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Críticas de McBigBurgerKing
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
9
23 de julio de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer aviso a navegantes: aficionados al cine, “Intocable” no os dejará indiferentes. En cuanto al resto, por suerte, tampoco lo hará.
Segundo aviso: preferible dejar atrás ideas preconcebidas sobre la película. La primera escena es toda una declaración de intenciones. Aquel que entre en la sala de cine de turno, se acomode en su butaca y se prepare para disfrutar de una comedia sobre un paralítico en silla de ruedas y su amistad con su cuidador, se encontrará con el siguiente mensaje: “Estimado amigo, aquí no has venido sólo a reírte…” Por su parte, aquel que pague su entrada para conmoverse con un drama sobre un paralitico en silla de ruedas y su amistad con su cuidador, se topará con algo así como: “Estimado amigo, aquí no has venido sólo a llorar…”. Hay comedia, y hay drama. Ahí reside la fórmula mágica. Ahí reside la base sobre la que se cimenta una cinta como “Intocable”: la comedia dramática. Y es que esa primera escena de los dos protagonistas en el coche, comenzando al son de la melancólica banda sonora de Ludovico Einaudi, y continuando con la imagen de ambos meneando la cabeza al compás de “September”, se erige como una gran carta de presentación que avanza las dos futuras caras de la moneda.

La pregunta inevitable que uno se hace, tanto durante el visionado de la película como finalizado éste, es: “¿Cuál es la clave de su éxito?” O, en otras palabras: “¿Por qué funciona?”. La respuesta es tan simple como precisa: la química. La química que surge entre dos personajes, Driss y Philippe, que no parecen siquiera destinados a encontrarse. Entre dos vidas, dos estratos sociales aparentemente prediseñados para no entablar lazos mutuos a lo largo de su existencia. Pero he ahí la magia. La magia de combinar polos opuestos. La magia de apostar por la ruptura de lo convencional. De apostar por lo poco común, lo diferente. Por lo que, al fin y al cabo, llama la atención. Lo que atrae.
Y ese es el mayor mérito de la también pareja (de directores) Olivier Nakache y Eric Toledano: alternar los hechos narrados, inspirados en el caso real, con gusto magistral, alcanzando el equilibrio que la historia demanda y que el espectador necesita, siguiendo un sutilmente construido hilo narrativo que, sin ser frenético, no pierde fuelle en ningún momento, y culminando el trayecto con un sobrio final que dice y expresa mucho más de lo que muestra.

“Intouchables”. Así reza el título con el que los dos directores franceses decidieron bautizar a su cinta. Podría ser éste, pues, un fiel reflejo de que lo común también puede tornarse en peculiar, y lo peculiar, a su vez, en único. Quedando constancia, tras lo visto, de que lo único, sin lugar a dudas, es intocable.
McBigBurgerKing
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9
20 de septiembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
[14-02-13]
La indiferencia jamás es compañera de viaje de Tarantino.

No importa lo que haga. No importa lo que diga. No importa lo que filme. Arrasa siempre con casi todo lo que se le pone por delante, dejando a su paso hileras de opiniones controvertidas. Opiniones adversas, extremas en ocasiones. Pero nunca indiferentes. Sus incondicionales aman de su cine aquellos mismos aspectos que sus detractores denuncian: su rotundidad, su incorregibilidad, su desmedido uso de la violencia, su malsonante labia y su manifiesta devoción por las escenas teñidas de sangre.

Todos estos elementos tienden a desembocar en la conclusión mayoritaria de que el amigo Quentin desprende en todas sus obras un estilo audazmente propio y tremendamente característico; en la conclusión de que es un cineasta inimitable. Y lo es. Para muchas personas. Para otras tantas no, en cambio.
De hecho, todo lo contrario: existen sectores que lo califican de burdo imitador. ¿Quiénes? Generalmente, cinéfilos. Como Tarantino.
Cinéfilos que han visto mucho cine. Como Tarantino.
Cinéfilos que, debido a todo el cine que han visto, aseguran identificar constantemente en el cine de Tarantino gran cantidad de elementos propios de otros cineastas, generalmente antiguos y no excesivamente populares entre las grandes masas. En otras palabras: le acusan de copia reincidente. De copia reincidente con estilo, claro. Un “copia y pega aderezado”, podríamos decir.

