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Críticas de Fedexior
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Críticas 118
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
13 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puedo decir sin temor a equivocarme ni a caer en exageraciones, que la saga Inframundo es de las peores que se han hecho en lo que a vampiros y hombres lobo se refiere (no al punto de Crepúsculo, por supuesto, pero casi). Es alarmante la falta de interés que generan estas películas, sobre todo teniendo en cuenta que tratan un tema del que se puede sacar mucho jugo. Esta cuarta entrega no es la excepción.

Dos tazas de Matrix, una cucharada de Resident Evil y un poco de gore al uso, todo salpicado de efectos 3D de saldo, un guión tan confuso y poco interesante como el de las tres películas anteriores y la misma Kate Beckinsale de siempre vestida con su traje de cuero negro de dominatrix dando saltos, volteretas y disparando a todo lo que se mueve, esa es la receta que los directores (¡dos directores para esto!) utilizan vilmente en esta producción. La película parece hecha para que Kate se luzca con sus proezas. Verla es lo más destacable del film, pero desde ya no es suficiente. Al menos el metraje más corto (no llega a la hora y media), hace que el suplicio sea menos duradero. Los suspiros de hastío y cansancio no se harán sentir tanto como en las interminables precuelas y la dosis de acción es más abundante y cruenta, lo que logra un mínimo (minúsculo) interés.

Para terminar: exclusiva para fanáticos incondicionales de la saga (si es que hay alguno) o admiradores empedernidos de Beckinsale. Por lo demás (y para los demás) totalmente prescindible.
Fedexior
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1
3 de agosto de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dupla Sandler-Dugan (protagonista y director respectivamente) ha creado unos cuantos truños a lo largo de los años, desde más o menos, mediados de los noventa. Vendrían a ser como la versión cutre y patética de Depp-Burton (aunque estos dos también se han mandado sus mocos, todo hay que decirlo), que juntos, no forman un cerebro completo, pero aún así son capaces de crear (si se puede usar la palabra) una película por año aproximadamente, que por lo general son un fiasco desde todo punto de vista, pero que, extrañamente, logran alcanzar un éxito desmesurado. Lo sorprendente es la capacidad de estos dos lobotomizados de redoblar la apuesta cada vez con un nuevo producto pestilente y malsano. Sin embargo, yo, ingenuo de mí, pensaba que todo tenía un límite, que después de las dos películas de Niños Grandes (puajjj), ya no se podía caer más bajo. Pero no, Beavis y Butthead,lo han logrado, amigos y vecinos. Han hecho lo que jamás habíamos imaginado, o no queríamos imaginar: terminar de destrozar la comedia con la apoteosis de la imbecilidad y lo zafio que representa Jack and Jill.

Lo que queda más que claro es el absolutamente nulo talento de Sandler para la interpretación polifacética. Quiero decir, Sandler no es Eddie Murphy; es totalmente incapaz de hacer varios personajes a la vez en una misma película (dejando de lado el hecho que Murphy también ha hecho varios truños). Hace lo mismo que podría hacer yo si me pusiera una peluca, dos melones por pechos, un vestido de mujer y empezara a hablar con una voz aguda y chillona. ¿Sería gracioso? Lo dudo. Lo dudo mucho. Sería ridículo, patético, infame. Bueno, eso es esta película, eso es Sandler. Toda la película es Sandler hablando con voz normal y Sandler hablando con una voz chillona insoportable y usando peluca. En ningún momento nos podemos creer que son dos personajes distintos, que son dos personalidades separadas. Es Sandler por dos. Así que imagínense.

Pero aún suponiendo que Sandler tuviese el talento suficiente como para hacer dos personajes, la película sigue siendo una basura. El guion, si es que realmente existió, y tengo mis dudas, es lo más insultantemente estúpido que cabe imaginar. Los chistes guarros son de lo menos gracioso, son lo que los pseudoguionistas rascaron del fondo de la olla de los chistes de Porky's. Por no mencionar la gran cantidad de racismo, misoginia y antisemitismo que pulula por toda la película. Y es que ni siquiera eso está planteado de manera inteligente o sutil y eso es lo peor. Todo son chistes de brocha gorda sobre estereotipos mexicanos, judíos, homosexuales, etc., que atrasan por lo menos 30 años. Algo que solo un viejo rancio o un adolescente descerebrado podría encontrar gracioso. De todas formas, tengo que decir que todo esto no es lo peor. Es incluso perdonable. Lo peor de todo es que el guion es sorprendentemente perezoso. Holgazán. Va por el camino más corto y fácil para desarrollar cada escena y cada "conflicto", no se esfuerza en lo más mínimo por tratar de narrar la historia de una manera interesante (no digo ya original). Lo mismo ocurre con la dirección: casi telefílmica, más preocupada por mostrar las marcas del "product placement" que plagan (obscenamente) la película que por hacerla visualmente llamativa.

