Voy a dejar a un lado mis creencias (o no creencias, más bien) religiosas, no voy a pasar a hacer una crítica sobre Opus dei, ni a hablar de lo que me gustó que el director se atreviese a hacer tal crítica, ya que no muchos tienen el valor a enfrentarse a todo el frente católico y su poca objetividad.
Hablaré únicamente desde una perspectiva cinematográfica.
Al terminar de ver la película me pareció como cuando entregas un trabajo en clase de realización audiovisual y no te ha dado tiempo a matizarlo por problemas de tiempo. Escenas cogidas por hilos, argumentos tambaleantes, explicaciones superficiales y chapuzas en el montaje. Pierde grandes oportunidades con personajes que pueden aportar muchísimo más dejándolos en un segundo plano, le da demasiado poco juego a determinados sueños y demasiada importancia a otros que a mi parecer son innecesarios. El meter un trozo tan amplio de la cenicienta me parece obra de un principiante y los efectos “especiales” son tan cutres que se los podía haber ahorrado.
La historia de amor es muy floja y la visión de la muerte muy superficial.
No me emocionó en absoluto y eso en mí suele ser algo extraño, pues soy de lágrima fácil con las películas.
La interpretación es tema a parte, pues Carme Elías me sorprendió soberanamente con su magnífica actuación y se merecía con creces el Goya que tiene entre sus manos. Al contrario que nuestra actriz revelación, Nerea Camacho, que aún siendo cierto que no es de lo peor que tenemos en nuestra tierra patria, a mi parecer no estaba a la altura de sus compañeros, no la tacharé de mala actriz pues no me desagradó tampoco, al menos en el 80% del film cuando se encuentra a puertas de la muerte, pues de niña sana enamorada deja mucho que desear.

Resumiendo, no me parece una obra de arte pero tampoco la desaconsejo…