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Argentina Argentina · Ranelagh
Críticas de Imfreakalot
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
9
7 de diciembre de 2011
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La burguesía trata de conservar las tradiciones, repetir esquemas, cuidando la moral que pone en vilo a su condición; en oportunidades la aletarga, en otras, la asume sitiada. En esa esquematización de aliteración busca copiar para nunca transformar. En efecto, su condición social tiende a preservar ese estilo de vida, renunciando a todo aquello "extraño" que amenaza con filtrarse. Esa preservación tiene su prolongación en los ritos que establecen en el ámbito urbano. Ritos de clase, circulares, homogéneos, boatos, totalmente viciados de lo rutinario y lo superficial. Entonces, ¿qué pasa cuando ese escenario cambia? Los ritos siguen vigentes; la rutina lo conmueve todo, aunque se transponga el ámbito, los burgueses seguirán recurriendo al mismo catálogo de acciones, de gestos, de vacuidad.
¿Qué sucede entonces, cuando esa rutina se ve momentáneamente modificada? Cuando aparece algún "extraño" conminado a modificar, aunque más no sea en pequeñas dosis, todo el itinerario repetitivo que encausan al burgués en una conglomeración infinita. De repente, todo ese mitin perfectamente sincronizado comienza a divergir, generando una incisión en las acciones. Pero, ¿de dónde proviene, sino, esa diáspora amenazante? del riñón mismo de esa sociedad estructurada, rígida, intransigente. Monsieur Hulot proviene de la burguesía, sino, es difícil explicar como es que concurre al mismo balneario, al mismo hotel y practica los mismos rituales paganos que toda la casta ricachona. Sin embargo, Hulot es aquel bohemio perdido "entre-épocas", poblado de un romanticismo delictual, de aquel que roba o acomete por causas más bien reivindicativas (o un Robin Hood de lo absurdo).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Imfreakalot
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7
7 de diciembre de 2011
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Los olvidados de Buñuel y Freaks de Tod Browning corporizados en una sola cinta. La Biblia y los símbolos apócrifos del esoterismo. Todo esto se mezcla con un western primitivo, mucho desierto teñido de rojo; y los viajes psicotrópicos de expansión de la mente con LSD. ¿El resultado? Un cuento sagrado, con reminiscencias zen y chamanistas, de un profeta errante y surrealista que vaga por un desierto inequívocamente infernal. Donde la búsqueda de este profeta, El Topo, por darle un sentido divino a la vida, se convierte en una intensa burla al género humano. Así, como en Lynch (por trazar algún paralelismo caprichoso) su interpretación del mundo como un lugar asfixiante donde pululan seres deshumanizados, bestiales. En Jodorowsky, el humano es el sacrificio de un Dios burlón, que juega con las almas incompletas y las arrastra por un Todo vacío, colmado de aleatorias desaprensiones.
Pero apuntémonos desde la base porque es lógico sentirse desconcertado en un Mundo tan ajeno, tan extraño y también, que se reinventa en cada momento del filme. Como es una película de marcados tintes surrealistas parte exclusivamente de un idea general-inicial. Como también, su director (que también es actor, escritor, dramaturgo, poeta, director teatral, guionista, compositor de bandas sonoras, escultor, escenógrafo, guionista de cómics, dibujante, tarotista, mimo, psicoterapeuta y psicomago ¿WTF?) ha plasmado su experiencia chamanista y utilizado la película como una búsqueda espiritual, una constante expansión hacia el conocimiento interior; por lo tanto, esta búsqueda tiene su reflejo (y reflexión) en cada una de sus partes. Es decir, en esa búsqueda, autoconocimiento y control de las percepciones inconscientes de Jodorowsky, el filme iba avanzando progresivamente, paralelamente a las determinadas experiencias. Lo interno-externo. No como deseos reprimidos y plasmados en la película. Tampoco, como evidentes reacciones creativas que llevan al autor a moverse en un determinado terreno, ya demarcado, ya previsto y completamente estudiado. Un caos ordenado desde la traducción de sus sueños y pesadillas, de su lengua filosa y perversa que desnuda al ser. No. En El Topo se evidencia una interioridad en lo externo desde la sensibilidad misma del ser, desde sus reflejos espirituales. De manera que su narración no responde estrictamente a un patrón definido sino está sujeta a ese devenir introspectivo de su director/autor/protagonista. Dice algo como “la expansión al infinito”; abrir puertas, ventanas, al autoconocimiento no sólo creativo, también, de su propio yo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Imfreakalot
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