Para terminar, lo dicho: Sandler y Dugan redoblan la apuesta en esta supuesta comedia que resulta intragable, insoportable y penosa. Pero, en realidad, todo eso no es lo más sorprendente. Lo más sorprendente es que...
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Fedexior
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2
21 de marzo de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada, confieso que no vi la original de los ochenta (lo cual es un pecado imperdonable por mi parte, ya que me jacto de ser un fanático del terror ochentero), así que no voy a entrar en comparaciones. Simplemente me voy a dedicar a esta insulsa e innecesaria remake. Aunque, a decir verdad, no sé ni para qué me molesto. ¿Qué sentido tiene detenerse aunque sea diez minutos para escribir algo sobre una película así? No vale la pena, pero dado que soy hijo del rigor...

Primero, señalar lo que parece ser la característica general de todas estas remakes de pelis viejas de terror: la total falta de sustancia, la escandalosa superficialidad, el escaso talento tanto de guionistas como de directores, los actores insípidos, los giros ridículos de la trama... todo eso y más es lo que caracteriza a El Padrastro. La película es tan obvia, tan cliché, que se queda sin ideas apenas empieza.

Comenzamos con los personajes de cartón piedra que podemos intuir desde los títulos de crédito: hijo adolescente enojado con la sociedad, problemático y rebelde, que parece ser el único que se da cuenta de que algo anda mal. Madre divorciada (toda una Milf, por cierto), más tonta que una papa, que no se entera de nada (nada de nada) hasta que es demasiado tarde. Hermanos pequeños del adolescente problemático que están más de adorno que un florero. Novia del adolescente que aparece, más que nada, para calentarle la cabeza al público masculino (sobre todo el más avejentado). Y por supuesto, no podía faltar el padrastro, el lobo con piel de cordero, interpretado por uno de los protagonistas de la serie Nip/Tuck que al parecer tiene un agente bastante perverso al que le convendría despedir. Ni que decir que todo se desarrolla en el ultra-recontra-archi-conocido-y-consabido suburbio estadounidense, en una casa enorme y hermosa, con piscina, jardín y barbacoa, donde todo el mundo es feliz y conduce un cochazo de lujo.

Una vez tenemos a todos estos personajes infumables y su ambiente de cuento de hadas, ¿qué nos falta? ¿Guión? ¿Historia interesante? ¿Suspenso bien llevado? ¡Bah! Todo eso es del siglo pasado. ¿A quién le hace falta contar una historia de forma más o menos decente cuando puede ¡¡llenar escena tras escena de cuerpos adolescentes semi desnudos!! Lo juro, parece que la mitad de la película es eso: el adolescente problemático bañándose en la piscina o tomando sol junto a ella, muchas veces acompañado de su novia que usa un micro bikini (y que cuando está en su casa solo sabe pasearse en ropa interior) que es para dejarte bizco. Nadan en la piscina, se besuquean en el agua, toman sol, frotan sus cuerpos esculturales el uno con el otro, intentan investigar el oscuro pasado del padrastro, siguen besuquéandose y refregándose, ¡todo en traje de baño! Ya sé que puedo sonar mojigato o conservador al decir todo esto. No es que lo esté reprobando o me parezca escandaloso, tampoco me parece mal condimentar la película con un poco de sensualidad. Pero si es casi lo único que tienes para mostrar en una película que se supone de terror, mal vamos. Se nota que te quedaste sin ideas antes siquiera de empezar a filmar.

Aparte de los adolescentes semi desnudos en la piscina todo el santo día, poco queda para decir. El Dr. Nip/Tuck es el asesino psicópata menos convincente de la historia, la Milf es tan tonta que dan ganas de que sea la primera en morir, las sospechas del adolescente adicto a la piscina aparecen de golpe sin venir a cuento, la "investigación" que hace es patética (dos segundos en la PC, mirando la página de los más buscados), las escenas de suspenso son una risa, no hay una gota de terror y el final es taaaaaan convencional y ridículo que uno no puede dejar de pensar que se trata de una tomadura de pelo.

Todo lo que ocurre a lo largo de la película lo hemos visto un millón de veces antes. En cierta manera es como esa película llamada Disturbia (que también critiqué desfavorablemente hace un tiempo), solo que peor. Así que pueden hacerse una idea. Avisados están.
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Fedexior
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4
4 de febrero de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hellraiser es otro de mis clásicos de terror favoritos, pero ver esta película es presenciar la decadencia del entrañable Pinhead, como era de esperar. Porque siempre es lo mismo: cuando una franquicia de terror pasa de las tres películas, la calidad en todos los aspectos decae estrepitosamente, y se deja paso al despropósito, la incongruencia, lo absurdo y lo ridículo.

