Una de las pocas películas que podrán satisfacer a los amantes del Steampunk. Aunque este haya sido un género maltratado por el cine, al ver películas como esta se recupera la fe en un estilo que podría dar mucho más de lo que es.

Pese a ser Steampunk, la historia tiene elementos inequívocos del Cyberpunk (recordemos que los dos estilos provienen de la misma raíz), así como un protagonista solitario, implantes biotecnológicos, incursiones a mundos ficticios a tarvés de la maquinaria (¿Se podría comparar esa máquina para penetrar en los sueños con "La Matriz"?). Todo esto llevado con una estética impecable, Steam 100%, y un guión bastante aceptable (Un inventor con la incapacidad de soñar y que utilizará a los niños para conseguirlo, pero obteniendo siempre pesadillas como resultado).

Una película recomendable, que no decepcionará a los aficionados al género, y que resultará curiosa a los demás.

Entré al cine sin saber muy bien lo que iba a encontrar, y desde el primer minuto me mantuvo embobado a la pantalla.

Una bonita y cruda historia que narra los contratiempos de un samurai que trabaja de catador de venenos del emperador, contada de una manera elegante, serena y con un ritmo muy tranquilo (que no lento).

Antes de nada he decir que no he visto la original, pero si algo tienen estas películas de "nuevo terror japonés" es que todas me dejan el mismo regustillo en la boca. Y es que al final todas acaban tirando de los mismos clichés.

A parte de todo esto, la película es mala como ella sola. Simple, sosa, monótona... Si pretendia aterrorizar, angustiar o mantenerte en vilo, conmigo no lo consiguió.