián, que le atormenta durante toda la película. Importante fijarnos en cómo Vermut nos hace empatizar con su dolor, pero no con su deseo, y en lo bien puesto que está el título, haciendo alusión a la monstruosidad de Julián y al deseo, que puede llegar a ser algo monstruoso también. Esto es algo que se ve por todas partes, desde la decoración de la habitación del protagonista hasta su profesión (se dedica a crear monstruos para videojuegos). Qué bien hilado, me pareció algo hermoso. Habría sido muy interesante reflexionar tambien sobre la función de las ficciones (con la conversación en el bar se abre un debate que podría dar mucho más de sí), pero casi no hablamos de este tema en el coloquio.

Todo esto se trata con mucho diálogo (Vermut dijo que "lo más complicado del cine es dialogar"), como en las películas de Rohmer, e igual que en éstas, sin que sobre ni falte nada. Una peli sencilla y concreta, y delicada (la escena más brutal de la película sucede fuera de cámara, mientras miramos un trocito de la casa de Julián).

Fuimos a ver “Staff Only” al Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi, al que también asistieron la directora y parte del equipo. Salimos encantados.

La película cuenta la historia de Marta (Elena Andrada), una adolescente a punto de entrar en la mayoría de edad. Durante unas vacaciones a Senegal con su padre, generalmente ausente, y su hermano pequeño, Marta se da de bruces con el mundo real, en el que reinan las desigualdades sociales y las injusticias, hasta ahora desconocidas para ella. La adultez la aborda como aborda ella la zona reservada para empleados de su hotel de lujo, separada del resto del recinto con el cartel de “Staff Only” que da nombre a la cinta. Aquí, se sumerge en otras perspectivas y otros niveles de comprensión, que la llevan a la desobediencia y también a la decepción.

Haciendo énfasis en la idea principal de la película, ésta se narra intercalando lo “real” con escenas que vemos a través de una cámara destinada a reportar la experiencia turística de la familia. También es interesante mencionar las actuaciones de Elena e Ian Samsó, que interpretan sus papeles con una naturalidad sorprendente aun siendo ésta su primera experiencia en el cine.

Jean Grémillon, director del realismo poético francés, dirige en 1936 “¡Centinela, alerta!” junto con Buñuel, una de las mayores rarezas de la filmografía de este último.

Durante esa época en la que Buñuel hacía habitualmente el papel de codirector para el cine de la II República, surgen infinidad de cintas comerciales que a priori parecieran no corresponder con el estilo de éste. Así, en un contexto histórico y cinematográfico interesantísimo, “¡Centinela, alerta!” narra la historia de una mujer embarazada que, tras ser abandonada, enamora a un cantante aficionado: Angelillo.

Con el gancho del cantante famoso como reclamo, la película prácticamente se centra en exhibir al actor y dejar que se luzca, todo en un contexto de melodrama divertido que no deja de lado la crítica a la realidad en la que se enmarca. Además, el estilo de Buñuel se deja ver en diferentes momentos de la cinta (las transiciones de escenas, el árbol que indica el paso del tiempo, etc.).

Durante el franquismo desaparecieron muchas de las películas rodadas durante la república, y ésta, con la explosión de la guerra civil española, termina siendo la cuarta y última película de la productora Filmófono. Con el tono de un musical inofensivo y actores curiosos como Sáenz de Heredia o Mapy Cortés, es una película entretenida para entender el contexto de España durante los años treinta.

No llega a la altura de El jardín de las delicias, pero me ha parecido realmente bonito y entretenido. Además, la duración acompaña a que no termine haciéndose pesado. Aún así dejaría algunas escenas fuera (la parte en que hablan de los sueños, por ejemplo, me ha parecido que sobra), y en cambio, profundizaría más en bastantes temas. Se va por las ramas en muchas ocasiones, dejando en el aire cuestiones importantes y tocando otras tantas de manera muy superficial.

Si bien es cierto que El Bosco es un autor rodeado de misterio, creo que podría haberse hablado más de su vida, de la historia y el contexto de su obra, de sus otras obras, etc. Está claro que el documental predica con la cita que le da final: «la pintura [...] quiere ser entendida, pero no enteramente. El autor no quiere que resuelvas el misterio, quiere que permanezcas en el misterio».

Como se ha mencionado en otra crítica, la forma en que te enseñan la obra hace que te fijes en detalles en los que no habrías reparado (¡hay tantos!), pero se echan de menos comentarios de profesionales respecto a éstos. Sí que destacaría los tres o cuatro simbolismos que se explican (el unicornio, los frutos rojos, etc.). Muy bien llevados y argumentados. También algunas de las interpretaciones que hacen de su significado (la ensoñación de Adán...). Se ve que ha habido un gran trabajo detrás.

En resumen, es verdad que el documental no profundiza demasiado en la obra ni en la vida de El Bosco. Sin embargo, es una obra preciosa para acercar al artista a aquellas personas que saben poco de él. Te deja con ganas de saber más, algo que me parece maravilloso y que no logran todos los documentales.

Alberto Isaac dirige en 1964 “En este pueblo no hay ladrones”, una película basada en el relato homónimo de Gabriel García Márquez. Más de 50 años después, sorprende ver en pantalla a un elenco que reúne a casi toda una generación de personalidades del mundo de las artes: el propio director, Luis Buñuel (¡haciendo de cura!), Carlos Fuentes, Arturo Ripstein, Juan Rulfo e incluso García Márquez como taquillero del cine.

La película cuenta la historia de Dámaso, un joven gandul que vive mantenido por su mujer y que, una noche, se cuela en el salón de billar del pueblo y roba tres bolas, lo único que encuentra. “En este pueblo no hay ladrones” resulta un relato casi tan humilde como el pueblo en el que se desarrolla, y, sin embargo, analiza de forma magistral la violencia, el desprecio y el adormecimiento de una sociedad con años de retraso.