Lamento haber dilapidado tantos minutos viendo la reiteración de la nada a la que el director manchego, sin voluntad aparente, nos tiene acostumbrados.
De nuevo, conduce su proyecto fílmico por territorios carentes de interés, baldíos y plagados de ñoñerías sin par.
Uno se siente secuestrado entre fofas necedades para refrigerio de los creyentes en la vacua fatuidad:
aburrimiento garantizado.

Otra vez lo mismo.
La última vez que perdí el tiempo viendo una mala película juré que haría lo posible para que, algo tan lamentable, no me volviera a ocurrir pero, de nuevo, he caído en la trampa y, muy probablemente vuelva a caer en ella.

El caso es que esta ominosa película (ominosa por su absoluta vacuidad) sólo merece no ser vista jamás. Es un auténtico tostón pretenciosamente disfrazado de cuento de sumisión sadomaso.

Lenta, aburrida, reiterativa, peñazo infantiloide que no escandalizaría (por inducción al sueño) ni a feligresas de centro religioso de posguerra.

Dice de ella, el tal Jordan Hoffman de The Guardian, que es una película sucia. La película que yo acabo de ver, supongo que ha sido pasada por una potente lavadora: está tan limpia que incluso no tiene contenido argumental.

Por favor, que a nadie se le ocurra ver semejante tontería.

Se trata de una película realmente mala, por no decir despreciable. La tal cosa sólo aguanta el primer cuarto de hora, después, el desvarío es de una categoría tan ponzoñosa que agrede a cualquier conciencia mínimamente racional.

Destripar con saña y detalle el supino argumento no sería otra cosa que perder el tiempo de la manera más tonta. Se trata de un producto recomendable para las personas que sufren de insomnio pertinaz así como para aquel público de criterio cinematográfico de extrema flexibilidad.

Por favor, les ruego encarecidamente que no vean tal despropósito fílmico a menos que sientan curiosidad por contemplar a Affleck con un sobrepeso de 20 kilos que le obliga a llevar todo el rato una camisa fuera de los pantalones para no ceñir panza.

Si alguien creía que todo el asunto Torrente no era más que una gran y pestilente burbuja que acabaría estallando, ha acertado. No pierdan el tiempo —como desgraciadamente he hecho yo— viendo semejante tontería, no vale la pena.

Pues eso, que tanto la estética, el escenario y las ideas del primer tercio de la película han sido tomadas —sin reparos— del Relato de Okarys del cómic "Historias de Taberna Galáctica", cuyo autor es el conocido dibujante y guionista barcelonés Josep Maria Bea que, en 1980, impactó con su innovadora e irrepetible obra que tanto nos emocionó a los lectores de cómic de aquellos años.
Entiendo que, cuando uno está en pleno proceso creativo de un guión y le caen en las manos imágenes tan potentes y sugestivas como las que siempre ha generado Bea, debe resultar casi imposible sustraerse a la tentación del plagio y esto es lo que ha sucedido. Ni en entrevistas al director ni en los créditos del film se nombra al dibujante. ¿Tan difícil le resulta a Cuarón reconocer lo que es obvio? ¿O acaso Josep Maria Bea ha colaborado en la producción con seudónimo? Esto último lo desconozco.

Al margen de este misterio, elevo la puntuación a notable ya que la realización, sin lugar a dudas, es magnífica.