Por supuesto, estas críticas, lejos de disiparse, corren el riesgo de multiplicarse cuando el género escogido por el director norteamericano es uno tan longevo, estereotipado y marcado por sólidos cánones identificativos como el ‘western’. El italiano, siendo más concretos.

¿Sucede esto, pues, con Django Unchained? Depende del enfoque dado. De la nomenclatura elegida, en realidad: no es lo mismo hablar de copia, que hablar de homenaje. Me inclino por lo segundo.

Lo cierto es que en líneas generales tampoco sería necesario llevar a cabo una defensa numantina para con esta película. Se defiende por sí sola. Sabe aturdir eficazmente, como sólo aquellos films visualmente magnéticos saben hacer. Muchas de sus imágenes se resisten a abandonar tu mente una vez finalizada la proyección.

Pero estamos hablando de 165 minutos. Casi 3 horas de metraje. Realmente admirable es la tarea de engranar una obra con capacidad de captación de la atención del espectador a tiempo completo. Labor casi utópica, vaya. ¿Se consigue aquí? Mayoritariamente, sí.

Lo experimentamos desde el principio. Con unos títulos de crédito iniciales, clásicos del western, y unas primeras secuencias de notable trabajo de fotografía, se detiene en un determinado momento el tema musical acompañante hasta entonces y da comienzo la primera escena dialogada. Y ésta nos mantiene clavados en la butaca.

¿Por qué? Fundamentalmente, por una razón. Y se llama Christoph Waltz.

Qué bueno que le descubriste, Quentin. Ya costaba creer, viendo al coronel Hans Landa en Inglourious Basterds, que tan sólo un puñado de peliculillas de escaso reconocimiento y unas pocas obras de teatro rellenaban por entonces el currículum de este talentoso actor austríaco, antes de ser ojeado y fichado por el director norteamericano.

Pero cuidado. El mérito de la vertebral relevancia de las interpretaciones secundarias no es sólo suyo. No. Se lo reparte de forma casi salomónica con un DiCaprio que no cesa en su afán de convencernos de que hace tiempo que dejó de ser el ‘yogurín forracarpetas’ en el que Titanic le convirtió hace ya más de 15 años.

Señores académicos: este hombre es un gran actor. Nos brinda un carismático villano, fiel a la estereotipada tradición del género, que además forma un potente triángulo junto a los personajes de Waltz y Jamie Foxx (o cuadrado, si incluimos a un xenófobo Samuel L. Jackson).

Por otro lado, y ya concluyendo, cabe preguntarse: ¿funcionan entonces las casi 3 horas de Django Unchained cual reloj suizo? La respuesta es afirmativa, salvo por algún ‘pero’: el final (no spóilers) se prolonga en exceso. Hay demasiados amagos de cierre que hacen que la espera se alargue de más. Es cierto, sí, el homenaje westerniano pide a gritos estos clichés y está muy bien incluirlos. El final es bueno, de hecho. Hablamos en este caso de duración, de sobrecarga. No de calidad.

Y luego está el guión. Si pasamos por alto algunas licencias que requieren de nuestra benevolencia y fe para seguir coherentemente el transcurso de la historia, lo cierto es que es más que meritorio. Entre otras cosas nos regala unos diálogos, marca de la casa, que en ocasiones nos impiden siquiera parpadear, ya sea por el tinte dramático (véase la tríada Foxx-DiCaprio-Waltz) o por los puntazos cómicos (véase la escena del Ku Klux Klan)

Eso sí. Por último: no olvidemos el fondo de todo esto. El tema sobre el que se cimenta el argumento de la película es el de la esclavitud negra en EE.UU a mediados del s.XIX.
Es obvio que al amigo Quentin este tema le tocaba la fibra (afirma que se le empañaron los ojos durante el rodaje de una de las brutales escenas). Y ese sentimiento, el de una realidad del pasado de su país (aún tabú según él) es el que pretende infundirnos, narrado sin la renuncia de sus raíces cinematográficas. Eso nunca.

