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España España · Madrid
Críticas de Corleone
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
8
30 de marzo de 2009
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a caer en el tópico (justificadísimo) de criticar a las series de ficción españolas, a cual peor y a cual más mediocre y boba. Tampoco caeré en la tentación de compararlas con series americanas como Los Soprano, A dos metros bajo tierra o Mad Men, precisamente la serie de la que quiero hablar. A menudo para que una serie me enganche necesito ver tres o cuatro capítulos, con Mad Men me enganché desde el primer minuto, cuando una cámara nos describe un bar frecuentado por altos ejecutivos y sus amiguitas en el New York de principios de los 60, y todo ello tras una espesa capa de humo de los cigarros. Y el planteamiento de la serie creo que no puede ser más sugestivo: la vida en una agencia de publicidad en plena ebullición de los medios audiovisuales, en una época donde el acoso sexual en el trabajo no estaba mal visto, donde los negros eran tratados como simples criados, donde las mujeres eran las perfectas madres, las perfectas esposas y las perfectas amas de casa. Un New York donde aparentar era fundamental, donde tener una, dos y hasta tres amantes era normal, donde el fumar tabaco Lucky Strike y beber whisky era el hobbie de todo importante ejecutivo, donde la ambición por escalar era el objetivo de todo joven rico.

El protagonista de la historia es el apuesto Don Draper. Director creativo, casado con una mujer preciosa y con dos niños. Es apreciado por sus jefes, envidiado por sus compañeros y subordinados y un mujeriego empedernido, con un pasado desconcertante y que se debate entre sus deseos contradictorios de amor a su familia y su necesidad de estar con sus "queridas". Junto a él, su secretaria Peggy Olson, que no sigue las reglas establecidas de estar guapa para su jefe; el joven ambicioso y sin escrúpulos Pete Campbell; su simpático y exigente jefe Roger Sterling; su amantísima mujer Betty, y todo un elenco de "hombres malos" y vividores; de mujeres, unas preocupadas por su estado físico y otras queriendo romper con los clichés impuestos; y empresas que necesitan de los servicios de la agencia Sterling & Cooper para darse a conocer en el incipiente mundo de la publicidad. Y el tabaco, elemento fundamental e indispensable en todos los actos de los protagonistas.

De hecho, en el tema de la publicidad, la serie nos muestra como Sterling & Cooper lleva a cabo la campaña de Lucky Strike y la de Nixon para ser presidente de EE.UU. Por si alguien que lee esto quiere ver la serie (cosa que debería hacer) no descubriré ni diré cómo llevan a cabo cada trabajo y encargo. Cabe destacar también su cuidadísima fotografía y la elegancia a la hora de filmar cada plano y cada situación. Aunque he de decir algo, aunque para mí es obra maestra, también entiendo que haya gente a la que no le guste este tipo de series de desarrollo lento y cuidado, de ahí que no deje indiferente a nadie.
Corleone
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7
27 de marzo de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he entendido esa etiqueta que se les pone a algunas películas de "esta es una cinta de Oscar". No sé qué debe tener un film para reunir esa serie de cualidades que la hagan candidata a la preciada estatuilla. Pero si ese tópico se le puede aplicar a una película, es a El curioso caso de Benjamin Button. Sinceramente es una película que me ha emocionado. La historia de Benjamin es bonita, hipnótica, original, palpitante, extravagante... Mientras la veía se me venía a la cabeza, salvando las distancias y las diferencias, Forrest Gump. La vida de alguien diferente al resto, que vive una época difícil, al que le pasa de todo y donde todo eso que le pasa es interesante. Alguien que es humano, que siente como todos, que sufre y se divierte como todos, que ama como todos. Desde 1918 hasta 2003, la vida de Benjamin Button no avanza, retrocede. Partiendo de esta base, la película tiene un buen puñado de frases muy a tener en cuenta, y en la que nos lleva, durante casi tres horas, por temas como lo efímero de la felicidad, lo breve que es la vida, el romanticismo, la melancolía. El paso del tiempo.

