Un montaje frenético, de plano corto, casi macro, que muestra a los intérpretes como jamás los habías visto o imaginado; una correspondencia entre imagen y música de cuyo abrazo emerge algo diferente. Hipnótico. El aspecto teatral e irónico de los en directo del grupo alemán asciende un nivel, se convierte en otra cosa, y de pronto la broma resulta ser una profunda reflexión sobre las emociones, sobre la belleza, sobre el mal, sobre las corrientes interiores de energía, normalmente dormidas y que ahora despiertan. Goya sonreiría viendo este montaje.

Pasan los años y la película crece y crece, a pesar de la humildad del entorno y la economía de la producción. Pero los bailes despegan y la cámara los muestra en planos generales y primeros, rostros hondos y cuerpos empezonados y ardientes.
Rocío Jurado, al parecer, canta la mejor versión hasta hoy de la 'Canción del fuego fatuo', cuyo libreto fue compuesto por una mujer, María Lejárraga, con el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra: un libreto que describe un triángulo amoroso como el que a ella le tocó vivir, que se resuelve como ella hubiera querido en el mundo real, y que en cierta medida así fue.
¿Y la música del Maestro Falla, en la que entrelaza la tradición y la vanguardia y conmueve de esa forma? Saura la visualiza con gran acierto. Uno no se cansa, y vuelve de vez en cuando a verla y oírla.

Si dejamos de lado la trama, escrita por Vicente Escrivá, podemos disfrutar de la parte documental que esta película ofrece sobre la vida en la Ciudad Universitaria de Madrid hacia 1960, especialmente sobre la actividad académica en la Facultad de Filosofía y Letras: la docencia, las aulas, las vestimentas, las actitudes, y el impacto que causan el pecho prominente y la cintura de avispa de la protagonista. El sabor rancio no impide paladear el fondo histórico. La Facultad había sido inaugurada parcialmente en 1933, pero resultó casi destruida por ser frente en la Guarra Civil y los libros de su biblioteca utilizados para tapar las ventanas. Las clases en ella se abrieron de nuevo en el curso 1943 ¿Queda alguna pista de su historia en la película?

Es interesante seguir los comportamientos de los estudiantes que quieren divertirse ingenuamente y la preocupación por la subversión siempre presente en las autoridades. No olvidemos que la depuración del profesorado de la Edad de Plata había sido radical y aunque se desee ocultar, la memoria sigue ahí si se busca.