Pura realidad. ¿Quién no se ha visto en una situación así en su vida? 500 días juntos habla de la vida, no de amor ni sentimientos. De cómo las experiencias pueden llegar a cambiar drasticamente a una persona de la noche a la mañana. Es una película con alma y corazón y, desde luego, más de uno se verá reflejado en ella.
Mi único consejo es: no la veas si estás enamorado de un amor imposible.

Recuerdo aquellas tarde de mi infancia en la que no tenía otra cosa mejor que hacer que jugar con mi Game Boy a uno de los mejores videojuegos que ha dado la historia: Pokémon.A mi corta edad aun no sabía casi ni leer y no entendía casi aquellos diálogos o mi misión en el juego, pero me entretenía combatiendo, subiendo a mis queridos pokémon de nivel. Y ya no os quiero contar mi cara a ver cómo evolucionaban y se convertían en otro monstruito menos adorable pero más alucinante que el anterior.

Luego llegó la serie y vi cómo mis queridos amigos cobraban vida. Comprobé cómo se parecían esas batallas a las de mi imaginación y comencé a jugar a que los capturaba todos en cada recreo. La vida no podía ser más maravillosa... O eso pensaba yo. De pronto, cuando pensé que las cosas no podía ser, Mewtow apareció en mi vida para hacerme feliz y enseñarme las otras muchas cosas que se podían hacer en ese mundo. No me arriesgaré a decir que es la película de mi infancia y desbancar a Aladdin o a Roger Rabbit, pero no puedo negar que gracias a ella pude desatar mi imaginación y disfrutar plenamente de mi infancia.

Veo por ahí muchas críticas de algunos que se creen expertos en cine y hablan de esta película como un intento fallido de Oscar a mejor película de animación. Señores, no miremos el guión, no miremos la calidad de la animación, no miremos los fallos, dejemos volar nuestra imaginación y sumerjámonos en este maravilloso mundo que es el de los Pokémon.

¡Mewtwo, me rindo a tus pies!