A los diez minutos, pensé que me había equivocado de película. Es imposible que algún crítico la haya bautizado como obra maestra del cine español.
Pese a la buena interpretación, únicamente esperas que la introducción larga y tediosa, lleve a los giros que están latentes y que pueden dar un vuelco a esa sensación soporífera. Pero no, la introducción acaba con los títulos de créditos, y la cara de que te han tomado el pelo se plasma en tu semblante.
De verdad que no lo entiendo, y encima es la candidata a representarnos en los Oscar. Si sale elegida no me cabe duda que será porque quién la elija ha disfrutado de un sueño reparador, sin pretenderlo.

La serie parece elaborada para demostrar que una idea que puede dar de sí, necesita que el desarrollo de la misma se realice con una mínima dosis de coherencia.
No sé si el problema es el guion, la dirección o el montaje (o todo ello en su conjunto), pero el caso es que el resultado final es de una ridiculez absoluta. Hay escenas que provocan cierto estupor.
Una lástima, porque en principio, y como decía, el punto de partida era interesante y el elenco podía prestarse a que, por lo menos, se hubiese llegado a una serie digna.

Que unos actores con una trayectoria más o menos meritoria, accedan, después de leer el guion, a protagonizar este bodrio, hace que mi impresión sobre el cine español, en lo que a nivel laboral y salarial se refiere, caiga a los niveles que se encontraba en los peores momentos de nuestro cine.
La película es un sinsentido que además, en algún momento roza el mal gusto y la zafiedad. Da la impresión de que la han terminado con parches, con mucha prisa y sin que nadie haya podido ver el resultado final antes de su estreno.