Una vez más Martin Scorsese nos regala una joya hecha película, cargada con temas atemporales, universales y repletas de personajes imperfectos que muestran la imperfección de una manera muy humana encarnada en cada uno de los personajes principales que están al mando de este talentoso y poderoso director.
Introduciéndonos a un nuevo matiz de un personaje protagónico debido a que demarca todos los rasgos de un antihéroe el cual vive atormentado por un pasado traumático, por lo tanto, hace que se sientan olvidados por una sociedad desinteresada y logrando que creen un propio código moral el cual determina que la justicia se debe tomar por sus propias manos haciendo que se dibuje una delgada línea entre lo que está bien y lo que está mal.
Robert de Niro fue el encargado de interpretar al personaje principal, dándole vida a un profundo e intenso personaje solitario, el cual padece de insomnio y ejerce su trabajo como taxista en una nueva york cruda y realista, contando al espectador como es la vida a través de la oscuridad de la noche. En esta entrega Robert para mí desarrollo el papel de una manera muy prolija haciendo de este su segunda piel.
A manera de conclusión esta entrega está cargada de extraordinarias actuaciones, acompañada de una brillante dirección y magnánima fotografía.

Cuando se está al frente de una película magistral que se quedará guardada en la cabeza por un largo tiempo, no se sabe por dónde comenzar a dar una opinión, debido a que hay tanto material bueno por explicar, que dificulta la manera de dar inicio y organizar ideas.
Sin temor alguno puedo decir que ha sido uno de las mejores películas dramáticas que he observado, debido a que tiene muchos aspectos buenos en una historia, por nombrar algunos, la profundización que tiene sobre cada personaje los cuales son complicados de describir y plantear, el conflicto entre libertad vs autoridad, el desarrollo que tiene un guion sólido, el cual se desenvuelve con agilidad , soltura y ligereza, acompañado con exquisitos primeros planos de rostros que hace tornar el ambiente de forma tétrica, sombría y de una forma que exuda drama, son una de los pocos aspectos que hacen de esta película un diamante en bruto en su tiempo.
Sin duda hay que nombrar que otro aspecto que se robó todas las miradas fueron las actuaciones excepcionales que nos brindaron Louise Fletcher y Jack Nicholson, la primera encarna a una persona autoritaria, fría, represora que disfruta hostigar y molestar a los débiles de mentes y el segundo es un espíritu libre, que no es esclavo de su mente y no se deja reprimir por ningún sistema.
En conclusión, puedo decir que es una película que es de obligatoriedad ver, por su trama profunda, su sutil forma de contar un tema poderoso como es la demencia.

Kubrick reinventó el género de suspenso terror, marcando un antes y después de esto, al contarnos esta historia, y demostrando que no es necesario la oscuridad para generar miedo en el espectador la cual es narrada a través de diferentes planos inquietantes que desdibujan lo que parecía al comienzo como trastornos de personalidad y lo encaminan a lo que sería un hotel embrujado captando toda la atención.
Kubrick logra la combinación perfecta en combinar recursos visuales, tiempos y la música que está perfectamente sincronizada a las emociones que intentan narrar con cada escena haciendo de esto un realce a las impresiones que dejan. Aunque al comienzo se torna un poco lenta la manera en cómo nos introduce en la historia de Stephen King, se puede reforzar con la idea de un desglose y contextualización de la situación abordando en los personajes.
La actuación que nos brindó Jack Nicholson fue magistral haciéndonos recordar, porqué es uno de los grandes de Hollywood, generando una atmósfera terrorífica la cual matizaba y enaltecía cada escena haciéndolas icónicas ante el mundo entero.

La última cinta de la trilogía de la muerte que nos entrega Iñárritu, vino cargada con un espectacular desarrollo fotográfico y fílmico, grabando y narrando lo segundo mejor que sabe hacer después de respirar, lo cual es, contar historias independientes que se entrelazan de una manera casi armónica y relatada por un exquisito reparto como el que estábamos acostumbrado en las anteriores precuelas de la trilogía.
La perspectiva que me dejó este una sensación amarga, recordándome la característica principal de iñarritu entregando tramas duras, con recuerdos amargos y de una forma cruda matizadas con toques de realidad y metáforas dramáticas las cuales abordan situaciones que se desencadenan de tomar decisiones.
Las emociones que se describen son narradas de manera natural haciendo que el dolor se viva de una forma tangible, lo único no destacable de la entrega, fue la desacertada elección de la banda sonora para escenas en específico, causando en mí una desviación de la emoción narrada.
En general es una película magistralmente narrada, desarrollada y asegurada con antelación por el genio detrás de su dirección.

Es la primera vez que me topo con este director, recalco y realzo que la manera que desarrolla el filme, me hace pensar que comprende demasiado bien los sentimientos que está experimentando el protagonista, impregnando la obra de una calidez emotiva palpable en la transición que se experimenta de la niñez a la madurez.
Los tres aspectos que me llamaron más la atención fueron: el sistema educativo, la educación parental y el sistema penitenciario.
La manera como el director de Les 400 Coups abordó la educación parental, me pareció brutal, mostrando una clara idea de cómo los más jóvenes e inocentes se ven perjudicados en los conflictos de familias disfuncionales, muchas veces no somos conscientes de que manera esto le puede afectar a un menor.
Considero que esta película fue ejecutada de forma asombrosa, al mejor estilo del cine francés, y nos invita a la reflexión de cómo se puede transformar o moldear el comportamiento y desarrollo de los niños, a través de los 94 minutos de duración de esta obra.