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España España · Valencia
Críticas de Adri178
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
8
8 de abril de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curtis, un director ducho en materia de comedias románticas -con Notting Hill y Love actually a sus espaldas-, firma con 'About time' realmente un buen trabajo, dentro de las posibilidades que da ese tipo de cine. Por supuesto, el espectador no se va a encontrar con una película que juegue con él, no se le va a plantear una crítica social ni podrá disfrutar de peleas imposibles, efectos especiales espectaculares ni un final que le deje con el culo torcido. Con esto en mente, Curtis nos trae en algo más de dos horas de película una bonita historia, redonda en todos los aspectos y con la dosis justa de azúcar para que a ti no te agobie, pero a tu madre le encante.

La mayor parte de las ocasiones, el camino sencillo es el camino correcto, y 'About time' elude toda complicación en la que podría meterse. Con un protagonista capaz de viajar en el tiempo -retroceder, más concretamente, dice Bill Nighy-, era fácil que a uno le entraran índoles de Nolan y elucubrara más de la cuenta. El director, afortunadamente, huye en todo momento de ello, se permite las licencias justas en el terreno de la física cuántica -es una comedia romántica, no busquen lógica científica- y ofrece un relato sólido en este sentido. Los viajes en el tiempo, aunque no al nivel de 'Groundhog Day' (Harold Ramis, 1993), ofrecen unos cuantos buenos gags, que junto a los diálogos, excelentes en todo momento, dotan a la película de un delicioso humor inglés. Lo justo, otra vez, para agilizar la trama y mitigar si se da en algún momento una sobredosis de azúcar en pantalla.

Sobredosis que no me pareció tal, a pesar de mi viril condición. Solo durante la primera mitad de la película el tema central es el amor en sí. Aunque la caracterización como pringao de Tim (Domhnall Gleeson), en busca del amor de su vida, hace que para el espectador sea muy fácil empatizar con él. Pronto el amor abandona su monopolio y la historia avanza, con hueco para el momento “Se me ha metido algo en el ojo”, hasta la metáfora final. Obvia y fácil, sí, pero no por ello deja de ser preciosa.

Hablaba de esta como una película redonda en todos los sentidos, pero si algo destaca por encima de todo son sus personajes, desde la creación hasta su interpretación. La historia de 'About time' no es solo la de cómo Tim conoce a Mary, es la de todo un entorno perfectamente construido. En pocas películas de esta índole se ha cuidado tanto a todos y cada uno de sus componentes. Y del primero al último, a pesar de no contar con mucha presencia en pantalla, están perfectamente caracterizados sin tirar en absoluto de ningún tópico. Bill Nighy como el padre de Tim y Tom Hollander como el capullo de Harry destacan especialmente. El tío Desmond (Richard Corderey) es, simplemente, de lo mejor que ha dado la filmografía inglesa. Y, cómo no, Rachel McAdams, tan guapa como le permiten los cánones de belleza occidentales. Lucky bastard, @domhnallgleeson.

La fotografía, a cargo de John Guleserian, cumple con creces y sabe sacar partido a las magníficas localizaciones de la película, desde la estación de metro londinense de Maida Vale hasta los acantilados de Cornualles, al oeste de la isla británica. La banda sonora es otro de sus puntos fuertes. Además de los temas a piano de Nick Laird-Clowes o el How long will I love you, creados expresamente para la película, también cuenta con Groove Armada, la solemne melancolía de Nick Cave y el Into my arms o la preciosa Il Mondo, de Jimmy Fontana, retumbando en una magnífica escena.

