Leí varios cuentos de Agatha Christie, y la mejor puesta en pantalla para mí fue llevada en la serie inglesa de TV Poirot con David Suchet y ese Art Deco subyacente en cada espléndida fotografía. Suchet recrea el personaje tal cual lo imaginó su autora y los argumentos y personajes reproducen el espíritu de cada obra de Agatha.
Branagh, quien en otras oportunidades ha demostrado talento, hace escenas anacrónicas (cantantes negros de blues en bailes de la High Society de Londres 193x, etc., cambia hasta la contextura física de Poirot e inventa lo q se le da la gana.
Me asombra la crítica de los expertos tan complaciente con este esperpento. que imagino será retribuida con publicidad....

Netflix puso el dinero, para la película y para los "críticos" de los medios que viven de la publicidad de los estudios, de ahí la exuberancia de premios recibidos, también ayuda la mediocridad del resto de los realizadores. Creo que esta película no es mala pero está sobrevalorada. Excesivamente visual, con planos muy técnicos, con poco guion (aunque no es malo), creo que el audio es malo a propósito.
El director intenta hacer una especie de Amarcord (de Fellini), pero como dirían los españoles no le dio la talla.
Hay escenas grotescas/bizarras (el hombre bala arengando al grupo de choque), hay poca emoción y demasiado mensaje progre y políticamente correcto.
Mi recomendación no ir al cine y verla en la casa, no vale la pena

Tal como dice un usuario noruego en IMDB, la película tiene 2 partes, la primera es hasta que se desata la ola gigante. Esos primeros 50 minutos son entretenidos y generan interés, porque se trata de un tema original y real.

Se trata de un policial de serie negra, con una excepcional ambientación, en la Praga de 1953. Se respira y se siente el ambiente opresivo del estalinismo de aquella época, a lo que se agrega en forma paralela el desarrollo del episodio de la híper inflación checa. Con algún altibajo el film mantiene un alto nivel a lo largo de su desarrollo.
Merece destacarse la recreación histórica de los juicios en la época de Stalin.

Más allá de algún buen diálogo, la cinta es una pobre remake de la obra de Fellini. Toni Servillo no es Mastroiani, y no hay ninguna belleza sofisticada como Aunuk Aimme o Anita Eckberg.
A través de escenas bastante incomprensibles, el director intenta, sin lograrlo, mostrar una profundidad sobre la vida, el universo, la trascendentalidad del ser (bla, bla, bla, bla) y la crisis de la clase media alta y alta de la intelectualidad romana.
Como cada vez hay más gente que confunde lo incomprensible con lo profundo, hay un coro de alabanzas sobre este film y otros peores.
Lo bueno: algunos diálogos y algunas escenas ridículas (que al reiterarse a lo largo de la película) van perdiendo encanto y hacen que uno a cada rato se pregunte ¿cúando termina esto?.
Yo no iría a verla al cine.