Desde su primer plano, en el que vemos a un grupo de policías en su entrenamiento diario, la película nos sumerge en la vida de Marc, el protagonista. Se queda el último del grupo, no aguanta el ritmo de la carrera. Metáfora del peso de la mentira en la que vive y de la que aún no se ha percatado.
Marc tiene un buen presente y un buen futuro: casado y a punto de ser padre, con un buen trabajo… Una vida hecha y derecha, totalmente coherente con la vida que siempre creyó querer tener.
Pero un día se topa con Kay, compañero en un curso de formación. Y todo se desmorona. Porque, de golpe y porrazo, encuentra la vida que realmente siempre quiso tener, aun sin saberlo. A partir de entonces, atravesamos con Marc la confusión, la negación, el miedo, el amor, el tormento…
Estamos ante una casi desconocida joya, una película que mueve y conmueve, una de las mayores historias de amor jamás rodadas. Porque aquí el tema principal no es la homosexualidad sino el amor con mayúsculas. Sin géneros. Porque el amor no los tiene.
Magistrales interpretaciones de todos los actores, principalmente de los dos protagonistas (Hanno Koffler se sale). Disfrutamos cada vez que los dos están juntos en pantalla, lo dicen todo con sus miradas, con sus gestos, con sus silencios, con sus rotos en la voz (recomendable ver la película en versión original). Rara vez se ha visto en pantalla tanta química entre sus protagonistas.
Película desgarrada y rotunda. Maravillosa.

"Birdman" no habla de un hombre egocéntrico; habla del EGO con mayúsculas. Tampoco habla de los actores y del mundo de la farándula. El hecho de que el protagonista y los que le rodean pertenezcan a ese mundo sólo simboliza lo que todos somos: actores en el escenario del mundo, un escenario "lleno de ruido y de furia" (como, tan oportunamente, se nos recuerda en un momento de la película).
En resumen, esta película habla de todos nosotros. Porque todos, en mayor o menor medida, tenemos un "birdman" que nos acompaña constantemente.
Y ese "birdman" suele hacernos creer que, si nos dejamos guiar por él, volaremos. Pero el vuelo del ego siempre es falso; por eso nadie puede ver a Riggan Thomson volar.

Maravillosa película. Maravilloso Keaton.

Fabulosa serie. Guiones, dirección, montaje, ambientación... impecables. Y unas interpretaciones magníficas, todas ellas. Destacaría a Peter Paige (Emmett), Sharon Gless (Debbie) y, muy especialmente, a Gale Harold (Brian), cuya interpretación es de tal honestidad que no se sabe dónde termina el actor y empieza el personaje, ese Brian Kinney que se merece con honores un lugar propio en el Olimpo de los grandes personajes creados para televisión.

Hay quien acusa a la serie de estereotipada y de no reflejar la vida real de los homosexuales. Al respecto, me gustaría señalar varias cosas: 1) Yo no veo estereotipos; veo caracteres, personas con alma (lógicamente, hay que ver la serie completa; sé de quien la critica habiendo visto sólo un par de episodios, o ni eso). 2) El modo de vida retratado en la serie existe. Puede que no sea el más habitual, pero se da. Aunque tampoco tiene demasiada importancia este punto, ya que estamos ante una serie de ficción y no ante un documental. 3) En cualquier caso, ¿qué importa que refleje o no la realidad? ¿Es que todas las películas/series lo hacen o deben hacerlo? ¿Deberían las mujeres molestarse porque el prototipo de "mujer fatal", visto tantas veces en el cine (y en varias obras maestras, como "Perdición", de Billy Wilder), no representa a la mayoría de ellas? Si los protagonistas de esta serie fueran heterosexuales, ¿se quejarían éstos de no verse representados? Además, ¿acaso el modo de vida reflejado en "Queer as folk" no es tan respetable como cualquier otro? Si tu respuesta es no, el problema no está en la serie, sino en ti.
Creo que la clave de todos estos reproches que se le hacen a esta gran serie está en verla como una serie "de homosexuales" y no de lo que realmente es: de personas. Personas con sus ilusiones, sus miedos, sus manías y sus fracasos, cuya orientación sexual es sólo un aspecto más. Personas con las que resulta fácil empatizar, que hacen que te impliques en sus vidas. Y éste es el gran logro de la serie, más allá de la valentía e innovación que supuso poder ver en televisión una homosexualidad sin tapujos.

"Queer as folk" es una serie emblemática, con un mundo propio y unos personajes inolvidables. De esas series que sabes que volverás a ver varias veces en tu vida.
Bravo.

Ésta es una de esas películas en las que lo que menos importa es su perfección: si su guión podría haberse mejorado, si la fotografía hubiera podido ser más espectacular o si la música es algo repetitiva . Porque es una película de sensaciones. Una película que nos hace cómplices desde el principio, cómplices con su historia, cómplices con la vida.
Entrañable y mágica, con las actuaciones sobresalientes de sus dos protagonistas, esta película devuelve la fe en la humanidad. Porque, como asegura el personaje de Héctor Alterio , "la gente está allí si uno sale a buscarla".

Así, siendo (o no) imperfecta, es perfecta en su misión: transmitir. Nos llega como caída del cielo, igual que los fajos de billetes de una de sus secuencias. Es un chorro de luz.

El título es perfecto: estamos ante algo precioso. Y es que "preciosa" es el adjetivo que mejor le va a esta luminosa película.
Tiene todos los requisitos para ser una obra menor: pobre presupuesto, actores desconocidos, directora desconocida… Y, sin embargo, es tan grande que cuando la ves no puedes salir de ella. Te deja horas, días, pensando, sonriendo y tarareando las míticas canciones de Mama Cass.
Con un trabajado guión y unas magníficas interpretaciones, lo más sorprendente de la película es, sin embargo, la manera en la que convierte el drama en parte de la comedia. Porque vemos maltrato, abusos, discriminación, problemas personales y familiares de diverso tipo… Y, sin embargo, nada de esto logra borrarnos la sonrisa de la cara cuando terminamos de ver la película.
Deliciosa. No te la pierdas.