El género Ciencia-Ficción siempre me ha resultado atractivo, es el único que puede dejar tan claro como es el futuro si no se cambia la línea sucesiva de los conflictos actuales (sean de cualquier índole). Y allí estaba Looper, la misma crítica socio-económica, todo es devastador allá en el futuro con nuevos detalles jugosos como la extraña mutación genética que afectaba al 10% de la población mundial en su época: la telequinesis. El panorama era ciertamente devastador aunque no le veía nada nuevo en comparación con las otras películas del mismo género. Al principio nada parecía sorprenderme, tampoco el desenlace, excepto la riesgosa profesión de los loopers y el detalle de los círculos. La trama avanzaba bien pero nada me pareció convincente sino hasta en el final de la historia donde se resolvían todas las pistas que se dejaron en el camino, fue una respuesta sumamente avasallador para las interrogantes iniciales, digno cierre de una película que ha sido perfectamente elaborada en todo su curso. Pero faltaba un detalle, faltaba darle un vistazo a esta vieja idea de los problemas socio-económicos que se vienen amenazando desde el futuro, este detalle es lo que no hace original a la película.

Hay que felicitar a Eddy Kitsis y Adam Horowitz por hacernos creer en la posibilidad de que exista un final feliz. La serie en sí es un maravilloso regalo para el mundo, puedes contar con maravillosas tramas desde el asiento de tu hogar incluso puede lograr que todos tus sentimientos y emociones se vean comprometidos. Es inteligente, es ingeniosa y es entre muchas otras exclamaciones una de las series más brillantes de la cadena ABC y es para darle a la sociedad la oportunidad de saborear sus vidas.

Desde el piloto veo en la serie un grandioso comienzo, increíblemente hipnótico y con sensaciones de que podría ser una de las series con más éxito del 2013. Aunque contando con el respaldo de Mikkelsen, Dancy y Fishburne como brillantes protagonistas, la serie no puede esconder ciertos defectos que urgen ser corregidos por los productores.

Nunca jamás estuve tan interesado en una película de género western hasta que apareció Django desencadenado, una película tan increíble, tanto es así, como su director Quentin Tarantino y de todos sus grandiosos actores que contribuyeron cada uno su grano de arena al proyecto pero, por encima del de los demás, el trabajo inigualable de Christoph Waltz. La película ciertamente ha sido monotonadamente larga pero es única e insuperable si se toma en cuenta de un proyecto al rescate del género spaguetti-western y, sobre todo, del de Tarantino.

Una comedia meramente gratificante y elegante a su vez. Los tan emblemáticos personajes de la serie pero, ante todo, en el caso de Max y Caroline son los que han llamado mucho mi atención, dos chicas tan opuestas en cuanto a personalidad se refiere pero por alguna clara y graciosa razón, el destino los une desesperadamente forjando una gran amistad que es bien cuidada a pesar de los tantos altibajos que proponen los guionistas.