'About time' es, en definitiva, un pastel comestible, una comedia romántica apta para todo paladar, pues huye de lo excesivo en todo momento. El finísimo humor inglés suavizará el trago de los más reacios.
Adri178
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7
8 de abril de 2016
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No es agradable, ni fácil, escribir sobre el cáncer. Uno debe caminar sobre el estrecho alambre que separa la irrespetuosa banalidad y el dramón empalagoso e innecesario. Así que más difícil aún debe ser, imagino, rodar una película con la enfermedad como pilar maestro. No como un recurso dramático puntual, ni como un punto de apoyo para el desarrollo de una narración: hablo de usar el cáncer como leit motiv en sí mismo. Encontrar el enfoque correcto con el que contar una historia sobre esto requiere de un enorme tacto. El buen director hará andar al film sobre la línea de la que hablaba, ya que de caer al precipicio se expone a la furia de una sociedad que tiene en esta enfermedad a uno de sus más sombríos enemigos.

No hace falta, afortunadamente, irse muy lejos para encontrar un espécimen de realizador con un tacto suficiente para ello. Cesc Gay, con 'Truman', ha dado en la mismísima diana, y nos trae su mejor película en su trabajo más delicado. El director catalán, que también firma el extraordinario guion junto a Tomás Aragay, habla en Truman del enfermo terminal que defendía Quique Peinado en su alegato para El Mundo: aquel que, cansado, decide que no vale la pena luchar y sufrir por un tiempo que no disfrutará. Que, en realidad, perderá mientras lo gana. 'Truman' es la historia de uno de ellos. De cómo Julián (Ricardo Darín, Relatos Salvajes), el enfermo, disfruta de un último reencuentro con Tomás (Javier Cámara, Los amantes pasajeros) antes de su viaje, con la búsqueda de una familia adoptiva para Truman, el perro de Julián, como hilo.

Es muy difícil transmitir tanto sobre la amistad como Darín y Cámara lo hacen en Truman. El primero lleva sobre sus hombros la carga de un hombre que ha decidido morir. El segundo, la de un mejor amigo que debe, aunque no quiere, aceptarlo. Y ambos, enormes, me emocionaron hasta a mí, que me creía con la capacidad empática de una piedra. Julián, con un difícil optimismo que a veces simplemente no puede aguantar. Tomás, con una estoica aceptación que hiela el corazón del espectador a través de la pantalla cada vez que mira a cámara. Su relación, a pesar de la dificultad, se disfruta en la butaca.

Para ello, Gay logra otorgar a sus diálogos el punto justo de un humor que relaja el drama, pero no lo corta en ningún momento. Se agradece, en este sentido, que renuncie en todo momento al dramón en que podría caer la cinta, y emocione de una forma mucho más limpia. No hace falta hacer un 'Bajo la misma estrella' para conseguir anudar la garganta del espectador. Porque es inevitable que el film le recuerde a los que se han ido, a los que se irán. Uno debe, eso sí, asegurarse de que quiere que esto pase. No tiene por qué ser malo, pero no por ello deja de ser difícil. Cada cosa viene en su momento, y en el caso de esta película el espectador debe elegir cuándo verla.

El resto de secundarios, aunque eclipsados por Cámara y Darín, están a gran altura. Cesc Gay se permite el lujo de otorgar pequeñísimos papeles a actores de la talla de Javier Gutiérrez (Goya por La isla mínima) o Eduard Fernández (Biutiful). Dolores Fonzi (El aura), correcta como la prima de Julián, y Oriol Pla (Animals) como su hijo de Erasmus completan el reparto. Mención especial merece el abrazo de este último con su padre, cuyo sentimiento consiguió erizar el vello de todos los brazos de la sala. La fotografía, de tonos blancos y difusos, hace de Madrid, donde se ambienta la película, una especie de limbo para los protagonistas, un anticipo del final que ya aguarda Julián.

'Truman' es, en definitiva, una historia bellísima, a pesar del cáncer. Un canto a la vida, a pesar de que la muerte está siempre presente a lo largo de los 108 minutos de metraje. Lo cual añade, si cabe, aún más mérito al trabajo de Cesc Gay. El espectador perdonará alguna subtrama mal llevada -sorprendente por lo innecesaria que resulta- como perdonaría una falta ortográfica en 'Cien años de soledad'.

Crítica original, si me perdonan el inofensivo spam, en thereservoirbloggers.com
Adri178
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