Si House, M.D. es seguramente el mejor producto televisivo (o por lo menos el más inteligente) que se ha hecho hasta la fecha, no es por lo bien que se le dé al protagonista curar enfermos, sino por la complejidad y la inteligencia de los personajes, junto con el cinismo que desprenden. Los personajes son una verdadera obra de arte, y las interacciones entre ellos, geniales. Un capítulo de House es como una partida de ajedrez entre maestros del mismo.

Con tan sólo una música simple y pegadiza, un payaso inconsecuente como protagonista, y a su familia amenazada por los nazis de por medio, para que pase de ser una comedia simplona ambientada en los cuarenta a "una fábula que contrasta con humor y drama humano, mostrando la fuerza de las emociones y de lo que estamos dispuestos a hacer por amor".

Simplemente está en que mucha gente clasifica de "buena" una película que le ha puesto triste o hasta la ha hecho llorar, porque de otro modo, se han burlado de ella.

Vi la serie desde el principio. Prometía mucho. Estaba muy emocionado con ella, parecía algo distinto, hasta inteligente. La primera temporada abría muchas cuestiones, y me preguntaba cómo serían capaces de dar respuesta a ellas en el final de la serie. Éste sentimiento aumentó con el paso de los capítulos. Al final resulta ser que todo era un churro, que se inventaban cosas increíbles que luego no podían explicar sólo para tener audiencia a la que luego no tendrían que devolver el dinero. Luego dicen "Ya, pero es que lo verdaderamente importante en la serie es observar a los personajes, su carácter, su pasado, su historia..." y digo yo; si lo importante son los personajes, ¿porqué tienes que meterlos en una isla mística con templos malditos, monstruos, osos polares, viajes en el tiempo y todo tipo de detalles completamente innecesarios? En mi opinión, Perdidos es uno de los más grandes timos de la historia de la televisión, pues nos emocionaron tanto en su transcurso que hasta su final no nos dimos cuenta de que nos la habían metido doblada todo el rato.

La película nos da un fuerte mensaje sobre la efimeridad e irrelevancia de nuestros actos, y sobre la condición humana, pero no por hacer un final de cuatro segundos magistral nos tienen que hacer tragar una hora y tres cuartos de un insufrible y en ocasiones incomprensible humor judío que sí, nos prepara para sentir algo al final, pero por Dios, ésto no se hace.

Me pasaron la película en un viaje largo con transporte público, y decidí verla entera para ver si mejoraba. Francamente, me molesta que Filmaffinity te haga valorar las películas del 1 al 10 y no del 0 al 10, porque no se me ocurre ningún motivo por el que ésta película pueda llegar al 1, ni tan sólo al 0,5. Ésto no es cine. Ésto es un tío que se metió el trípode por el culo y lo agitó durante casi hora y media mientras personajes incoherentes (con la desaprovechada Marion Cotillard de por medio) bailaban a su alrededor. No es sólo desde un punto de vista técnico, ni respeto al guión, el argumento, o su profundidad, es que ésta película no merece llamarse tal por TODOS los motivos del mundo, y quien crea que ésto es cine debería plantearse ir a un especialista.