Cuando vi esta película en la estantería del videoclub, la portada del DVD me llamó la atención.

"Auschwitz: La historia que nunca se vio".

Y es cierto, una gran verdad. Nunca se vio. Porque parece que hay un tabú que impide mostrar la verdadera agonía de las personas allí encerradas, a buscar fantasmas del pasado en la oscuridad de aquel triste y oscuro rincón de la Polonia ocupada por los nazis.

La zona gris no es una película sobre el ciertamente repetitivo y hasta cierto punto pesado tema del holocausto (dado que prácticamente todas las cintas sobre este tema muestran una arquitectura y una estructura demasiado similares) que te vaya a hacer llorar, como El cónsul Perlasca, La lista de Schindler o El pianista. No es una peli que hable de esperanzas por sobrevivir o de amores truncados por la guerra dentro de la guerra, no, no, nada de éso.

Prepárate porque te vas a enfrentar al día a día en ese cementerio de sueños. Vas a ver los rostros de la gente antes de entrar en la cámara de gas sin descontextualizar, sus reacciones, unos resignados, otros llenos de incertidumbre, otros que se rebelan contra su destino. Es una película de desesperanza, de los que habiendo contemplado tanto horror deciden lanzarse en una acometida suicida contra sus exterminadores sabiendo que no saldrán con vida, que estarán todos muertos antes de que termine el día. Su objetivo no es ganar, es perder con dignidad que en ocasiones como la que envuelve a los protagonistas, es mucho más importante.

Olvídate de escenas adulteradas y suavizadas como las que viste en La vida es bella, ésto es Auschwitz y no hay lugar para las sonrisas ni para los cuentos de hadas. No va a rebuscar en tu fibra sensible buscando que sueltes alguna lágrima de compasión oportunista, te va a propinar una paliza que no soportarás, te dolerá y lo pasarás tan mal que estarás deseando que termine pero si pillas una película sobre el holocausto, no esperes que te complazca porque Auschwitz sólo complacía a los nazis.

Iré al grano. La película me ha decepcionado bastante. Para gustos, colores, naturalmente, pero todavía no comprendo cómo un amigo me pudo recomendar esta película con aquella insistencia.

Reconozco que el otorgar a conciencia un cierto grado de profundidad en la trama acostumbra a ser algo digno de agradecimiento en muchas películas que de no ser así, se estancarían en lo vacuo y estéril de la violencia, los tiroteos y las persecuciones al límite. No obstante, en Hanna a partir de cierto tramo de la película, el/la espectador/a no distingue muy bien el tipo de película que está viendo pues una cierta parte de la trama seria y consistente se mezcla con otras absurdas o que no se ve bien dónde diablos encajan.

El cine de terror va en declive durante estos últimos años y aquel que parte de espíritus de muertos que okupan casas contra la voluntad de sus legítimos propietarios y son desalojados por sacerdotes y ritos sobrenaturales en lugar de serlo por las órdenes de un juez, ha degenerado especialmente.

Hacía mucho tiempo que no veía una peli de terror que suscitase mi interés más allá de la primera media hora y empezaba a pensar que no volvería a ver nada igual a la única película que logró hacérmelo pasar mal de verdad. El resplandor, de Stanley Kubrick. Debo reconocer que aquellas dos inquietantes niñas del pasillo o la habitación 237 me mantuvieron en vilo durante las 2 horas aproximadas que dura la cinta, además de convertir en una buena inversión los casi 3 pavos que me cobraron en el videoclub entonces por alquilarla (aún alquilaba pelis e iba al cine, infeliz de mí...).

Pero no es de Nicholson y su locura de quiénes hablaremos hoy. Insidious es una buena película de terror, que en efecto bucea en un género más que explotado y reciclado por los basureros del cine hoolywoodiense y las superproducciones taquilleras que han hecho del séptimo arte un negocio la mar de lucrativo. Casas embrujadas, fantasmas, sobresaltos... todo está muy visto pero Insidious, va más allá y nunca mejor dicho. Es una película que desde mi punto de vista ha logrado su objetivo (proporcionarme momentos de inquietud e incluso miedo) sin necesidad de agotar las existencias de la fábrica de Ketchup Prima y que además, enfoca el prototipo de historia de fantasmas desde una óptica muy pocas veces vista antes.

