Este documental es, sin duda, un clásico obligado para cualquier artista, sin importar la disciplina a la que acabe dedicándose. La juventud del director y la necesidad de aplicar unos códigos de tiempo comerciales, no impide que el espíritu de Jiro se contagie a todos los espectadores. Este es uno de los raros casos en que el talento de un artista, en este caso del Sushi, y la visión perfeccionista de su sueño llegan a un nivel de calidad difícilmente igualable. El documental se disfruta al tiempo que se sufre, puesto que se va respirando el final inevitable de un fenómeno irrepetible. No creo exagerar cuando siento que el talento de Jiro, está a la altura de los dibujos de Rafael. Es una lástima que no se haya dedicado más tiempo a las escenas de los mercados ya que en ellos se confirma la grandiosidad del proceso culinario, pero aún así, finalizado el documental, uno no sólo se siente mejor persona, sino que se lamenta de no haberlo visto en el mismo Japón.

Esta película me ha parecido magnífica, pues los directores consiguen aglutinar, en tono de humor, todos los elementos necesarios para recrear la farándula de una España moribunda que nadie quiere recordar. Los actores hacen su trabajo estupendamente, pues ni las putas eran tan putas, ni los machos, tan machos. El protagonismo va pasando de uno a otro actor de manera sutil, haciéndonos disfrutar tanto de la dirección como del equipo técnico. Las personas que conocimos bien aquel ambiente, sabemos la maestría que ha hecho falta para completar dignamente este proyecto.

Es habitual que muchos documentales sobre Seres Humanos muestren sus logros, como quien muestra las grandes ramas de un árbol, pero lo que convierte este proyecto en algo MAGISTRAL, es el estar dedicado a las raíces de ese árbol, a la infancia. Cuando una filmación posee la grandeza de un Iceberg, consigue que cada espectador lo construya una y mil veces en su mente, durante los años que le lleve el evaluar toda aquella experiencia. No me sorprendería que en unos años, documentales así, inaugurasen los cursos escolares de todo el Mundo, es más, lo deseo. La parte técnica es impecable así como la humanidad del equipo que demuestra las grandes realizaciones que se obtienen combinando pocos medios en un gran corazón. Francia vuelve a hacernos un regalo muy especial.