David Fincher nos hace un recorrido de 80 años en un continuo flashback que avanza. Paradoja. La película es una paradoja. Un avanzar hacia atrás o quizás un retroceder hacia delante. Benjamin es consciente de que es diferente, pero eso no le impide llevar una vida normal, a pesar de que en su niñez haga cosas propias de ancianos y viceversa, porque lo que de verdad mueve al protagonista son sus ganas de vivir, de disfrutar de cada instante de la vida. En definitiva, no perder el tiempo, que si para una persona normal es fundamental, para Button es mucho más que eso. Debe amoldarse a la vida de los demás pero con sus propias características. Así conoce a Daisy. La amiga de 5 años del Benjamin anciano; la compañera de 23 años del Benjamin adulto; el amor de Benjamin cuando los dos tienen 40 años. Y todo esto, tan raro en principio, está contado con normalidad, sin nada que sobre ni que falte. Con planos cuidados al máximo detalle, unas técnicas y efectos especiales sencillamente sensacionales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Corleone
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9
30 de marzo de 2009
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sigo anodadado. Atónito. Por qué no decirlo, medio tonto. Creo que he asistido al visionado de una obra maestra. Todavía no soy capaz de describir muy bien lo que he visto, porque sigo embriagado del aroma a petróleo, el elemento codiciado en There Will Be Blood (me niego a llamar a esta película Pozos de Ambición). Su director, Paul Thomas Andersson, nos sorprendió con Boogie Nights y nos maravilló con Magnolia, pero con esta ha ido más allá. Con There Will Be Blood nos muestra las miserias del sueño americano, su pobredumbre. Un sueño construido con unos cimientos corrompidos por la ambición, la codicia, el odio. Andersson juega con dos elementos, a cual peor: el dinero y el fanatismo religioso. El dinero ganado a base de crueldad y falta de escrúpulos; sin importar a quién se pisotea ni a quién se utiliza. Y el fanatismo religioso que sirve para atontar y amansar a la gente, además de asustarla si no hacen lo que se les dice. Pero al fin y al cabo es lo mismo, el fanatismo religioso persigue el dinero igual que lo hace el sucio capitalista sin alma.

Y el director nos traza esta historia siguiendo el devenir de un personaje: el avaricioso empresario petrolero, interpretado de forma soberbia, magistral, sublime, por Daniel Day Lewis. Sé que lo he dicho muchas veces, pero es, de largo, el mejor actor que hay en el cine hoy por hoy. El protagonista, Daniel Pleinview, es un ser despreciable. De ser un simple geólogo (es la parte incial de la película, 15 minutos sin decir una sola palabra) pasa a ser un miserable, un codicioso magnate del oro líquido. Pero a pesar de ser así, en su mirada, en su comportamiento, en su actitud, se ve que es un hombre vacío, solo y con miedo, sentimientos que cubre bajo un manto de infinita maldad. En el otro extremo está Ely Sunday (Paul Dano) el predicador. En su carácter es el polo opuesto a Pleinview, pero en el fondo busca lo mismo, ganar dinero a costa de lo que sea.
Corleone
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8
30 de marzo de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sus fans estábamos un poco decepcionados por sus dos últimos trabajos (Crueldad Intolerable y Ladykillers), pero los Coen han vuelto, para suerte del cine. No Country for Old Men nos hace reconciliarnos con este dúo de genios. Bien es verdad que muchos señalan que los Coen han vuelto, pero a medias; o que No Country for Old Men no es Sangre Fácil o Muerte entre las Flores. También es muy criticado su final, seco y crudo, que deja todo más o menos abierto, pero esos son los Coen. No puedes pedirles a los realizadores de Barton Fink, y sobre todo Fargo, que te den una película mascada, en la que te cuenten todo sin que tú tengas que discenir algo más allá. Ellos plantean el tema que quieren a través de historias, de hechos y sucesos que nos remiten al asunto que tratan, tomando la narración, no como un fin en sí mismo, sino como vehículo para llegar a su fin. Y No es País para Viejos es eso.

