Democracia. América. Esclavitud. Tres palabras que resumen a la perfección una de las películas más aburridas y sobrevaloradas de los últimos tiempos. Con un ritmo cansino y unas interpretaciones brillantes, Lincoln viene a demostrar aquello que muchos temíamos desde que vimos War Horse: que Steven Spielberg ya no es el mismo que antes.
El principal problema de esta película es esa intención por parte de Spielberg de dotar al film de una solemnidad y un temple demasiado forzados, demasiado llevados al límite, impidiendo que el ritmo de ésta prospere y la haga dinámica o interesante. Está claro que no es una película que deba tener un ritmo tipo Guy Ritchie, pero tampoco se merece esa carencia de movilidad, de interés por el espectador, que a la hora y media de la película (y dura casi tres) está mirando el móvil para ver cuanto le falta para terminar.
Otro gran problema: los diálogos. Tony Kushner, guionista de la película, nos vende gato por liebre de una forma alarmante en este aspecto; diálogos impregnados de patriotismo, de lecciones sobre la democracia, sobre América, sobre la libertad, que pueden sonar muy bien, pueden dotar a la película de esa solemnidad que Spielberg siempre ha buscado para este tipo de films, pero que si se analizan de forma clara y objetiva, se puede uno dar cuenta de que son vacíos, sin sentido y muy, muy cansinos.
Pero centrémonos en lo importante; centrémonos en Abraham Lincoln. La introspección que hace la película en su figura es, cuanto menos, discutible. Yo ya me temía que Lincoln iba a ser una película God bless America total, pero lo que ha hecho Spielberg roza el fanatismo. Ni una, ni una sola crítica, he podido encontrar a la figura de Lincoln. Todo lo que se muestra en la película es determinación, preocupación por la nación, responsabilidad, sabiduría. Todo, menos críticas a un personaje que muchos historiadores han tachado de bastante cuestionable. Algo que puede encantar a los americanos, pero éstos deberían aprender que no solo ellos ven sus películas.
Las interpretaciones. ¡Por fin algo bueno! Pasemos a repasar, una a una, las principales actuaciones de un reparto espectacular en todo el sentido de la palabra, que incompresiblemente, no ganó el premio SAG a mejor reparto coral (que fue para la fantástica Argo, de Ben Affleck).
Daniel Day-Lewis. ¿Qué se puede decir de este actor que no se haya dicho antes? Su interpretación es, sencillamente, perfecta. Nunca antes se había visto una simbiosis entre actor y personaje tan grande, tan trabajada. Porque señoras y señores, en esta película, Daniel Day-Lewis no interpreta a Lincoln. Es Lincoln. Acento, gestos, mirada, aspecto. Todo, absolutamente todo, es perfecto en esta interpretación que tiene el Oscar asegurado y muy, muy merecido.
Y por último, ¿qué es Lincoln? ¿Un biopic? ¿Un drama histórico? ¿Una cinta política? La verdad es que, una vez vista la estructura del film, yo apuesto por lo tercero: una cinta política ambientada en la época de la Guerra de Secesión americana que tiene como premisa básica relatar la historia de la aprobación de la decimotercera enmienda con métodos más que dudosos pero que en la película aparecen como justificados (no vaya a ser que critiquen a Lincoln, por favor) y que deja tras de sí lo único relativamente divertido de la película: los debates en la cámara de los diputados.

Película aburrida y cansina, la última obra de Steven Spielberg quedará para el olvido entre aquellos que no adoremos a la figura de éste presidente, y esto, querido público, somos todos los que leemos esta crítica.

Lo mejor: las interpretaciones y la banda sonora.

Lo peor: el ritmo, su patriotismo, su falta de crítica, que ganará el Oscar sin merecerlo en absoluto.

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