Qué fácil resulta para algunos dinamitar una obra creativa (cinematográfica o literaria) para mostrar su "dureza" crítica a base de no profundizar y quedarse en lo aparente a base de chistes o gracias baratas.
"Camino a la libertad" aburrirá a aquellos que van al cine a "entretenerse" mientras pasan la modorra vespertina y consumen (objetivo prioritario) un cucurucho de palomitas y un vaso gigante de coca-cola. Mejor que ellos no vayan a verla a no ser que quieran pagar una entrada para echar una siestecita.
Que no haya una escena donde dos fugados se den de bofetones defraudará a muchos. Que nadie intente violar a la chica en la oscuridad de la noche defraudará a otros tantos. Y así es: no hay tortas, no hay un buen polvo (ni consentido ni forzado), ni siquiera un inicio de romance entre la chica y el prota (Jim Sturgess),y Valka, un personaje prometedor, no le corta el cuello a nadie para robarle una pata de conejo. Qué le vamos a hacer, sabemos que esto es un hándicap y una carencia imperdonable en una película comercial para muchos espectadores, pero resulta que para Weir es más realista que un grupo de personas con un poderoso objetivo común (sobrevivir) y una absoluta dependencia mutua para conseguirlo olviden su orgullo y sus posibles rencillas en bien del grupo y, a la postre, de sí mismos. Debo decir que para mí el enfoque de Weir también es más "verosímil".
¿Que falta tensión?, ¿que no hay altura dramática?, ¿que los personajes son planos? Incomprensible: repasen las escenas donde "no andan" y encontrarán todo eso que encuentrar a faltar. Repasen las secuencias de "muerte" y verán auténtica emoción. Por cierto, la escena de la muerte del personaje de Saoirse Ronan es una de las más bellas escenas de despedida (sin palabras) que yo haya visto en una pantalla, un prodigio de sensibilidad y puesta en escena.
"Camino a la libertad" es, en resumen, una película grande, profundamente humana y muy poco convencional.