Profunda adaptación, hace honor a la novela de Stephen King de forma correcta. Logra transmitir la inquietud y la angustia que se vive en el ambiente que se encuentran los personajes de la historia.

Fotográficamente es una de mis películas favoritas, ya que los planos y la dirección de arte, forman el conjunto perfecto para que a primera vista se recree la sensación de hostilidad.

Jack Nicholson es un intérprete fenomenal, lleva su personaje a reflejar de forma muy vivida su mente y Kubrick logró que Jack se luciera con una de las escenas más terroríficas de la historia del cine y que quedó plasmada en la memoria de muchos. Esta película ha logrado aparecer de muchas formas referentes, desde su creación hasta la actualidad, para mí debe ser considerada una película de culto.

Una de las más grandes películas de culto para el mundo del cine. Demuestra la cruda realidad de la sociedad de los años 70, norte americana, que puede llegar a llevar al límite a una persona que puede estar rota, revela la agresividad y la violencia en la profundidad del ser humano.

El guion puede mostrarnos también, la depresión y el sentir oscuro de su escritor, el cual también lleva a Robert a deslumbrarnos con su versatilidad.

El director, nos deja ver como piensa en la violencia como una herramienta catalizadora y liberadora, la otra cara de la moneda, el contraste entre la sociedad ideal y la cruda realidad, que a veces puede llegar a ser tan cruda que cuesta creer que sea verdad.

Es una película con mucho dinamismo, en su inicio, sin contextualizar, logra captura la atención del espectador.
Las interpretaciones transmiten claramente la crudeza de cada una de las historias en las que se divide, y aunque no hay un final explicito, los personajes son desarrollados hacia un mismo fin.
El hecho de que las historias se entrelacen en una misma línea de tiempo hace que los detalles se conviertan fácilmente en algo llamativo.
Su estética, al situarse en un contexto muy rudo y urbano, hace parte fundamental de su encanto, teniendo como base colores verdes, creando una situación de incomodidad muy particular de contextos sociales como en los que se sitúa la película.
sus planos, en su gran mayoría, son en movimiento, creando una sensación de expectativa, haciendo que la tensión crezca a medida que avanza el filme.

Este film Alemán de 1927, es para mí una de las creaciones del cine mudo, más entretenida que he visto hasta hoy.

En pleno año 2021, es deslumbrante ver cual era la idea de la sociedad del futuro que se tenia hace casi 100 años. Así como deslumbrante, logra ser impactante, notar que la idea de esclavitud y trabajo duro, estaba muy arraigado en 1927 en el pensamiento del director y el guionista que hicieron la creación y a lo mejor en el pensamiento social de esa época.
Por otro lado, no puedo evitar pensar, como algunas fotografías de la película, siguen siendo futuristas para nosotros, después de 21 años, que ha sido el plazo que ha transcurrido. Me llega la pregunta en cuánto a el desarrollo tecnológico mundial... ¿Estamos a la altura de lo que nuestros antepasados planearon para nuestro futuro?

Una realidad conmovedora que se desarrolla en una ciudad que le hace honor a la nostalgia, que toca las fibras de todos los que pasamos la adolescencia. Una creación que golpea duro las vivencias de la niñez de muchos. Los 400 golpes nos muestra como el ser humano desde muy temprano va formando esa identidad que definirá los lineamientos de sus relaciones interpersonales y su relación con el mundo que lo rodea en general. Nos lleva a un una reiteración a los que somos padres, en el sentido de la importancia que juega la responsabilidad emocional en la crianza de nuestros hijos.
"La vida te golpea y tú decides que hacer con ello", es la frase implícita detrás de esta obra tan pulida. El filme desglosa detalladamente con sus interpretaciones tan vividas, el sentir de una generación que intenta desde su poca experiencia tomar decisiones importantes.
Se puede sentir como el protagonista poco a poco, por lo mucho que lo aqueja se deja llevar y se va sumergiendo en el caos, hasta que se hace parte de sí mismo, y se vuelve su zona de confort, razón por la cuál en la escena de cierre, con la bastedad de ese plano en secuencia, genera una sensación de una libertad que no se acaba de probar, una libertad momentánea y nostálgica.