Han proliferado últilmamente mucho las películas de base "real" para meterse en la experiencia directa y semidocumental del terror (desde las afortunada y desasogante Grave Encounters hasta bodrios como St. Francisville Experiment). En la película que nos ocupa hay algo de todo eso, aunque no ya desde el punto de vista de primera persona o cámara en mano, si hay esa sensación de vacaciones truncadas yel último video de mis (nunca mejor dicho) últimas vacaciones. Todos los que de una manera y otra hemos visto algún documental sobre Chernóbil y su terrible historia, reconoceremos ese escenario (para mí lo mejor de la película y lo que le aporta verdadera inquietud) de la tristemente conocida ciudad de Pripyat.
Desde esa noria desvencijada junto a unos autos que nunca más volverán a chocar, a ese conglomerado de edificios de ciudad industrial, suspendidos en el tiempo, naturaleza muerta y aguas contaminadas.
La historia, con un poco de cultura del cine de terror, os sonará a conocida, desde la frágil fraternalidad de los hermanos, la pareja secundaria de extranjeros en busca de emociones, hasta ese guía ruso "ex spetsnaz", pero como os he dicho antes, el reconocer el escenario, desde la amenaza del cercano reactor, la muerte que se respira, provoca verdadera tensión.
Otra cosa son los reiterativos sustos del mundo animal y artimañas sonoras para tratar de asustarnos, sin mencionar a utilizar una vez más, las subrazas, en este caso, una mera anécdota, siendo más inquietante la especie humana, que cualquier otra mutación genética, como verdadero lobo para el hombre.

A veces, se pregunta uno qué hace falta para que una película te guste, si es el guión, la dirección de actores, la interpretación, ambientación. Después de ver esta película, la impresión que me quedó fue la de que todo estaba mal. Todo. Música, canciones, interpretaciones desganadas y ya no increibles, sino vergonzosas, deambulantes. Planos absurdos, tomas de coches que vienen y van, camisetas que aparecen y desaparecen, diálogos vacíos, duchas desenfocadas, sin sentido. Cómo es posible que estos actores se presten a tamaña desfachatez, donde seguro que pensaban que estaban rodando Pulp Fiction 2, y no llegaron ni a un mal episodio de Los Serrano.

No suelo comentar las películas con muchas críticas, pues creo que mi opinión, carece de calidad, pero como buen consumidor que fui de comida rápida, ahora paladeo este manjar que llegó a mí sin sospechar lo mucho que iba a disfrutarlo. He leído otras críticas, y supongo que tras verla, todos encontramos similitudes con otras películas, muchas de ellas, con las que nos hemos educado cinematográficamente, y es por eso, por lo que pienso que conecta y gusta a tantos. Tiene cosas de un Miami Vice, sin su intrascendencia, esa música, como bien dicen algunos de Tangerine Dream, de Giorgio Moroder, que te puede recordar a El Precio del Poder, la frialdad de alguna de Lynch, la acción de un Peckinpah (qué pena que nadie lo mencione), un McQueen actual, inexpresivo e hierático Gosling, no como crítica, sino como acto de contención artística y momentos, muchos momentos: la escena del atraco y su persecución, la del hotel, la del ascensor, verdaderamente, hipnótica, no encuentro otro calificativo. Ciertamente, la historia está mas que vista, pero no os la perdáis, y subiros al coche. No os arrepentiréis. Por cierto, fans de "A todo gas", abstenerse, esto es otra cosa.

La verdad, tenía ganas de ver esta desconocida para mí y para muchos, película con un planteamiento curioso, sobre todo, estando dirigida por alguien tan particular como Blatty, sobre todo para aquellos que nos encanta El Exorcista, y en algún sitio he leido que el propio Blatty consideraba esta película como la verdadera continuación de ésta. Después de haberla visto, no puedo por más que pensar que si Blatty dijo algo así, sólo trataba de que la viera más gente, porque buscarle puntos de conexión con aquella cinta, es como tratar de encontrarlas entre Nobleza Baturra y Apocalypse Now. No es que se trate de una mala película, pero creo que Blatty contó con una libertad tal, que nadie sabía en qué berengenal se estaba metiendo. Mezcla de película psicológica, a sabiendas de que al gran público, no le puedes pedir mucho, de suspense, de drama, de locura insana, para mí, es una película que busca la bondad en el mal que habita en cada uno de nosotros. Quizá no todos actuáramos de la misma manera que el protagonista, un Stacy Keach, contenido, frío, desconcertante, como pocas veces le hemos podido ver, pero nos gustaría encontrar a alguien que fuera realmente capaz de curarnos la locura del miedo; el miedo a morir, el miedo a la soledad, el miedo a fracasar, el miedo a vivir... No entréis en este castillo, pensando encontrar posesiones, o al diablo tras cada figura o gárgola que lo adorna, el demonio aquí es sólo uno, y es el miedo, pero no al infierno tras la vida, sino al infierno que hay en la tierra y el que vive todo aquél que ha pasado por una guerra. Disfrutadla, con ojos benevolentes, y no tengáis miedo, al final, hay esperanza... y no estamos tan solos.

Hace poco me deshice en elogios para esa joya que es la película de Triangle, y en cierta medida, guarda ciertos paralelismos con la presente, aunque salvando las distancias. Aquí, la opresión del escenario, se desaprovecha en buscar la explicación a lo que cuenta. Últimamente, son varias las películas que plantean su argumento como un círculo, donde no sabemos si lo que vemos como comienzo, es tal o se trata de su final, pero donde nos vemos arrastrados en esa corriente concéntrica y absorbente que se nos plantea, como si fuéramos absorbidos por ese centro imaginario que nos lleva, como en este caso, al sumidero del olvido. Quizá, hubiera que verla tras la anteriormente citada Triangle, para ver cómo una buena idea, no lo es todo.