Crítica cortita y al pie: Buena idea, horrible final, mejor trolleo de la crítica 2016.
Mira que la idea promete... pero no es más que eso, un misterio perfectamente vendido, porque no hay más. Hay un momento en el cual el vehículo cinematográfico que nos transporta empieza a dar vueltas de campana y...






Nos la han colado pero bien.

Desmesurado bodrio el que nos presenta Eli Roth. Partiendo de una premisa que podría tener algo de interés, quizás con un guión algo más creíble, uno espera encontrarse una suerte de Funny Games Rothizada. Pero no.
Actuaciones de razzie que te sacan absolutamente del film unido a situaciones totalmente ridículas que dan como risica al verlas. No miedo, no tensión, más bien vergüenza ajena.
Keanu Reeves como si la cosa no fuera con él, en modo un-día-más-en-en-la-oficina (aunque esto ya es de hace tiempo). Es que es ver estas producciones y son la mejor muestra de que los medios disponibles no son un seguro de calidad, sino el talento, que en este caso, brilla por ausencia dando un producto vacío y carente de alma.

Ni me voy a enrollar ni voy a poner mi tesis sobre el contubernio religioso en la cinta presentada por Eggers.
Genialmente dirigida. Genialmente interpretada. No hay puntada sin hilo en ésta película.
No es de miedo, es de mal rollo, un mal rollo infinito. Y efectivamente, como ya he visto en una crítica, el mejor resumen es que Eggers consigue que veas algo que en algún momento crees que no deberías estar viendo.





Los que queráis ver mierda de sustos fáciles con preguiones, será por oferta.

Suelo disfrutar doblemente de una película cuando es inesperadamente especial. Casi por inercia acabó cayendo en mi reproductor esta cinta de Chbosky, cinta que fluye durante su visionado de una manera tan sutil que es imposible no sucumbir ante el mimo con que se radiografía la época más importante en nuestro desarrollo como seres "sociales". La película no es un canto indie-hipster como muchos críticos de sala de estar reseñan con mala leche, es una visita a nosotros mismos en un momento tan irrecuperable como infinito. Grabar cassettes, las fiestas en casa de cualquiera sin que parezca un vídeo de reguetón, no saber qué coño es esa maravilla que está sonando en la radio, la sensación de buscar tu sitio en cada gesto que haces, conectar con alguien porque sí...

"The Perks of Being a Wallflower" es un reencuentro con esa parte de ti que se queda en el camino pero que lo marca, y sólo por eso, merece la pena verla, sin prejuicios.

Es indescriptible la sensación que produce asistir en directo al efecto que tiene la incomodidad en los espectadores de esta película, la maravilla de la dicotomía generada en el personal en poco metraje, del truño absoluto (Hola Boyero) a dar una oportunidad a algo que pretende remover por dentro y que según mi punto de vista, lo consigue.

No lo consigue a través de metáforas ultraelaboradas o a triquiñuelas metacognitivas que sólo entienda el creador. No señores, ésta película es el arte de mostrar la fealdad y la mezquindad con paralelismos muy evidentes. No hay absolutamente nada en la película que no forme parte de nuestro día a día, de esas cosas de las que nunca hablamos pero que aceptamos, que todos observamos, y aceptamos, que dirigen nuestra vida, y aceptamos, que nos hacen sufrir o ser felices, y aceptamos. Esto es Arte y consigue mostrar la ``fealdad', que particularmente tiene la propiedad de mostrarnos la verdad desde un prisma muy concreto, de no hacer concesiones a lo conveniente y establecido, a lo agradable.

Me gusta. Me gusta porque es una película con falta de educación; llega, se presenta, pone los pies en la mesa, se ensaña con tus bien aprehendidos patrones culturales y ahí lo deja, para que pienses. Una buena hostia para todos.

Que nadie se la pierda si disfruta con alegatos cinematográficos que por lo menos, son sinceros y quieren transmitir algo más que euros.