A pesar de la estética vintage, la saturación de los colores al más puro estilo Wes Anderson a la española, con su toque surrealista de situaciones ambivalentes simultáneas, la película no se sostiene, carece de ritmo, de diálogos que aporten algo. A esto se suman detalles como la falta de sincronización en las canciones de Macarena García y ella en general que hace que no te lo creas.

El resultado es una españolada del siglo XXI y al final no nos salva nadie del tópicas tetas y culos.

Hablar de sexo descaradamente me parece un ejercicio muy sano sobretodo con las nuevas olas de puritanismo que recorren el mundo. Además la película nos presenta varias parafilias en un contexto cercano, casi familiar o de andar por casa que resulta hilarante. Pero, qué pena, todo no iba a ser tan bonito, llega el momento en que nos habla de la somniofilia y el personaje que la tiene llega a decir "¿qué le vas a decir a la policía, que tu marido te acaricia?" lo dice tan campante, no señor, le debe decir a la policía que su marido LA VIOLA, la viola repetidamente y bajo la mirada cómplice de la asistenta a la que cierra la boca con una operación de estética. En fin, cosas como estas afianzan la cultura de la violación que el patriarcado normaliza, quien quiera saber más que mire un poco con ojo crítico, porque en la realidad nos están matando y encima nos tenemos que reir.

Es una pena, no ha pretendido contar la historia, se ha perdido en unas pretensiones artísticas que se quedan en secuencias de archivo y tomas fotográficas. Hay secuencias en las que las mujeres hablan de sus recuerdos y que leen fragmentos. Te enseña un juicio del que no te cuentan nada, ni de la organización de las mujeres que se unieron para presentar la querella, ni del resultado que tuvo, ni del impacto que pudo tener, se queda todo en una imagen en la que la jueza lee la introducción.