Se trata, por tanto, del film con alma más humana de cuantos ha rodado. Pero empapado de su estilo más puro: frenético, crudo, escandaloso, violento, disparatado, visceral.


Bienvenidos a la jungla de Tarantino.
La ‘D’ es muda.
McBigBurgerKing
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9
26 de noviembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
-("Booooh lo que ha dichoooo")-. PUES SÍ. Bueno, vamos a ver, primero: ¿Qué es eso de ir poniendo 1s a mansalva, queridos "Filmaffiniteros"? ("Claro nene, si le pongo un 1, llamo la atención de la gente ¡¡y así me leen!!")- Brillante..... Muy, muy, pero que MUY MALA debe ser una película (vamos, un atentado contra la humanidad casi) para despreciarla de esa manera....Opino. Yo ésta la votaré eso sí, como película POTTÉRICA.
En fin, voy ya con la explicación de mi título (que supongo que es la razón por la cual estás leyéndome): Creo que es la mejor adaptación de un libro de Harry Potter que se ha hecho. (Por cierto, le doy las gracias al tío que decidió dividir "Las Reliquias". Ahí queda eso).
Durante cada película se ha ido viendo como la oscuridad y la madurez se iban apoderando de la niñez del principio de la saga, pero, sin duda, la culminación ha llegado con ésta. Desde el principio ya se percata uno de que esta adaptación es la más madura. Y es que tengo que resaltar, especialmente, una cosa: LA PAUSA. Dios Santo, ¿de verdad ninguno ha notado la diferencia con las demás en cuanto al tiempo? ¡Por fin! Por fin se disfrutan, se saborean los diálogos. Las anteriores películas están repletas de escenas en las que los personajes hablan de manera artificial y coreografiada como si tuvieran un cupo de 3 segundos de diálogo por cabeza. *(más detalles en "spoiler").
Lo que hay en la película es lo que hay en el libro, señores (¡criticad a Rowling!).
Ah, por cierto, y destaco al trío: Vuelven a tener (casi) el mismo peso en la historia, pero no como un trio pegado con "superglue" como en las 3 primeras, si no independientemente. Y eso se consigue, de nuevo, ¿gracias a qué? Sí, efectivamente: a la PAUSA.

Y dicho ésto, ya puedo declarar que yo DEFIENDO a David Yates ("¿¿Quééééé?? ¡¡A por éééééél!!)¿Por qué? Porque me gusta su enfoque. Lo hace desde la MADUREZ, y eso me gusta. No por ello dejo de recriminarle escenas como la de la muerte de Dumbledore en la 6ª y, en especial, la posterior a la par que insípida persecución de Harry hacia Snape (mal, Daniel). En el libro esa escena se relata de forma muy dramática, y no lo supo captar. Máxime en comparación con la anterior muerte de Sirius, la cual sí me emociona. Esa repentina cámara lenta, unida a esa disminución del volumen casi al completo, y ese Harry gritando desgarradoramente siendo retenido por Lupin, con su posterior, esta vez sí, intencionada persecución a Bellatrix (bien, Daniel). Pues ÉSE es el Yates de esta película, y ÉSE es al que yo defiendo.
Por tanto, concluiré, una vez han quedado claras mis razones de defensa a esta película, lanzando un mensaje a Yates, y a los de la Warner y a todos los responsables:
Por favor, no la caguéis con "Parte 2". Sobre todo porque, como lo hagáis, ya no quedará más Harry Potter para poder remediarlo...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
McBigBurgerKing
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6
20 de septiembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
[04-02-13]

…o no necesariamente tan principiante. Puede que tú, como yo, sencillamente hayas experimentado sólo en contadas ocasiones las numerosas y siempre eficientes telas de araña tejidas por el archiconocido ‘maestro del suspense’.

