Críticas de rcarrillodutor
8 de marzo de 2014
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en una cinta se nota la mano de su director, es ésta por excelencia.
Ya está. No hay más.
Soy hijo de tal, me gusta dirigir cine de autor, me encanta el cine independiente, en el lado absolutamente opuesto al cine comercial, todo esto lo llevo al extremo y hago una película, porque soy el más de lo más del momento (o al menos eso me tengo creído).
Lo único que en lo que puedo estar de acuerdo con la intención de su director es que parece que no hay trabajo de post-producción. Los 93 minutos son una serie de imágenes y escenas unidas "en crudo", como si te pones a grabar escenas del suelo, cielo, paredes, amigos hablando y directamente de la cámara aparecen en la gran pantalla del espectador.
Como idea está bien, pero ni es nuevo ni logra un mínimo atisbo de calidad.
No hay espacio para la interpretación, para los sentimientos, para la fotografía, para el vestuario, para la música.... para nada, tan sólo para mostrar los despojos de lo que un director recoge con su cámara. Jonás Trueba no ha dejado espacio para nadie, sólo para su egocentrismo. El resultado no encaja en definiciones como película ni por supuesto arte. Esto se lo debería colocar a sus familiares y amigos en su casa, pero a nadie más, por favor.
Ya está. No hay más.
Soy hijo de tal, me gusta dirigir cine de autor, me encanta el cine independiente, en el lado absolutamente opuesto al cine comercial, todo esto lo llevo al extremo y hago una película, porque soy el más de lo más del momento (o al menos eso me tengo creído).
Lo único que en lo que puedo estar de acuerdo con la intención de su director es que parece que no hay trabajo de post-producción. Los 93 minutos son una serie de imágenes y escenas unidas "en crudo", como si te pones a grabar escenas del suelo, cielo, paredes, amigos hablando y directamente de la cámara aparecen en la gran pantalla del espectador.
Como idea está bien, pero ni es nuevo ni logra un mínimo atisbo de calidad.
No hay espacio para la interpretación, para los sentimientos, para la fotografía, para el vestuario, para la música.... para nada, tan sólo para mostrar los despojos de lo que un director recoge con su cámara. Jonás Trueba no ha dejado espacio para nadie, sólo para su egocentrismo. El resultado no encaja en definiciones como película ni por supuesto arte. Esto se lo debería colocar a sus familiares y amigos en su casa, pero a nadie más, por favor.
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