Tanto tiempo (16 años!) para una segunda entrega que tal vez no llega a ser ni un triste borrador de la primera.

Soy amable si digo que el niño que llevamos dentro quedará consolado con este "Tigre y Dragón" donde repite Yu Shu Lien, y se la extraña casi más que a Li Mu Bai...
Tal vez, resucitar a Mu Bai, y caer en la redundancia hubiera sido menos descabellado que esta fórmula mal llevada de traer de los muertos "al otro prometido de ella".

Si por lo menos hubiera dado la historia un giro que justificase la secuela...

Eso sí, tuvieron la decencia de entregar el producto final con 96 minutos de metraje. Y, de presentarlo sin más pretensión que el entretenimiento (parece que nunca hubo intención de evocar la grandeza del año 2000).

Entiendo que tal y como está el panorama de la animación en 3D por estos lares, esta película es básicamente dos cosas:
1) Impresionante resultado técnico digno de premiar. Tanto en modelaje, animación e iluminación. Excelente. También en montaje y ritmo. Y se acompaña de momentos de humor, sí.
2) Todo es entretenido, hasta que fracasa con el inmejorable "punto de partida histórico" en su enfoque. Previsible y reivindicador de tópicos. Si por lo menos fuese una sátira al "género NASA" (que en algún momento parece vislumbrarse) tendríamos una excusa para "comprarla aquí". Pero es una apuesta segura para venderse ¿a alguna productora con presupuesto ilimitado? de USA. Y aquí está la dicotomía: El argumento y la trama son geniales para el caso, aunque el resultado es una "gringada" predecible, ñoña, y de difícil encaje en este lugar y este tiempo.

Un fascinante viaje por la mitología irlandesa, que hará las delicias de los que aman la ilustración i la animación.
Tan sobresaliente visualmente hablando, que vencería incluso a los pesos pesados de Pixar, incluso siendo sin ser 3D. Su historia está dramáticamente a la altura de las mejores, y narrativamente cargada de símbolos que se mueven por el inconsciente como la brisa en primavera acaricia las flores.

Visualmente a mi me pareció impecable, y Matt Damon (así como algún otro personaje) emocionante y ejemplar. Ridley Scott es una garantía narrativa y de enfoque, por supuesto. Y aunque a veces da la impresión que nunca volverá a estar a la altura de sus grandes películas, creo que una vez más, el error está en "ese guión tan heroicamente yankee" que (como critica Pablo Kurt) te distrae de lo verdaderamente importante en la historia para hacerla más realista: El protagonista parece casi inmune a la soledad y abandono, así como a los contratiempos y dificultades. Vaya, que hasta Gandhi se hace pequeño a su lado...