La primera hora es brutal, trepidante, donde se nos presentan a los tres protagonistas y ejes de la historia. El Sheriff, (Tommy Lee Jones) es el narrador de la historia, un hombre a punto de retirarse, y que se pasa la película filosofando. Llewelyn Moss (Josh Brolin) un hombre que tiene la suerte (o desgracia) de encontrarse un maletín lleno de dinero en mitad de Nuevo México. Anton Chigurh (Javier Bardem), un psicópata, tocado del ala, que se juega la vida de los demás a cara o cruz. Por otra parte la estructura argumental de la película es muy atrayente, y hace que te sumerjas en la película, y sobretodo, en los paisajes. Si algo hay que destacar de la película (además de Bardem que está sencillamente sensacional) es el escenario árido, duro, desértico. Si en Fargo la nieve y el frío eran un elemento más de la película, aquí el calor y la arena seca se convierten en un protagonista más de la historia.

Y luego está Bardem. Magnífico. Coge un personaje muy difícil de interpretar, y le da un aire repulsivo a la par que seductor. Toda la película estas esperando a que salga en pantalla ese monstruo sin ningún escrúpulo, que se carga a infelices con un arma, cuanto menos peculiar. Sus diálogos son fríos, un golpe en el estómago, en los que no sabes por dónde va a salir y que será lo siguiente que haga, si tirar la moneda y pegarte un tiro, o irse por donde ha venido. Creo que esta interpretación va a quedar dentro de los anales de grandes personajes, y visto lo visto, el Oscar para él es casi seguro.
Corleone
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8
27 de marzo de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el título pueda llamar a engaño no voy a hablar de la película Camino a la Perdición, sino de una película que plantea el camino a la perdición de un matrimonio. Solo tienen una cosa en común las dos cintas: su director, el siempre genial e incisivo Sam Mendes. Y es que Revolutionary Road tiene una virulencia emocional tremenda. Quizá no llegue al nivel de American Beauty, pero al igual que la opera prima de Mendes, este drama matrimonial escarba en las entrañas del estilo de vida americano, pero que es perfectamente extrapolable a cualquier pareja de cualquier lugar del mundo que anhele el no haber cumplido sus sueños. La película es cruda y devastadora, con momentos en los que uno realmente llega a sufrir por esa pareja cuya caída en los abismos de los convencionalismos de la vida monótona y la frustración de sus deseos es imparable. A todo esto contribuye en gran medida la forma de narrar de Mendes, donde, a partir de la mitad de la película, apenas da un momento de respiro y de esperanza a que lo negro se torne blanco.

La visión que Mendes nos ofrece del sueño americano no puede ser más terrible. Frente a esa máscara de urbanizaciones lujosas, casas de dos plantas con inmensos jardines, caras amables y sonrisas entre vecinos, coches de gama alta y de matrimonios perfectos con niños perfectos que tienen una convivencia perfecta; el director nos da una bofetada en todos los morros y nos muestra lo que hay dentro de esos lujosos chalés. Y esa visión conmociona. Las familias no son tan perfectas, los matrimonios no se aman tanto como parece, los vecinos no son tan amables como hacen ver, los coches y las casas de lujo son meras excusas para sentirse bien con algo material, la hipocresía de las relaciones sociales se nota en cada gesto y actitud si se mira más allá de lo aparente. Y sobre todo algo tan realista y fiel como la vida misma: la endeblez de construir ilusiones y esperanzas sobre mentiras, en este caso el amor de la pareja y la felicidad del hogar.

Pero lo que lo convierte en una gran película son sus actuaciones. Quien espere la segunda parte de Titanic, que se olvide, porque aquí Di Caprio está muy bien. Pero que muy bien. No me importa reconocer que este actor me gusta. Con el paso del tiempo ha adquirido una madurez actuando bastante notable, algo a lo que sin duda ha contribuido que haya aparecido en películas de grandes directores como Scorsese, Spielberg o ahora Sam Mendes. Y aunque esa cara de niño la sigue teniendo, sus personajes rezuman saber estar y profundidad en los matices. Y lo de Kate Winslet... De verdad que no se cómo calificar su actuación, no encuentro adjetivos. Decir que es impresionante es quedarse muy corto. Su actuación es memorable porque imprime carácter, hondura y desgarro a esa mujer fracasada. Fracasada por no cumplir sus sueños. Fracasada por vivir en un sitio que no le gusta. Y sobre todo fracasada por no poder huir de ese fracaso de vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Corleone
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