Como ha dicho el autor de unos de los anteriores comentarios, no causa ninguna sensación, pese a la crudeza que puede llegar a reprensentar aquella realidad. Pero basémonos en que el cine no sólo es capaz de producir sensaciones sino también de dar un buen regalo a la vista y al oído en este caso, y esta película lo hace. A mí no se hace nada aburrida ya que está tratada como si fuese un estupendo documental y que además aporta una visión diferente con el uso de diferentes cámaras, como por ejemplo una cámara de mano, pareciendo así a veces un vídeo casero, lo que hace que haya cierta espontaneidad y parece (no sé si será) que algunas de las personas que aparecen no actuan sino que interpretan sus propias vidas.
Como ya he dicho, un buen regalo para la vista y recomendable para aquellos que buscan algo diferente en el cine o que quieran empezar a adentrarse en el mundo del cine independiente o experimental.

Diría que es como un poema que todo el mundo adora pero que nunca le encuentro su punto. Una obra que sin duda tiene como fin hacernos vibrar de la emoción, que nos pongamos a pensar en la sabia de la eternidad, pero que a mí no ha hecho más que aburrirme desde la primera escena. Una gran decepción por ser el autor Aronofsky. Se ha regocijado demasiado en la fantasía olvidándose por completo de que el mensaje llegue. Por otra parte, los planos son buenísimos (Darren sigue demostrando su talento para la conquista visual del espectador) y el papel de Izzy es lo único que puede llegar a conmoverme. Un cinco porque aún perduran en mí la imágenes de Réquiem por un sueño y porque no quiero compararla con Dragonfly, no, no lo haré.