El film contiene suficientes imágenes gore, y la atmósfera, en líneas generales, está bien lograda, como para no resultar un desastre total, pero el conjunto hace agua por todas partes. Las actuaciones son bastante penosas (en especial las de Lemarchant), y la historia en sí es un poco descabellada.

Pero la pregunta más importante es: ¿Era necesario empezar la película en una nave espacial en el año 2127? ¿Por qué no ambientarla en la época "actual" (que para ese momento era 1996), si no cambiaba nada? Me recordó a la lamentable Jason X, que también transcurre en un futuro muy lejano, en una estación espacial. Esta parece ser la marca de fábrica del agotamiento de ideas y creatividad: vamos a tomar a un personaje de culto del cine de terror y vamos a darle otra vuelta de tuerca. Una más, aunque ya no se pueda. ¿Y cómo lo hacemos? Simple: ambientamos la película en el siglo XXIII y ponemos al monstruo, asesino, demonio, o lo que fuera en una estación espacial donde se dedica a hacer lo mismo que hacía siglos antes en la Tierra: aniquilar a todo el personal. También podemos incluir algún arma de rayos láser o un androide, o incluso un extraterrestre, para darle más sabor. Patético.

En fin, no me sorprende que la película haya sido "dirigida" por Alan Smithee*. A mí también me hubiera dado vergüenza que mi nombre figurara en los títulos de crédito de esta cosa.

Tengo que decir que, con todo, no es un desastre absoluto (de ahí que mi nota sea un 4 y no un 1). Se deja ver y hasta se puede llegar a disfrutar, si uno no es muy pretencioso. Miedo no da, pero al menos resulta moderadamente entretenida... Pero claro, estamos muy, muy lejos de la primera.

[*Para los que no lo sepan, Alan Smithee es un seudónimo que utilizaban antes los directores cuando no querían que su nombre real apareciera en los créditos de una película, ya fuera porque no estaban conformes con el resultado del proyecto, por desacuerdos con el estudio de filmación, etc. No es de extrañar que la filmografía del amigo Smithee no destaque precisamente por su calidad.]
Fedexior
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5
6 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces (de hecho, la mayoría de las veces) me siento como un bicho raro. Como fuera de lugar. Como que vivo en un sitio o en una época a los que no pertenezco. A veces me siento rodeado, otras marginado, otras incómodo. Por lo general trato de no prestar atención a esta situación, trato de decirme que no importa, que cada uno es como es (yo incluido), pero a veces se me hace difícil. A veces siento que debería convertirme en uno más de la manada. Que debería hacer lo que la mayoría (no quiero decir todo el mundo, porque aunque cueste creerlo, sé que no es verdad). Que debería ver los mismos programas basura que la mayoría ve (léase reality shows, programas de escándalos de la farándula, etc.), que debería obedecer al pie de la letra todo lo que la publicidad me dice que haga (cómprate este teléfono celular, cómprate este televisor de 40 pulgadas para ver Gran Hermano en HD, cómprate esta marca de zapatillas, esta bebida, estos cigarrillos, compra, compra, compra, no pienses y compra), que debería leer los éxitos "literarios" del momento (entiéndase Crepúsculo, Las sombras de Gray y demás bazofias), que debería, en una palabra, celebrar como tanta gente, la estupidez y la vulgaridad de esta cultura de masas consumista, para ser menos bicho raro y más normal. Pero no lo hago. Me resisto. No quiero hacerlo, me niego. Si lo hiciera no sería yo. A pesar de quedar como un bicho raro, a pesar de parecer petulante o soberbio por no querer meterme en la charca de fango con los demás, no lo hago. Y cuidado, no estoy diciendo que yo sea mejor. En lo absoluto. Y por supuesto, no estoy diciendo que sea más inteligente. Nada más lejos de la realidad. Tampoco estoy tratando de adoctrinar ni dando lecciones de moralina. Simplemente estoy mencionando un hecho.

Esta introducción es un reflejo de lo que sentí mientras miraba esta película. Me hizo reír, es cierto, pero sobre todo me alarmó. Me sentí como Joe, el protagonista, que no es más que un tipo común, inmerso en un mundo donde la idiotez se ha propagado como una epidemia. Así me siento yo algunas veces. Con mis compañeros de estudio, con mis compañeros de trabajo, cuando viajo en autobús, cuando por accidente paso frente al televisor y veo los programas que algún miembro de mi familia está mirando. Como dije al principio, trato de no prestarle atención, pero a veces llega a ser muy incómodo.

Debería decir algo de la película en sí, porque esto se parece a cualquier cosa menos a una crítica: Mike Judge ha sabido plasmar una vez más (como ya lo había hecho con su estúpidamente brillante serie de animación Beavis & Butthead) uno de los mayores peligros de nuestra sociedad. La película tiene altibajos y no es que uno se desternille de risa, pero lo cierto es que es bastante entretenida... y a la vez un poco espeluznante. Solo una cosa más...
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Fedexior
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