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España España · Tudela (Navarra)
Críticas de Mike Ariglia
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de enero de 2017
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui al cine sin ninguna referencia de Tom Ford y salí convencido de que se trata de un director que tiene mucho que decir y que, pese a su tardía inclusión en el mundo del séptimo arte, arrastra pinceladas de su creatividad en el mundo de la moda hacia el oficio de la dirección. Busca crear un filme con una estética cuidada al milímetro, con gusto, con equilibrio. Y no existe ninguna duda de que termina lográndolo.

Esa belleza de las imágenes constituye uno de los verdaderos puntos fuertes. Para empezar, gracias a una fotografía exquisita a cargo de Seamus McGarvey y un uso de la paleta de colores y de la luz que acompaña a la historia con criterio y versatilidad. Ambas facetas están perfectamente ensambladas en cada una de las dos partes de la trama, al servicio de la historia y sus vicisitudes. Frialdad u oscuridad en cada uno de los planos de Amy Adams, en su mansión, en la ciudad, en el museo. Agobio y calor, amarillo, ocres y un grano especial en las secuencias que tienen parte en ese inhóspito y violento desierto tejano. Cabe destacar también el gran aporte de la música desde los histriónicos y surrealistas títulos de crédito iniciales, convirtiéndose en un personaje más dentro de este thriller con toques neo-noir.

A través de un montaje poco ortodoxo, puesto que apenas hay transiciones marcadas, la historia se desarrolla mediante 'flashbacks' e inmersiones en el manuscrito de la novela que la protagonista recibe al comienzo de la película. Creo que Ford acierta también en este aspecto, ya que consigue contagiarnos del desasosiego gracias a esa narrativa deslavazada, en parte tan violenta como las propias situaciones del argumento.

En cuanto a las interpretaciones, me quedo con Aaron Taylor-Johnson, que da vida a un inquietante y descorazonador criminal dibujado a la perfección. Un personaje bipolar e imprevisible, que amedrenta con la mirada, poseedor de una violencia latente que encaja como una pieza de puzzle en la tensión constante de la cinta. Una interpretación muy muy potente y que ya ha merecido un Globo de Oro. Michael Shannon, en el rol de un sheriff contenido pero insistente, capaz de borrar la fina línea entre la justicia y la venganza al empatizar con la víctima, también se gana un notable alto. Algo más decepcionado me dejaron Jake Gyllenhaal (va de menos a más) y Amy Adams, quien si bien transmite como solo ella sabe hacer con un simple suspiro o una mirada, parece pedir a gritos un desgarro, sacar a su personaje de una contención que quizás se sobredimensiona.

Recomendaría esta película a todos los aficionados al cine. Atrapa, desconcierta, conmueve y consigue empaparte de la tensión y el suspense propios de un thriller con hechuras. Dos horas para disfrutar. Notable alto y aplauso para Tom Ford. Gratísima sorpresa este director.
Mike Ariglia
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10
7 de marzo de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que, por delante de gustos o preferencias personales acerca de un género determinado, es de justicia reconocer que Rodrigo Sorogoyen es uno de los directores con mayor personalidad del cine español que viene pegando fuerte. Pasar de 'Stockholm' a 'Que Dios nos perdone', a pesar de las mayores facilidades en forma de presupuesto y mecenazgo, supone un reto para cualquier realizador. Él, junto con su inseparable coguionista Isabel Peña, logra dar el salto y demostrar que cuenta con una visión cinematográfica impecable, con mucho gusto.

La película es sucia, ambientada en un Madrid que entiendo que no gustará a sus defensores más acérrimos como ejemplo de capital europea, pero que también existe. Y es sucia porque los tres protagonistas principales son deprimentemente ambiguos y derrotados por muchas circunstancias. Si forzara más el argot policial y la flema anglosajona que a veces vicia este tipo de historias criminales, perdería todo su encanto, porque a veces en la fealdad o en la dureza de las imágenes también reside el verdadero impacto de lo que se quiere narrar. Fotografía excelsa para plasmar todo ese agobio de la ciudad superpoblada en verano, del sudor, del mal olor, de la incomodidad.

La historia atrapa, porque nos descubre el perfil psicológico de su trío de personajes principales. No es un thriller policiaco al uso precisamente por eso. Los planos de Sorogoyen resultan tan poco ortodoxos como efectivos, con una cámara ágil, con grandes angulares de una belleza notable, con primeros planos que transmiten dureza y verdad, con planos secuencia de una intensidad que contagia.

Mención aparte merecen las interpretaciones, especialmente las de Antonio de la Torre, Roberto Álamo y otro conocido actor del panorama nacional que da vida al villano de la trama. Para quien no la haya visto, es mejor no desvelar el nombre y que se frote los ojos al descubrirlo en la media hora final, en la que un magistral cambio de punto de vista nos presenta de frente, sin ambages, al inquietante y sádico asesino que se escabulle con total facilidad del Cuerpo Nacional de Policía.

En resumen, excelente guión tratado con profundidad, ritmo in crescendo y una intensidad dramática fuera de toda duda. Rodrigo Sorogoyen demuestra que, ante todo, es un fantástico contador de historias. Hace dos décadas habría sido impensable creer que en España podría producirse una película de este calado. Enhorabuena a Rodrigo y a Isabel, auténticos 'padres' de esta sólida película.
Mike Ariglia
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