Netflix reinventó la forma en ver las series colgando temporadas completas del tirón. Esto tiene sus cosas buenas como poder ver la serie a tu ritmo, y cosas malas: El tener que esperar tooodo un año a volver a ver tu serie favorita. Pero los cambios no afectan sólo a como vemos la serie, sino que también cambia en su narrativa, al entender toda la temporada como un sólo bloque sin querer crear finales con un cliffhanger que nos enganche para el siguiente capítulo.

En Iron Fist este es el principal problema. Tenemos un inicio más o menos interesante en el que se nos presenta el personaje pero la trama se queda estancada hasta el capítulo 8, en el que de repente la serie sube mucho de ritmo. Y ahí es cuando empieza la serie a ponerse emocionante, cuando por fin vemos al malo entrar en escena y se revelan todas las luchas internas del protagonista.

Iron Fist es un homenaje al cine de asiático de los 70, pero lo cierto es que tanto las series y películas deberían de funcionar sin las referencias y si eres capaz de ver todos esos guiños, pues eso que te llevas.

Con una mezcla de monstruos digna de la Hammer Penny Dreadfull nos sumerge en las historias de terror victorianas creando una combinación elegante, oscura e inmersiva.

Al principio la serie me daba pereza, pero en cuanto empiezas a verla y ves como consiguen unir de forma perfecta al Doctor Frankestein, con el hombre Lobo o Drácula quedas completamente prendado de esta serie.
Eso sí, para aquellos que no sean aficionados al género de terror de la época no la recomiendo. Puede hacerse pesada, e incluso de avance un poco lento. Para todos los demás. Palomitas y a disfrutar del combinado de las mejores historias de terror.