Tras un punto de partida supuestamente rompedor, moderno y escandaloso (supuestamente, insisto), la película va cogiendo tintes cada vez más buenistas y edulcorados. El personaje adicto al porno acaba metido en una peli de Disney con un mensaje ñoño y tradicional que de tan simple pierde el poco contenido que pudiera tener.
En definitiva, salen algunas tetas y culos prefabricados, un par de escenitas para lucimiento de la sensual Scarlett y poco más. Puede que para la moral americana esto sea transgresor, pero la verdad es que se necesitaría mucho más que eso para provocar algo más que sonrisas en un público mayor de 15 años.

Siendo generosos diríamos que la trama es un simple cúmulo de clichés y de escenas refritas sin ningún sentido ni lógica. A momentos rozando el humor absurdo, no entiendo la sobrevaloración de esta película, cuya vulgaridad va más allá de ser comercial y que efectivamente intentando provocar algo de terror me causó un profundo horror, por lo malo y aburrido.

Los actores son como máximo correctos, navegando en unos personajes sin ninguna credibilidad y en unos diálogos más simples que un barrio sésamo subtitulado.