Un final que no te esperarás culmina una buena opción para una de esas tardes (o mejor, una de esas noches, la oscuridad suma puntos) en las que no apetece salir y no sabemos qué hacer.

Como todas las pelis, tiene sus fallitos y hay escenas que reconozco que han resultado entre extravagantes y graciosas, no obstante, es una peli que yo recomiendo ver. Al menos, si no os gusta podréis decir que os la han recomendado y culparme a mí de haberos hecho perder 1 hora y 45 minutos de vuestro preciado tiempo.

Dadle una oportunidad, poneros cómodos y viajad,viajad...

Mi opinión de esta película es que se trata de una genialidad.

El argumento, pese a no ser demasiado original (de hecho, recuerda bastante a "La Jeteé", un mediometraje francés de culto, y a algunos cómics), entretiene y consigue mantener la curiosidad por lo que pasará al final. A través de los sucesos que la componen, se construye una trama en la que los personajes van evolucionando a medida que la cinta se desenvuelve y vemos cómo poco a poco dudan de su propia percepción de la realidad que, por unas razones u otras, han aprendido a dar por sentada.

Todo ello, se complementa con una crítica en mi opinión magistral a la psiquiatría, en tanto que pseudo-ciencia aplicada en muchísimos casos de manera casi dogmática, y que, basándose en ese, por así decirlo, status, sirve a muchos para estandarizar la conducta humana y etiquetar de enfermizo, disocial, divergente o peligroso todo aquello que se escapa al paradigma definido como "normal" por supuestos "expertos" que están, en ocasiones, mucho más trastornados que sus pacientes.

Brad Pitt ya demostró en El club de la lucha su facilidad para interpretar papeles políticamente incorrectos o que se corresponden con el misterioso personaje antisocial y profundo que hay que analizar con lupa y en esta película, pese a que en mi opinión sobre-actúa, ello no le quita carisma o credibilidad a su personaje (y me encanta el discurso que suelta en su primera aparición en escena). En cuanto a Bruce Willis, mi opinión es básicamente la misma, su interpretación flojea en determinados momentos pero, en general, hace un buen papel así como Madeleine Stowe, que da vida a una compasiva psiquiatra que no puede sino resignarse a la aplastante lógica de los hechos aunque ello la conduzca a enfrentarse a la realidad de que todo cuanto creía conocer no era más que otro absurdo, tan relativo como los demás, y que más allá se encontraba aquello que incluso los "expertos" no son capaces de explicar.

¿Quién está loco en este mundo?, ¿quién no?, son cuestiones ambas sobre las cuales la película invita, soslayadamente, a reflexionar a los espectadores. Y es que, como dice un pobre diablo en un momento dado de la película, "yo no estoy loco, sólo soy mentalmente divergente".

La recomiendo.

Una película que contiene, en mi opinión, una visión hasta cierto punto políticamente incorrecta de lo que sucede dentro de las prisiones del Estado español aún dentro de esta supuesta democracia y su totalitarismo mercantil.

Luis Tosar desempeña un papel en mi opinión ejemplar pasando de ser el preso truculento al que todo el mundo respeta y teme a ser un hombre con gran humanidad, aunque este rasgo se encuentre sesgado dada la violencia del día a día en la cárcel y la indeleble huella que éste deja de por vida en muchas de las personas que pasan por sus muros.

También el protagonista experimenta una evolución interesante a lo largo de la película y tras conocer a fondo a Mala madre, comienza a ver las cosas de otro modo.

En fin, una película que recomiendo ver para todos aquellos que todavía penséis que la cárcel española re-inserta.

Saludos.
Llamáis re-inserción a la más cruel de las venganzas.