Sería dificil (atendiendo al aviso de la web de no descubrir detalles del argumento) contar la trama, cuando ni siquiera la propia película la acaba de contar. Supongo que juega a eso, a dejarlo todo en el aire, a sugerir. Total, si la gente se lo puede imaginar, ¿para qué te vas a molestar en escribir una trama lógica y creíble? Además para eso necesitas saber escribir.

Parece una decisión del autor, un golpe de osadía y de demostrar lo bien que urde historias sin falta de mostrar historia alguna. Puede parecer una habilidad pero, en mi opinión, no es más que la carencia absoluta de capacidad de contar de modo coherente y, sobre todo lógico, la más mínima trama con visos de realidad.

Lo realmente mágico de la película es el éxito que ha tenido de crítica y público. Me sorprende la falta de análisis crítico, tanto de unos como de otros. Supongo que yo soy el equivocado. Y no es solo que no me haya gustado, es que me ha ofendido, después de las miles de horas que he pasado ante una pantalla de cine a lo largo de mi vida, ese atrevimiento de creer que todo vale, que sacarse un conejo de la chistera es suficiente para conseguir el beneplácito del público.

No todo me parece malo. Tiene una buena puesta en escena, sobria y cuidada. Una buena fotografía. Algunos pasajes cuyas elipsis realmente dejan sugerencias turbadoras e inquietantes, como las visitas a la casa donde Bárbara se prostituye. Pero es en el choque con la realidad donde chirría de modo alarmante, para mi gusto. Los actores cumplen como autómatas, al igual que lo son los personajes. Bárbara Lennie está bien, aunque poco más tiene que hacer que posar en la mayoría de las escenas. Sacristán, un monstruo como siempre, está muy por encima del proyecto.

En el spoiler os cuento lo que, a mi juicio, debió ser la génesis de parte de la trama. Después, decirme si hemos vista la misma película.

Disiento totalmente de aquellos que dicen que el documental de Paloma Concejero se centra principalmente en el Antonio drogadicto, en el morbo y buscando el ángulo amarillista de sus últimos años de decadencia. Creo que son más bien, y paradójicamente, sus propios prejuicios quienes les llevan a querer ver solo esta parte, que también se muestra, del relato que la directora hace del artista.
Es evidente que no se puede filmar un documental sobre Antonio Vega eludiendo su relación con las drogas. No sería realista y, sobre todo, no sería honesto ni con él ni con nosotros. Creo que, en todo momento, Paloma ha sido respetuosa y enormemente cariñosa con la figura del Antonio hombre y precisa y llena de admiración hacia el Antonio artista. Estoy seguro de que el propio Antonio Vega, a quién no le importaba mostrar sus debilidades, lo vería así.
Otros dicen que pasa de analizar sus canciones (!) ¿Y a quién le importa eso? No es una crítica musical y tampoco nos hace falta que alguien nos cuente las excelencias de las canciones de Antonio Vega a los que las adoramos, disfrutamos y ya hemos hecho el ejercicio de diseccionarlas, de hacerlas nuestras. Yo deseaba ver al Antonio que había más allá del escenario, intimar un poco más con él, entenderle mejor, verle al desnudo.
Y Paloma Concejero lo consigue, al menos conmigo. Y, lo que es más importante, consigue alejar esa imagen decadente, casi de rechazo, que veía y leía de él en los últimos tiempos. Lejos de traerme el morbo de su mundo de yonqui, me acercó a un hombre frágil, atormentado y tan perdido como todos nos sentimos tantas veces. Me reconcilió con su imagen, que veía ya tan distorsionada y manipulada, lo acercó a mi mundo real, alejado de campanillas y colorines. Hizo que sintiera por él más cariño y admiración de la que ya sentía.
Gracias Paloma y gracias Antonio. Todos proyectamos alguna vez sombras en color.

Con una recreación de los 70 magistral y una deslumbrante fotografia, ganadora de un merecido premio en Sundance, Jeff Preiss debuta con esta bajada a los infiernos contada con tono entrañable. Sin huir de dramatismos pero sin recrearse en ellos. Para deleite de los degustadores del género, amantes del jazz y las atmósferas nebulosas de garitos oscuros, colores cálidos y humo incesante de cigarrillos, algo que ya pertenece al pasado nostálgico y que era paisaje inseparable de los ambientes jazzísticos.
Maravilloso John Hawkes, en su papel de personaje frágil a la hora de enfrentarse a sus debilidades en la dependencia de las drogas, algo por desgracia también inherente al mundillo y la época, y adorablemente tierno como padre de una hija que lo idolotra por encima de cualquier enjuiciamiento, encarnada ésta por una cautivadora Elle Fanning, auténtica protagonista de la histora, a través de la cual se nos cuenta y que derrocha un encanto irresistible, algo de lo que ya hemos disfrutado en otras de sus películas, pero que aquí se hace más patente que nunca.
Muy estimulante también el ver en escena a Glenn Close, como madre y abuela firme y poniendo equilibrio, que está dispuesta a cargar con cualquiera que sea el entuerto en que la meta su hijo drogadicto, y que tan poco se deja ver últimamente en las pantallas.
Buen debut que recomiendo a los amantes del cine en general y a los del género en particular.

Excelente cinta de aventuras en la mejor tradición del cine oriental de guerreros a espada y arco. Un desarrollo trepidante que corta la respiración, acción sin tregua ni concesiones. Grandes paisajes y grandes escenas de lucha. Todo ello acompañado por un amargo aire de fatalidad que persigue a los protagonistas, víctimas del peor de los designios ancestrales: sufrir el acoso de los más poderosos y ser sometidos por el mero hecho de ser el pueblo débil. Al final rebelión y redención del oprimido contra todo pronóstico, recuperación del honor y la dignidad no sin grandes sacrificios. Disfrutadla pequeños y no os asombréis ni lloréis demasiado, es solo cine.

Que es a donde llevaría esta insípida, anodina y por completo innecesaria obrita menor con intentos de comedia y pretensiones de reflejar lo cotidiano y la buena química entre dos monstruos de Hollywood.
Me pasé casi los 92 minutos que dura preguntándome qué lleva a nadie a escribir y rodar una historia tan sosa e inútil. De nada sirve el esfuerzo del señor Freeman (impecable), ni la ironía que intenta imprimir la adorable Keaton para evitarnos el bostezo. Solo por respeto y cariño ellos no cedes a las ansias de sacarla del reproductor y poner algo más estimulante. Todo lo mejor que se puede decir de ella, aparte de los monstruos citados, es que tiene bonitos colores. Lo demás no te engancha ni aunque estés pasando el momento más aburrido de tu vida. Ni siquiera te queda la esperanza de un desenlace chocante, pues a los diez minutos ya sabes con exactitud cuál será su decisión final.
A evitar con todo cuidado.