La película comienza con Delphine, una chica que, a mi parecer, es un personaje muy completo, consigue ser especial y diría que querida por el público. Su "emigración" a París hace que conozca a un grupo de activistas feministas. En sus reuniones se debate sobre los objetivos del feminismo (surgen las primeras opiniones de que el feminismo debe vincularse con la lucha LGTB también) y sus actos reivindicativos harían llorar de alegría y orgullo a cualquier mujer feminista.
Delphine conoce a Carole, una de las líderes. Se lían y comienza una relación amorosa súper mágica al principio. Digamos que el primer cuarto de la película se presenta más como una película estilo Sufragistas, que como una simple película romántica. Sin embargo, el giro de guión que hay cuando Delphine tiene que volver a su pueblo me jodió (y lo siento por la expresión).
Sí, Delphine debe tomar las riendas de la granja y todo lo que supone eso, hacer frente al machismo que rezuma por todos lados entre los propietarios de las diferentes granjas, además del de su propia madre. Hasta ahí sería perfecto, que la película me contase cómo Delphine aplica sus conocimientos feministas adquiridos en París y luchase por los derechos de las mujeres que trabajan en las granjas tanto como los hombres, pero que no tienen ni voz ni voto. Sin embargo, llega Carole al pueblo y el argumento se convierte en los altibajos de la pareja, dejando la cuestión feminista como algo residual y llegándose a convertir en un auténtico aburrimiento la última media hora de la película.
Conclusión, es una película cuyo principio apuntaba muy alto y que poco a poco, gracias al rumbo que toma el argumento, se va desinflando. Una pena, pues la actriz principal, Cécile de France, me pareció una gran actriz y Kévin Azaïs (Les Combattans) está poco explotado.