Moulin Rouge (1952), dirigida por Jonh Huston, es una película ambientada en el París de finales del XIX. Nos presenta una imagen muy fidedigna del pintor Toulouse Lautrec. ¿Qué tiene de diferente o de memorable esta cinta? Pues según mi opinión lo siguiente: recrea a la maravilla el mundo y los personajes con los que se relacionaba y a los que pintaba este artista, de tal forma que casi no sabemos si la pintura se hace realidad o la realidad pintura. A colación viene la luz utilizada en toda la película y los decorados completamente pictóricos. El personaje está captado e interpretado de forma genial. Analiza, explora y presenta muchos aspectos de la compleja personalidad del pintor, el rechazo de sus orígenes nobiliarios, el alcoholismo, su acomplejada existencia, su cinismo, su tormento…

Él, (Buñuel, 1952). Película claramente ubicada en su época mexicana, que cuenta magistralmente una historia de celos. Un señor maduro, acomodado y bastante religioso, se enamora, a simple vista, de una mujer con la que termina casándose. A partir de este momento y una vez conseguido este objetivo, concluye la farsa del cortejo y sale a la luz la verdadera forma de ser de nuestro protagonista, donde se nos constata como una persona infeliz que proyecta sobre otro más débil todos sus impulsos destructivos con gran ensañamiento. Realmente se trata de un enfermo mental del que se nos hace un fidedigno retrato piscopatológico (usado por Lacan en sus clases). Una psicosis celotípica donde no faltan las ideas delirantes, las obsesiones, las compulsiones, incluso las alucinaciones. De nuevo podemos asistir a la exposición de un enfermo, de un infeliz y de un desgraciado por el que no desarrollaremos ningún tipo de empatía. Encontramos en esta película otras ideas secundarias muy interesantes, como el sentido de la propiedad, el puritanismo, o una crítica a la iglesia que tiene por ejemplo de hombre sin tachadura a una persona enferma y llena de odio. La película es formidable desde todos los aspectos temáticos y técnicos. Destacando el guión y la interpretación, la secuenciación de actos, el desarrollo, las imágenes…Se trata de una película muy completa altamente recomendable no sólo para una profundización en el cine de Buñuel sino para simplemente disfrutar del buen cine.

Película extraordinaria de Alejandro G. Iñárritu, cómo era de esperar, aunque también más extravagante respecto a su cine anterior. El guión magnífico, lleno de matices y frases inteligentes. Toca temas como el mundo del cine y del teatro, la fama y cómo su ambición junto con la búsqueda de ese equilibrio entre el verdadero arte y la comercialidad, y entre lo falso y lo verdadero, puede vapulear la cordura de una persona. Es interesante y compleja siempre la juxtaposición de realidades cuando una obra de teatro está dentro de una película, en este caso la adaptación al teatro de De qué hablamos cuando hablamos de amor, de Raymond Carver), puesto que contamos con dos actuaciones en una. La dirección de los actores y su interpretación en sí es impecable en todos, Keaton por supuesto como buen protagonista, pero también Norton, Naomi Watts, Zach Galifianakis y Emma Stone. Diferente en su filmación-montaje con un falso único plano secuencia y cámara al hombro, que me encanta, nos pasea una y otra vez por el interior del viejo teatro St. James de Broadway, dando vueltas y revueltas por sus estrechísimos y laberínticos pasillos y llevándonos a las situaciones y escenarios abiertos o cerrados, internos y externos que él quiere y nosotros no podemos hacer otra cosa que movernos con él a través de la cámara. Otra cosa que me ha encantado son los improvisados solos jazzísticos de batería como parte de la banda sonora. No todo me gusta de esta película, por ejemplo no me gusta su última parte, es ambigua y a mi gusto no está a la altura de la primera. Pero todo lo positivo a mi entender resalta con creces sobre los aspectos más farragosos que pueden resultar de esta arriesgada apuesta del director.

La infancia de Iván (1962), película sublime de Andréi Tarkovski e increíble y galardonada ópera prima, rodada en blanco y negro. Como mucho se ha dicho de sus aspectos técnicos y de contenido, respecto a esto último sólo resaltaré el abordaje de la temática bélica (II Guerra Mundial) de forma antibelicista. Destaco el magnífico papel que interpreta Nikolai Burlyayev que es capaz de mostrar la dureza, la seguridad que ejerce la determinación en Iván, y que contrasta con todas las imágenes que evocan la ternura de su infancia perdida y añorada, que son de una belleza inigualable. Esa misma dicotomía se observa en las imágenes sombrías y tortuosas de guerra y los luminosos paisajes, el bosque inicial y la playa final (indescriptible imagen), ensoñaciones-recuerdos de Iván. Cada fotograma es una lección de fotografía. Me gusta también el profundo análisis de los personajes en los que apreciamos ciertos detalles, cuando callan o se sonríen a sí mismos al terminar una frase, cuando la cámara aún los retiene para mostrar lo que no dicen, sino su pensamiento, su interior. Es la primera película que veo de este director y sólo puedo elogiar este film que sin duda me llevará a seguir profundizando en el cine de Tarkovski y por supuesto, recomiendo ver esta película.

Viridiana (1961), primera película de Buñuel de producción española tras su exilio. Recibió la Palma de Oro en el Festival de Cannes, pero en España no pudo proyectarse hasta 1977, lo que para mí ya la hace atrayente. Lo que escondemos es lo que somos. Basada en la novela Halma de Pérez Galdós, nos presenta a una novicia que visita a su tío, éste al ver el enorme parecido de Viridiana con su difunta esposa, hará todo lo posible para evitar que su sobrina política regrese al convento. La película es un dechado de simbolismo, fetichismo y erotismo difícil de abarcar y de analizar e increíblemente transgresora. Los temas principales que aborda son la perversión, la sexualidad reprimida, la inutilidad de la compasión (escena maravillosa de un perro atado a un carro salvado de su calvario para a continuación mostrarnos a otro perro en la misma situación que no correrá la suerte del anterior animal) y la irrevocable maldad de los infortunados. Este último tema se presenta como una constante en el cine de Buñuel desde Los olvidados (1950), donde muestra la pobreza de espíritu y la determinación hacia la maldad de personas que nos inspirarán de todo menos empatía a pesar de sus desgracias y calamidades. Una escena sorprendente es la recreación de la última cena de Da Vinci, impresionante. Es importante la evolución de la personalidad de Viridiana a lo largo del film de un extremo a otro, que recuerda a Nazarín (1959), pero esta vez, debido a la sensualidad de Viridiana y a los deseos que provoca, también evoca a Sade, en Justine o los infortunios de la virtud. Comprendo que esta obra sea considerada una película de culto y una obra culmen del cine. Altamente recomendable.