Esta situación puede concederte una ventaja, como es la de permitirte valorar Hitchcock de una forma menos visceral (riesgo, que no condición, siempre presente si te consideras asiduo admirador del cineasta británico) Ahora bien, puede suponerte también una desventaja frente al resto, como es la de no disponer de un abanico tan amplio de conocimientos sobre los hechos reales en los que se basa el film. En cualquier caso, sí es un requisito casi indispensable haber visto la obra maestra hitchcockiana, Psicosis (Psycho).

Resulta ésta una advertencia algo perogrullesca si tenemos en cuenta que el argumento de la recién estrenada película de Sacha Gervasi contextualiza precisamente la experiencia de Alfred Hitchcock durante el proceso de realización de Psicosis, desde el nacimiento de la idea de la adaptación hasta su estreno.

No se me antoja tan sencillo adivinar cuáles han sido las intenciones de Sacha Gervasi a la hora de enfocar su visión sobre la psicología del personaje. No se trata, en realidad, de una radiografía profunda y completa sobre la mente del ilustre director. No. Es tan sólo una radiografía parcial, concreta, sobre aspectos que muestran a Alfred Hitchcock en su ámbito íntimo, tanto en su obsesión por impresionar a público y crítica con sus obras, como en su relación con el género femenino, ya fuera su esposa Alma o sus musas de la interpretación.

Es este último tema el que indudablemente impera y domina durante la más de hora y media de metraje. De hecho, la película bien podría haber sido bautizada como “Los Ángeles de Alfred”, o “Sra. Hitchcock al rescate”, por ejemplo. No en vano, el personaje de Alma, su mujer, acapara la mitad del peso de la trama, como mínimo.

Y es que los engranajes de la realización de Psicosis, en temas de pre-producción, guión, reparto (asombroso el parecido del actor que encarna a Anthony Perkins/Norman Bates), rodaje, post-producción…etc. quedan relegados a un clarísimo segundo plano.

Están, sí, y son ciertamente verídicos (aunque escasamente minuciosos), pero lo que se lleva la mayoritaria atención del espectador es sin duda la vertiente relacionada con los secretos de alcoba entre “Hitch” y señora.

¿Es Hitchcock, pues, una visión quizá excesivamente sensacionalista de la psique y la vida íntima del cineasta? Posiblemente. Hay determinadas escenas ‘sentimentaloides’ que puntualmente cubren la película de un cierto aroma a telefilm (un buen telefilm, si es que los hay). Sumado a esto, y paralelamente a las luces y sombras de dicha relación conyugal, se muestra la conocida obsesión del cineasta por sus actrices rubias. Este hecho es parcialmente causante de lo mencionado anteriormente, dicho sea de paso.

Por estas razones, la visión del señor Alfred Hitchcock queda algo enturbiada en algún momento de la película, con alguna escena algo gratuita de más.

Se tiene cierta constancia de estos hechos, sí, por tanto reflejarlos no sobra. Sí está de más, quizás, añadir escenas que carecen de verdadero rigor histórico, de cara a mostrar una versión algo ‘verde’ del director.

Por tanto, la duda reside en la verdadera intención de Gervasi a la hora de diseñar su visión del personaje. Sí es evidente, por el contrario, la algo forzada intención de ensalzar la figura de la señora Hitchcock, y su fundamental influencia en el nacimiento de Psicosis. No hay demasiado esfuerzo en camuflar este propósito, en realidad.

Pese a todo esto, la película no es mala. Tiene ritmo, está bien narrada, y cuenta con alguna escena de corte dramático que merece la pena seguir, gracias a la experiencia interpretativa del señor Hopkins y de la veterana Helen Mirren. Notables ambos.


Por tanto, tenlo claro. Dependerá de tu previo nivel de exigencia que la disfrutes en mayor o menor medida.
McBigBurgerKing
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