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España España · Málaga
Críticas de Runtledge
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
7
8 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Te ha ido bien sin alma hasta el momento", dice a K el personaje de Robin Wright en Blade Runner 2049. Esta nueva secuela pospuesta en el tiempo, en la que vemos una vez más a Harrison Ford resucitar a un personaje décadas después, es muy diferente a los estrenos de hoy en día, con un estilo visual que causa maravilla y asombro y una grandilocuente (y excesivamente estridente) banda sonora. Sin embargo, como ocurre en el famoso poema de Shelley, "Ozymandias", la opulenta y brillante obra de Vileneuve deja paso a un sentimiento de decepción una vez diseccionada.

El primer problema que presenta Blade Runner 2049 es su mera existencia. Al contrario que películas como Indiana Jones o Star Wars, nunca fue diseñada para ser una saga pese a un excitante universo lleno de posibilidades creativas. Blade Runner permanece fulgurante en 2017, gracias a su sutileza, sus citas más reflexivas, el brillo de Rutger Hauer con esa traca final ya historia del cine o la estelar banda sonora de Vangelis. En mi opinión, Vileneuve comete un error conceptual al basar su visión del universo Blade Runner en los mismos términos, visuales o narrativos, de la original. El alma de Blade Runner no reside (solo) en los planos de Los Ángeles, en aumentar imágenes en una pantalla, en qué es un "nexus" y a qué categoría pertenece, en quién es Deckard, ni siquiera en quién es Roy Batty. Los mejores momentos de Blade Runner 2049 vienen precisamente de lo nuevo: el triste y emotivo personaje de K, la fiesta desalmada y misteriosa de Las Vegas, las historias que tienen que contar los replicantes en rebelión o el personaje interpretado por Jared Leto, en la Tierra o en las colonias extraterrestres. Procuro evitar en la medida de lo posible tratar de corregir a mentes más creativas y experimentadas que la mía, pero creo que si había de hacerse una secuela debía ser algo aún más rompedor, aún más original. Aunque Vileneuve imponga su impronta y ahora, tras verla recientemente, aún siga pensando que parece un sueño más que una película real, decepciona que algo tan único como Blade Runner tenga una secuela basada en un tropo ya explorado, incluso ya explorado por las nuevas iteraciones de los antiguos personajes de Harrison Ford en pantalla. Una vez superado el problema de "con qué historia crear una secuela", el universo de Blade Runner es lo suficientemente vibrante y estimulante para no tener que desarrollar una trama de padres e hijos, de elegidos para la salvación. Ambos esquemas no encajan en un universo frío, incapaz de alcanzar la salvación, y entran en pleno conflicto con un final bien elegido, en el que entendemos que en Blade Runner no hay lugar para salvadores ni elegidos.

Blade Runner 2049 es un replicante. Diseñado con una función concreta: tratar de preservar la "especie" y, como un buen Nexus, cosechar potenciales riquezas para sus creadores. A pesar de todo, y siguiendo el ejemplo de Roy Batty, este replicante es capaz de pensar por sí mismo y crear sobrecogedoras imágenes de excepción. La nota más positiva de la película la otorga que en este nuevo caso de "secuela pospuesta" se haya puesto el proyecto en las manos de uno de los mejores directores del momento. La visión de Vileneuve y la excepcional fotografía e imaginería visual, lamentablemente, se ven coartadas por un guión conservador, algunos personajes demasiado unidimensionales, y por las siniestras garras del "fan service", en ocasiones banal e innecesario. Todo ello hace que finalmente Blade Runner 2049 acabe siendo una película muy notable dentro del género de ciencia ficción, como ya lo fue la anterior película de Vileneuve, "Arrival", y todo un placer para la vista, pero inevitablemente y pese a su producción deja un regusto de película hecha por fans, encadenada a la original y a la vez incapaz de mirarle a los ojos como una igual. Cuando pasen 35 años más, Blade Runner 2049 seguirá dando la sensación de ser una secuela de una película que nunca necesitó una.
Runtledge
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8
26 de noviembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Retrato muy especial de las relaciones entre humanos mediante diálogos tan realistas que te hacen sentir allí, que consiguen que no parezcas estar viendo a actores en ninguna de las historias, si no a desconocidos en la parte de atrás (o de delante) de tu taxi. La característica música de Tom Waits se filtra a través de toda la cinta, ayudando a transportarte a las altas horas de la madrugada, esas en las que la frontera entre tu zona de confort y no saber qué puede suceder a continuación es más visible que nunca: en las que amistades, romances y enemistades se desencadenan tan furtivos como efímeros.
Runtledge
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